Asistimos al ocaso de la academia occidental?

13/04/2015
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Occidente narra la historia de su pensamiento con una raigambre fuerte en la filosofía grecolatina, dividiéndola en antigua, medieval, moderna y posmoderna. A los insignes pensadores que emergieron intentando explicar y proyectar el mundo en cada una de estas etapas se los denominó y denomina intelectuales.

 

Los intelectuales de la antigüedad se esforzaron por construir los metarelatos que daban sentido a la existencia humana con una perspectiva holística. Los medievales sacrificaron la razón y enarbolaron la fe y la piedad como la única fuente y método para explicar y orientar a la humanidad. Los modernos, en su intento de liberar a la humanidad del dogmatismo de la fe, impusieron el dogmatismo gnoseológico y metodológico de la razón lineal rigurosa eurocéntrica, anulando cualquier otra forma diferente de construir conocimientos.

 

Los posmodernos mataron todos los metarelatos (universales) occidentales que intentaban dar sentido a la existencia. Así, el relativismo y el silencio estridente predominan en el pensamiento tecnocientífico occidental actual, ocasionando rupturas irreversibles en el tejido de la vida.

 

Pero, el ocaso intelectual occidental no sólo se manifiesta en el silencio o ausencia actual de sus intelectuales, sino en los límites reales de la razón lineal que configuró al sistema-mundo-occidental en crisis. La debacle ecosistémica planetaria, y las múltiples crisis generalizadas, no sólo son y fueron causadas por el contenido intelectual occidental, sino que además, el pensamiento de la razón lineal de la simplicidad occidental es incapaz de resolver estos y otros problemas complejos que ha ocasionado.

 

El individualismo consumopático y el antropocentrismo ecocida no se resuelven activando o formando ilusos agentes (profesionales) habitados por el deseo del lucro y la competencia, mercantilizando los “conocimientos técnicos” adquiridos en las universidades. Así como la crisis financiera internacional no se resuelve acelerando la explotación/destrucción del planeta, sin cuantificar (internalizar) los costos socioambientales que necesariamente la humanidad deberá asumir.

 

El pensamiento del sistema-mundo-occidental no sólo colisionó con los límites del sistema-Tierra (con su capacidad autoregulativa y autoregenerativa), sino, que en estos momentos de ausencia estridente de sentidos y de horizontes, la filosofía occidental sufre una suerte de esterilidad y entropía letal.

 

Se siente incapaz de acompañar procesos de transformaciones urgentes y emergentes porque su corpus teórico no corresponde a la realidad. El intelectual/académico, por lo regular, confunde su imagen sobre la realidad (mapa) con la realidad en sí. De allí proviene su esquizofrenia existencial: subsiste en nuestro planeta herido, pero refugiado en su mundo “académico” insensible y estéril, reproduciendo/difundiendo los mitos e ilusiones modernos que nos llevaron al borde del desastre.

 

Por si esto fuese poco, el sistema educativo hegemónico no sólo idealiza el espejismo de la profesionalización mercantil occidental como el único sendero existente, sino que reproduce e irradia conocimientos nada amigables con el sistema-Tierra. Idealiza a las universidades como los únicos templos del saber, cuando estos, en los hechos, se han convertido en mercados “libres” para la transacción de títulos académicos como mercancías para el mejor postor. Templos para el adiestramiento y la castración del pensamiento crítico. Porque el devastador-sistema-mundo-occidental, para esclavizar a la humanidad y a la Madre Tierra, necesita de operadores profesionales analfabetos (que ignoren la complejidad del mundo y los impactos negativos del sistema).

 

La humanidad nunca tuvo en su historia tantas universidades y centros de investigación como los existentes actualmente. Tantos profesionales, pre y posgraduados como los existentes, aunque muchos de ellos/as sin trabajo. Tantos libros e investigaciones publicadas y reproducidos, pero al analfabetismo tradicional se suma el neoliberal.

 

El mundo, como nunca antes, es gobernado (asesorado) por “brillantes” profesionales, pero como nunca antes está hundido en el vacío del sinsentido planetario, producto de los límites del pensamiento occidental que a costa de la Madre Tierra intentó universalizarse. Las finanzas, la industria, el comercio, etc. están dirigidos y operados por profesionales fordistas (híper especializados), pero como nunca antes, en el planeta, diariamente mueren más de 30 mil niños/as menores de 6 años de edad por inanición, mientras el 30% de la comida se tira a la basura.

 

En este contexto, las y los excluidos por el sistema escolar-académico-universitario hilvanan fuerzas sociales con pensamientos propios (en proceso de construcción) que dejan en la zaga a intelectuales y académicos preocupados en redactar sus papers (citándose entre ellos) para revistas especializadas o escribir sus tesis doctorales que ni ellos mismos los volverán a leer.

 

Quizás por ello el Presidente de Bolivia, Evo Morales, en una euforia de sinceridad confesó: “Me siento orgulloso de no haber ido nunca a la universidad”. Él, cómo muchos otros, sabe que para ser plenos y felices, no se requiere de títulos, ni del saco y corbata.

 

La incapacidad de la regeneración del pensamiento occidental, al servicio del sistema mercantil hegemónico, está obligando a algunos de sus “profesionales” a sospechar, ya no sólo de los límites teóricos de dicho pensamiento, sino de las mentiras “enseñadas” como verdades académicas.

 

Si estos/as “herejes” con títulos del pensamiento occidental hacen camino en complicidad con los nuevos actores sociopolíticos y culturales emergentes desde los movimientos sociales/indígenas, se dinamizarán aún más los caminos para la liberación del sistema-Tierra de la hegemonía del sistema-mundo-occidental. Y, entonces, vislumbrarán destellos de horizontes de felicidad que como humanos en alguna etapa de nuestra existencia evolutiva lo tuvimos.

https://www.alainet.org/es/articulo/168912?language=en
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