Enfrentar el exterminio de la juventud negra

22/04/2015
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Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 501: El Decenio Afrodescendiente 10/02/2015

¡Nuestros héroes no mueren de sobredosis!

 

En estos 10 años de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), miles de personas ascendieron a la clase C, formando la nueva clase media brasileña.  Se crearon miles de puestos de trabajo, a la vez que hubo una gran expansión del acceso a la educación superior a través del Programa de Apoyo a los Planes de Reestructuración y Expansión de las Universidades Federales (REUNI) y del Programa Universidad para Todos (PROUNI), entre otras acciones importantes que cambiaron la vida de millones de brasileños.

 

El rol de los movimientos sociales fue muy importante, al proponer al gobierno las políticas públicas que propiciaron estos cambios.  Y en este proceso el movimiento negro contribuyó significativamente, dando origen a iniciativas gubernamentales y parlamentarias, como la creación de la Secretaría de Políticas de Promoción de la Igualdad Racial de la Presidencia de la República (SEPPIR), la Ley 10.639 / 2003, el Estatuto de la Igualdad Racial, etc.

 

Históricamente, la juventud negra ha contribuido y participado en las transformaciones sociales de Brasil.  En julio de 2007, durante el Encuentro Nacional de la Juventud Negra (ENJUJNE) en la ciudad de Lauro de Freitas, Bahía, se presentaron y debatieron una serie de acciones y propuestas de políticas públicas.  En 2008, se produjo la primera reunión del Foro Nacional de la Juventud Negra (FONAJUNE) en la ciudad de Guarujá, Sao Paulo, donde se reafirmaron las propuestas discutidas por el ENJUNE y se articuló a la juventud negra para alcanzar una destacada actuación durante la primera Conferencia Nacional de la Juventud realizada en el mismo año en Brasilia, la cual acogió, como primera prioridad de la resolución final de la Conferencia, las propuestas de ENJUNE/ FONAJUNE.

 

La violencia que no cesa

 

En el gobierno, estas acciones se reflejaron en la creación del Plan Juventud Viva, que se construyó a través de un proceso altamente participativo, con una fuerte presencia de organizaciones no gubernamentales y del movimiento negro, y que agrupa acciones de prevención dirigidas a reducir la vulnerabilidad de los jóvenes en situaciones de violencia.

 

Sin embargo, el número de homicidios de jóvenes negros todavía es enorme y la justificación de la mayor parte de estas muertes es por “actos de resistencia” (permiso institucional dado a la Policía Militar para disparar a posibles "sospechosos").  Además, cabe indicar que es creciente el número de casos de linchamientos contra jóvenes negros, impulsados por los grandes medios de comunicación que animan a la gente a hacer "justicia por sus propias manos" en los programas de "periodismo policial".

 

El Plan Juventud Viva también ha tenido dificultades para ser implementado en los estados y municipios grandes, además de que los ministerios no han presentado respuestas y propuestas para combatir el creciente exterminio de la juventud negra.

 

De acuerdo con el Mapa de la Violencia 2014, en promedio 100 de cada 100.000 jóvenes de edades comprendidas entre 19 y 26 años murieron de forma violenta en Brasil en el año 2012.  Este documento define como muertes violentas a los homicidios, suicidios o accidentes de tráfico.

 

El estudio señala que en 1980, la tasa de mortalidad juvenil fue de 146 muertes por cada 100.000 jóvenes, y pasó a 149 en 2012.  El promedio general no cambió significativamente con el paso del tiempo y el aumento de la población, pero las causas, sí.  Antes, las causas externas eran responsables de la mitad de todas las muertes de los jóvenes.

 

En 2012, de las 77.805 muertes de menores registrados en el Sistema de Información sobre Mortalidad (SIM) del Ministerio de Salud, 55.291 fueron por causas externas, lo que representa más del 71% del total, siendo los homicidios y accidentes de tránsito, los principales responsables de estas muertes, según el informe.

 

En el mismo informe, la cifra de victimización de los negros es mucho mayor que la de los blancos.  Proporcionalmente murió un 146,5% más de negros que blancos en Brasil en el 2012.  Si comparamos las cifras de la década comprendida entre 2002 y 2012, la tasa de mortalidad de este segmento de la población es más del doble.

 

El Mapa de la Violencia 2014 muestra que los blancos han muerto menos y los negros, mucho más.  Entre 2002 y 2012, por ejemplo, el número de homicidios de jóvenes blancos cayó en un 32,3% y el de los jóvenes negros aumentó un 32,4%.

 

Históricamente, el desarrollo de políticas públicas para enfrentar la violencia se ha dirigido a las zonas donde la población está compuesta más por blancos que por negros.  Además, es creciente el acceso de la población blanca a la seguridad privada.

 

Doble exclusión

 

Estos datos muestran que los negros son doblemente excluidos por la falta de políticas y la atención por parte del Estado y la falta de ingresos o de poder adquisitivo.

 

La juventud negra brasileña necesita que el Estado la defienda con políticas específicas de protección, que respeten los derechos de los diferentes grupos y traten de garantizar el derecho a la vida de este sector de la población.

 

Este nuevo período de gobierno de Dilma tiene que cambiar los rumbos del programa Juventud Viva, para que pueda dar un paso adelante en las políticas de protección de la juventud negra.  Y para ello es necesario escuchar a los movimientos sociales, especialmente al movimiento negro y su juventud.

 

Más allá de la acción gubernamental, es necesario que haya voluntad política por parte del gobierno brasileño, para apoyar la campaña del movimiento negro y su juventud por la aprobación del proyecto de ley PL 4471/2012, para poner fin a la vigencia de los “actos de resistencia”.

 

El “acto de resistencia” es una medida administrativa creada durante la dictadura militar para justificar el exterminio protagonizado por las fuerzas policiales.  En aquella época, cuando la policía se enfrentaba con un "bandido", lo mataba y alegaba que hubo resistencia a ser detenido.  La dictadura militar “terminó” pero el “acto de resistencia” continúa como práctica "estándar" de la Policía Militar para tratar con los jóvenes negros en las comunidades pobres y populares en Brasil.  El número de muertes violentas relacionadas con las acciones del "brazo fuerte" del Estado, la policía, se ha disparado en los últimos años.

 

Los movimientos sociales, especialmente el movimiento negro, tienen la responsabilidad de influir y proponer a los gobiernos federal, estatal y municipal, las políticas orientadas a poner fin al exterminio de esta juventud.  El movimiento negro debe incorporar las propuestas provenientes de los movimientos de la juventud negra y debe construir un gran movimiento internacional, centrándose en América Latina, que busque ampliar el apoyo social para poner fin al exterminio de la juventud.  (Traducción ALAI)

 

Roque Peixoto es militante de la Coordinación Nacional de Entidades Negras (CONEN). Es graduado en Administración de Empresas y tiene una amplia experiencia en Gestión Pública, en Gestión de Crisis y Mediación de Conflictos.

 

* Publicado en América Latina en Movimiento, No.  501, “El Decenio Afrodescendiente”:http://alainet.org/publica/501.phtml

https://www.alainet.org/es/articulo/169151
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