Ante la partidocracia convertida en Goliat
- Opinión
Los pactos entre partidos “mayoritarios” (PLD, PRD PRSC) iniciados por el gobierno para modificar Constitución y viabilizar reelección, pueden interpretarse como reacción a temores por la desmitificación de la popularidad presidencial, así como al desplazamiento del predominio partidario en la conducción de la cosa pública. Pero revestirse como Goliat de armaduras, partidarias, no exime que un David prácticamente con armas rudimentarias golpee mortalmente puntos vulnerables.
La última encuesta Penn demuestra que en apenas dos meses (marzo a mayo), la popularidad del Presidente Medina ha bajado 6% al despejarse del escenario figuras que infundían suspicacias. Más votantes (50%) están pesimistas con el rumbo del país que los que mantienen optimismo (47%), declinando el optimismo en 15%. Quienes perciben la economía dirigida equivocadamente son 2.5 veces más que los que consideran dirigida correctamente, aumentando la incorrección en 19% con relación a marzo.
La respuesta del Gobierno, sabiendo que su popularidad está dejando de ser el mito que era, principalmente por el vulnerable punto de la economía, ha sido pactar con partidocracia dominante más allá de modificar Constitución; “revistiéndose“ de armaduras partidarias al Goliat que se considera por su popularidad todavía alta, aunque a once meses de elecciones, y los recursos que administra.
Pero esta respuesta gubernamental pasa por alto elementos no conducentes a sinergias positivas y valor agregado, que impiden detener la desmitificación.
Pacta con los que siempre han compartido el “pastel” en la administración del erario y manejado la cosa pública rigiéndose por connivencias y complicidades, protección mutua tras impunidades.
Ignora la tendencia universal de evolución partidaria reflejada en desplazamiento y mutaciones de partidos, conformación de frentes o emergencia de nuevos; como acaba de suceder en España donde Podemos y Ciudadanos doblegan PP y PSOE.
Nuestra partidocracia tradicional, luego de abortar intentos particulares de renovación, pierde cada día capacidad moral para revertir la decadente valoración que se tiene sobre ella misma y, en consecuencia, haciéndose incapaz de interrumpir la desmitificación de la popularidad gubernamental.
Lejos de detener esta desmitificación, los pactos partidarios promovidos gubernamentalmente, pueden precipitar el deterioro gubernamental. Y agravarse durante el año electoral en que estamos inmersos habida cuenta la tradicional cultura de compensar con canonjías irrisorias los compromisos políticos-partidarios asumidos.
La partidocracia pactante terminará pues abonando el camino a la modalidad dominicana de recomponer el tablero político-partidario mediante el surgimiento del PRM y la elección de su candidato presidencial.
Le brindará campo propicio para, administrando adecuadamente las rudimentarias herramientas en sus manos, pueda asestar, como David, un golpe mortal a ese Goliat repleto de armaduras; sobre todo, conociendo desde ya el punto vulnerable tan sensible que constituye la economía.
7 de junio de 2015
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