Partió Eduardo Galeano y nos dejó una perfumada postal de esperanza
- Opinión
Su apariencia parecía ser un soplo de brisa, quizá un susurro, tal vez el leve vuelo de un colibrí, pero su sencillez, contrastaba porque fue un cincel literario que esculpió en las rocas de Latinoamérica y el Caribe la otra historia no contada, la vergonzosa historia de la invasión de Europa, lo cual insufló un nuevo aire, una nueva interpretación y reencauzó la razón del por qué valía la pena seguir la senda de nuestras Glorias Patrias, las y los cuales se encargaron de hacerla y que otros, entre ellos Galeano nos la narrara, él nos dio esa transfusión de patriotismo cuando estábamos muy lejos de ver la luz del túnel.
Galeano fue el oxígeno que reanimó varias generaciones, las comprometió, sin ser incendiario, pero abrió fuego con su prosa, su poesía, su narrativa, que es equivalente a la vez a la más letal de los compromisos, luchar contra la desesperanza.
En su visita a Caracas el 11 de abril de 2013 en ocasión de homenaje internacional que recibiera y la condecoración que hiciera el Presidente Nicolás Maduro, luego abrumado de los actos protocolares, de los flashes, pidió ir a las comunidades, a los barrios, casi que lo clamó, lo cual fue aceptado.
Una vez allí, en el Barrio Las Piñas de la Parroquia San Juan, sentados en rueda, tertulias iban y venían, las personas del barrio se percibía de júbilo, los ojos de Galeano se desplazaban por todos lados quizás buscando motivos para su próxima narrativa, escuchándolo todo.
Cuando reparten café, el tinto aromatiza paladares y estados de ánimo; cuando la ronda llega al frente de Galeano, éste con cortesía no acepta, pero recibe el metrallazo de una mujer de la comunidad que entendiendo la vida comunitaria le dice en reproche sutil: - ¡pero pase la bandeja…!
Confiesa Galeano a las y a los anfitriones de la visita que “eso lo impactó porque hasta en los pequeños detalles se aprecia la vida en las comunidades”.
Partió Galeano en la estación 13 de Abril de 2015, mientras nos decíamos adiós, bajamos la mirada por la ausencia y nos percatamos que nos dejó su equipaje, quisimos correr detrás del metro pero era imposible advertirle, revisamos y nos lo dejó llenos de libros y de multicolores fuegos pirotécnicos, ambos obsequios nos animaron a tener fe como en otrora porque la oscuridad y la claridad está es en nuestra mente en aquellas horas de la clandestinidad.
¡Gracias Galeano! ¡Un abrazo hasta en la eternidad!
13 de abril de 2015.
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