No hay verdades absolutas
- Opinión
En agosto de 2014, escribí sobre la presentación del libro La Izquierda que Viví. El instante y la palabra, de Adolfo Sánchez Rebolledo, que recoge algunas de sus crónicas, ensayos y artículos periodísticos de 1961 a la fecha.
Ahora acaba de pasar por TVUNAM, un interesante programa filmado por Inti Cordera y conducido por Rolando Cordera y José Woldenberg en el que Fito, como le decimos sus amigos, habla de momentos decisivos de su experiencia política.
Y coincidiendo con el programa sale otro libro, Adolfo Sánchez Rebolledo Un militante Socialista, en el que refiere recuerdos, intereses y preocupaciones de su ya larga vida en la izquierda.
En el prólogo Pepe Woldenberg, asienta que somos una sociedad desmemoriada y nuestra izquierda padece de amnesia colectiva; y destaca la necesidad de preservar memorias individuales, que como la de Fito, “pueden alumbrar lo que fue el ayer, con sus contextos, vicisitudes, proyectos y retos… porque combina como muy pocos, capacidad para narrar de manera viva y apasionada una serie de acontecimientos y episodios; y para analizar su significado, importancia e impronta”.
La investigadora Patricia Pensado, del Instituto Mora, rescató el testimonio de Sánchez Rebolledo en once sesiones frente a la grabadora; y formó el texto que es parte de un trabajo sobre historias de militancia de izquierda en América Latina.
Empieza Fito por hablar de la llegada a Veracruz en 1939 de sus padres Aurora Rebolledo Gálvez y el entonces maestro normalista y más tarde gran filósofo, Adolfo Sánchez Vásquez.
Arribaron en dos de los primeros buques fletados por el gobierno de Lázaro Cárdenas, para trasladar a los refugiados españoles que buscaban escapar de los campos de concentración franceses tras la derrota de la Republica Española.
En 1940 se casan y se mudan a Morelia, para trabajar en la Universidad Nicolaita; punto de encuentro entonces, de un notable grupo de asilados españoles comprometido con la investigación y la docencia.
Nace Fito en 1942 en el DF, y al evocar su infancia y adolescencia habla del sentimiento de nostalgia de quienes viven fuera de su país y “que en los asilados tiene vetas de amargura y dolor por el carácter forzoso del destierro y porque dejan atrás una familia rota a merced de los vencedores es decir de sus verdugos”; y precisa que para los niños del exilio, “su familia española es una presencia distante…”
Alumno del Colegio Madrid de primaria a bachillerato, Fito recuerda haber vivido intensamente el problema de la identidad, común a todos los hijos de exilados; y cuenta como fue mexicanizándose y entendiendo formas de pensar que a la comunidad española le resultaban distantes o extrañas.
Tenía 18 años cuando bajo la influencia de la revolución cubana nació entre la comunidad de refugiados el Movimiento 59, al que se incorporó con entusiasmo y del que fue delegado en 1960 al Primer Congreso Latinoamericano de Juventudes, celebrado en La Habana.
Las palabras del “Che” en la inauguración, estimularon inquietudes que ya tenía; y al regresar, se afilió al Partido Comunista Mexicano PCM, donde vivió su primera crisis partidista y de donde salió en 1962.
El testimonio de Fito repasa las luchas de la época y la solidaridad con la revolución cubana, el movimiento del 68, Vietnam y países latinoamericanos, especialmente con Chile tras el golpe militar; la insurgencia sindical, la reforma política y la izquierda.
Anota los personajes que ha admirado y querido y de los que ha aprendido, como Rafael Galván, Natalio Vásquez Pallares, Raúl Álvarez Garín, Carlos Pereyra, Oscar González, y Othón Salazar; y su paso por las revistas Solidaridad, Punto Crítico, República y el periódico Oposición; y las dificultades económicas y políticas de la izquierda para hacer mejores publicaciones.
Dedica varios párrafos a la formación del Movimiento de Acción Popular, muchos de cuyos integrantes están hoy en el Instituto de Estudios de la Transición Democrática, y que “más que un partido político, fue una corriente de pensamiento enriquecida por muchos puntos de vista, y abierta a todas las influencias para poder elaborar una propuesta una visión del país distinta” y que se incorporó al proceso de unidad de la izquierda que dio lugar al PSUM, y luego al PMS, y al PRD.
Desde siempre ha cultivado Fito los valores de la amistad y tiene infinidad de amigos, y de compañeros en proyectos varios; y su vida en las izquierdas lo lleva a advertir, que no se ha logrado entender claramente el vínculo entre democracia social y democracia política.
“Siempre he creído, dice, que vivimos en un mundo muy pequeño y en la izquierda somos unos cuantos riachuelitos … y salvo que alguien se salga del huacal, nos volveremos a encontrar en uno o en otro lugar… “
Agrega que para actuar no es necesario declinar todas las banderas, porque siempre habrá situaciones o episodios en los que la razón puede inclinarse por una u otra posición… y concluye que no hay verdades absolutas.
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