Comentarios a la obra de Eric Hobsbawm: conclusiones generales (capítulo XII y final)
- Opinión
Termino acá la revisión del análisis de un período histórico que va desde 1914 hasta 1991, el cual fue denominado por Hobsbawm como “el siglo XX corto”. Vimos que además de haber sido un siglo marcado por todo tipo de revoluciones (sociales, políticas, económicas, culturales, tecnológicas etc.), significó de igual forma una era tremendamente violenta (sin duda alguna, por consenso, la más violenta en toda la historia de la humanidad), particularmente en dos grandes e importantes áreas; en lo económico y en lo militar.
La violencia económica (por la vía del despojo colonial y neocolonial, por la acumulación y concentración de riqueza en pocas manos y consorcios, por la especulación y la financierización de la economía global etc.), confirmó una de las tesis centrales de Marx, en cuanto a que la tendencia principal del sistema capitalista es la concentración y acumulación, y a la vez, confirmó la premisa de Engels, en cuanto al papel determinante que juegan los factores económicos en los acontecimientos históricos.
Y en cuanto a la violencia y agresión militar (expresada en forma seminal y paradigmática en las dos grandes guerras mundiales y en un sinfín de “guerras de pequeña escala”), también confirmó la tesis de Marx, en particular, con respecto al papel fundamental de la guerra en los acontecimientos históricos, recordándonos a cada paso que la historia de la humanidad es la historia de la violencia.
Vimos que en términos políticos y económicos los acontecimientos históricos de mayor trascendencia durante el siglo XX se expresaron a través de la Primera Guerra Mundial (1914-1918); el triunfo de la Revolución Bolchevique en Rusia (1917); La Gran Depresión (1929-31); el ascenso de Tercer Reich (1933); la Segunda Guerra Mundial (1939); El surgimiento del Nuevo Orden Económico Internacional, marcado por el Acuerdo de Bretton Woods, la creación de la ONU, el FMI y BM (1945); El surgimiento del Mercado Común Europeo y la “Guerra Fría” (1947); el triunfo de la revolución Maoísta en China (1949); la guerra de Corea (1950); el triunfo de la revolución cubana (1959); la crisis de los misiles cubanos (1962); la guerra del Vietnam (1965); el derrocamiento del Sha de Irán y de la Dinastía de Somoza en Nicaragua (ambos en 1979), entre una larga cadena de revoluciones políticas y sociales de diferente escala en la periferia capitalista o “Tercer Mundo”.
A lo largo del recorrido realizado a través de la lectura de la obra de Hobsbawm, se evidenció una vez más que la historia es un continuum, que las condiciones fundamentales que hicieron posible los más relevantes hechos del siglo XX se generaron en el siglo XIX, y además, evidenció que en gran medida estos acontecimientos fueron posibles gracias al papel crucial que jugaron, por una parte, las diversas oleadas de la revolución científica y tecnológica, y por otra parte, gracias al papel desarrollado por las diversas oleadas de la revolución industrial (en especial, en la Inglaterra y en los Estados Unidos a lo largo del siglo XIX).
Tanto las oleadas de la revolución científico y tecnológica como de la revolución industrial sobre las que se asentaron estos acontecimientos cruciales del siglo XX, fueron a su vez “hijas” del desarrollo capitalista de los siglos precedentes (XIX y XVIII), un desarrollo forjado principalmente en Europa Central y los Estados Unidos.
Si quisiéramos atar cabos yéndonos un poco más atrás, podríamos incluso decir que a su vez, las condiciones para este desarrollo capitalista de los siglos XVIII y XIX (expresado en su forma seminal a través de las sucesivas oleadas de revolución científica y tecnológica iniciadas en la “Reforma” y la “Ilustración”), se formaron o crearon a partir de la llamada “acumulación originaria del capital”, en los lapsos comprendidos entre los siglos XV y XVII (ó XIV-XVIII según la óptica), acumulación originaria de la cual la conquista y despojo de América no fue sino uno de sus capítulos.
Intentando despejar algunas interrogantes
Al inicio de esta serie de artículos sobre la obra de Hobsbawm aquí analizada, en abril del 2014 planteaba este su servidor una serie de preguntas, las cuales ahora mismo intentaré dar respuesta sobre la base del recorrido realizado.
Estas son las siguientes:
¿Cuáles son algunas de las principales lecciones que en términos humanos y/o civilizacionales podríamos extraer del maravilloso y horrendo siglo XX?
Además de haberse comprobado las conocidas tesis de Marx y Engels arriba citadas, también se comprobaron las tesis del gran economista Kondratieff, y la famosa premisa del ex –Canciller alemán del siglo XIX, Bismark.
Con relación a Kondratieff, se comprobó que el desempeño de la economía dentro del sistema capitalista se produce a través de ciertos ciclos de expansión, crisis y contracción. Y con respecto a Bismark, este solía afirmar que en términos históricos la “geografía es destino” (nada más cierto que en la geopolítica, que significó el “juego” predilecto de las potencias a lo largo del siglo XX).
¿Aparte de los ya mencionados, existen otros “hilos conductores” que entrelacen -en términos de causa-efecto-, los principales acontecimientos históricos que sacudieron a la humanidad durante ese siglo?
Vimos que a lo largo del siglo XX los principales acontecimientos históricos estuvieron “amarrados” principalmente a factores económicos, políticos, financieros, tecnológicos y militares.
Pero, de igual forma, también jugaron un papel preponderante los factores culturales, en particular, la educación y la comunicación de masas, especialmente, la propaganda (cine, radio, prensa, televisión).
Además, comprobamos que a lo largo del siglo la mayoría de acontecimientos históricos (en particular, de orden político y económico), estuvieron atravesados por una extensa gama de factores ideológicos (capitalismo, socialismo, conservadurismo, anarquismo, fascismo, nazismo, socialdemocracia, eurocentrismo, democracia cristiana, euro-socialismo, sionismo, apartheid, entre otros).
¿En qué medida podría hablarse de la existencia de una “herencia” (en términos de lazos de continuidad) del siglo XX hacia el presente siglo XXI?
Vemos que al igual que en siglos precedentes, existe muchos lazos de continuidad entre lo que recién termina y lo que recién comienza. Por ejemplo, el proceso de financierización que empezó a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, continúa su trayectoria imparable, al extremo que el repunte de las actividades del llamado “sector terciario”, del sector bancario y la especulación bursátil han desplazado desde fines del siglo XX hasta hoy a las actividades productivas e industriales.
Este fenómeno que se conoce como “desmaterialización” de los procesos productivos no fue contemplado por Marx, sencillamente porque no correspondía a la etapa histórica del capitalismo por él analizado, lo cual no invalida en nada la esencia y validez de sus tesis centrales.
En consecuencia, lo que se observa desde fines del siglo pasado y las primeras décadas del presente, es la drástica reducción del peso y participación de las actividades industriales, manufactureras y agrícolas en la generación del PIB mundial, lo cual coloca al sistema (capitalista) al borde de una crisis mayor, puesto que ya se muestra incapaz de generar plusvalía a través de la explotación directa de la fuerza de trabajo, creando una situación mundial de malestar social explosiva y revolucionaria.
Pero la financierización es solo uno de los tantos “lazos de continuidad” que nos unen con el siglo recién pasado. Las indetenibles oleadas científicas y tecnológicas, las guerras por intereses geopolíticos y geoestratégicos, las guerras de inspiración religioso-sectaria, la gigantesca economía del complejo industrial-militar, la expansión de la guerra psicológica y el espionaje global (masivo y electrónico), la concentración y acumulación del gran capital transnacional en un puñado de corporaciones, el acelerado deterioro del medioambiente y el crecimiento demográfico son también otro conjunto (más no el único) de lazos de continuidad que atan nuestro presente al pasado reciente y no tan reciente.
¿Aún sabiendo que la historia nunca se repite de manera exacta, puede acaso el siglo precedente “alumbrar” o “insinuar” algo de lo mucho que ha de venir durante este nuevo siglo?
Parece que sí. Al menos en un aspecto trascendente para la supervivencia de la civilización humana. Una de las principales tendencias que se vienen experimentando en los últimos doscientos años es la aplicación compulsiva e irracional de los avances científicos y tecnológicos a la industria y a la aventura militar.
No existe ninguna evidencia de que en este nuevo siglo esta tendencia histórica se este difuminando. Por el contrario, todo parece indicar que nos encontramos de nuevo muy cerca de una nueva conflagración mundial, con el agravante de que esta puede ser la última de la civilización humana.
Y, aunque lo anterior fuese un planteamiento erróneo, quedan otras tendencias globales que amenazan la existencia humana, como el acelerado deterioro del medio ambiente y la recomposición de la hegemonía global de las potencias viejas y emergentes, por ejemplo.
¿Cómo podríamos aplicar las leyes del devenir histórico - y las respectivas lecciones del siglo XX-, para intentar anticiparnos, al menos a una parte de los posibles acontecimientos más importantes del presente siglo?
Al parecer, una de las más importantes leyes del devenir histórico (a parte de la ley de supervivencia del más fuerte), sigue siendo la lucha de clases, de la cual, el imperialismo es su expresión en la escala más elevada.
Sin embargo, a diferencia de otras etapas de la historia humana, ahora el imperialismo ya no está encarnado solamente por Estados, sino, por sobre todo, por corporaciones multi y transnacionales, manejadas por un grupo extremadamente reducido de individuos con poder global.
En consecuencia, si aplicamos con rigurosidad la ley de la lucha de clases a la situación actual, tendremos que sacar algunas lecciones/conclusiones fundamentales, que en su conjunto nos tendrían que hacer ver que ese es el fenómeno histórico, social y político más determinante en todas las escalas de la vida de los seres humanos (desde el ámbito familiar-social, local, nacional y regional, hasta el ámbito mundial), con la diferencia que hoy en día esta lucha de clases ya no se produce exclusiva y principalmente entre obreros fabriles y capitalistas y en torno a la generación de plusvalía en los centros industriales.
Es evidente, además, que la posesión sobre los medios de producción tradicional ha quedado subordinada ahora a la posesión sobre los medios de comunicación y, a la gestión y aplicación rentable de información privilegiada (en suma, una importancia que se desplaza ahora del modo de producción hacia el modo de comunicación).
Por lo demás, son muy escasos los ámbitos en donde esta ley de la lucha de clases no se exprese con claridad y fuerza. Ciertamente, las formas de su expresión han cambiado ahora en las llamadas “sociedad líquidas” del siglo XXI, pero es un grave error considerar (junto a los llamados “posmodernistas”), que ya no tiene más vigencia.
Algunas conclusiones globales adicionales con respecto a la primera gran experiencia e intento de cristalizar la teoría socialista en una extensa región del mundo:
- El triunfo y el destino de las numerosas revoluciones del siglo XX estuvo determinado por la conducta de las masas (muchas veces impredecible), más que por el accionar de las élites o contra élites. La revolución bolchevique no escapó a esta suerte de ley universal en los cambios políticos radicales.
- Paradójicamente, el mayor auge e influencia mundial de las ideas socialistas emanadas desde la Unión Soviética, se mantuvo precisamente en momentos en los cuales esa potencia ya había abandonado sus pretensiones de expandir la revolución mundial (decisión tomada en los años treinta con la disolución de la “Comintern”).
- Durante la Segunda Guerra Mundial fue la Unión soviética, paradójicamente, el mayor enemigo del mundo occidental, quien con su papel clave en la derrota del Tercer Reich benefició enormemente al capitalismo, ayudándole a salir de su grave depresión ya experimentada desde antes del inicio de la gran guerra de 1939.
- Al parecer, de cara al colapso de la Unión Soviética, el tiempo dio la razón a Trotsky, en el sentido de que, dado que el sistema capitalista representa un “sistema-mundo”, no es posible el triunfo definitivo del socialismo en un solo país.
- Otra importante lección histórica del siglo XX parece ser esta; en muchas ocasiones los intereses geopolíticos de las potencias estuvieron por encima de las identificaciones ideológicas. Se ejemplifica esto en la enemistad de la Unión Soviética y la China de Mao durante muchas décadas, a pesar de que ambas eran “socialistas”. Paradójicamente, durante el siglo XXI, cuando las dos potencias han retornado al capitalismo, ahora están unidas por fuertes lazos de alianza geo-estratégica (el mismo fenómeno se apreció con la aceptación y utilización por parte de Estados Unidos de muchos científicos nazis que huyeron a ese país poco antes y después de la debacle del régimen).
- Con relación a la debacle de la Unión Soviética a inicios de los años noventa, llama la atención la advertencia realizada por Marx en uno de sus escritos de mediados del siglo XIX, cuando sostenía que la conducción de una economía capitalista por fuerzas estatales (y no privadas o particulares), no necesariamente desembocaba en el socialismo.
- Y, finalmente, parece ser (siguiendo aquí la opinión de Braudel), que una de las mayores lecciones históricas que dejó la experiencia de la URSS tiene que ver con el hecho de que con su implantación se ganó desarrollo social y económico, pero a costa de la pérdida de libertad humana.
Algunas conclusiones globales adicionales con respecto a los Estados Unidos, la potencia “ganadora” al final del siglo XX
1.Sin duda alguna, esta nación hegemonizó la vida económica, política, financiera, militar y cultural de Occidente durante la mayor parte del siglo XX. Pese a ello, de manera paradójica, llegó al final del siglo XX y a las puertas del XXI en estado de agudo agotamiento moral y económico, precisamente cuando por fin había logrado “derrotar” a su gran enemigo histórico.
2.Otra paradoja es que EEUU fue el principal impulsor de las guerras que asolaron a todo el planeta durante el siglo XX, y en cambio sufrió el menor número de daños y pérdidas humanas, al igual que en cuantificación de daños materiales. Adicional a ello, fue la única potencia que pese a su papel protagónico en las dos grandes guerras mundiales que asolaron a la humanidad durante el siglo pasado, no sufrió ningún tipo de daño en su propio territorio.
3.Con respecto al futuro inmediato de los Estados Unidos, queda flotando en el ambiente al menos un par de interrogantes: ¿sufrirá esta potencia un colapso por “implosión” similar al experimentado por la Unión Soviética? ¿Podría el creciente empobrecimiento y descontento de extensos sectores poblacionales norteamericanos generar las condiciones para una nueva revolución social?
¿Bajo esas condiciones pre-revolucionarias podría esa gran nación estar más cerca del socialismo de lo que generalmente se piensa?
Una última paradoja con respecto al binomio China y la URSS
Tras largas décadas de experimentación de fracasos con experimentos de economías aparentemente socialistas, las dos potencias (China y Rusia), parecen ahora experimentar nuevas fases de recuperación por la vía de la experimentación capitalista (un raro híbrido de un país y dos sistemas para el caso de China continental). Sorprendentemente, ambas potencias han pasado ahora, a inicios del siglo XXI, de la vieja exportación de ideologías a la exportación de capitales, recobrando una parte de su antiguo prestigio e influencia mundial.
¿Qué sucedería si en algún momento de su nueva etapa histórica las dos o una sola de estas potencias decidieran reconvertir su economía a un socialismo de nuevo tipo, esta vez más modernizado? ¿Podrían volver a expropiar a sus grandes capitalistas y re-estatalizar de nuevo sus gigantescas economías?
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PostScript: Es a todas luces evidente que la mayor y más importante lección histórica que heredamos del gran cúmulo de experiencias vividas durante el siglo XX, se refiere a que el enorme desarrollo del capitalismo se ha tornado en la amenaza más grande para la supervivencia de la raza humana y para la integridad de la biosfera terrestre.
Sergio Barrios Escalante es Científico Social e Investigador. Ensayista, Narrador. Editor de la Revista virtual Raf-Tulum y activista por los derechos sociales de la niñez y la adolescencia en la Asociación ADINA. http://www.revistatulum.wordpress.com
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