Hacia una perspectiva de los futuros sociales hondureños
- Opinión
Cuando Mel Zelaya propuso incorporar la cuarta urna en las elecciones generales para decidir si aprobaba el pueblo hondureño una Asamblea Nacional Constituyente que redactara una nueva constitución, a fin de superar la que fuera redactada por los grupos de poder en 1980, los poderes fácticos civiles y militares inmediatamente pusieron el grito en el cielo y las armas en el pecho de los proyectistas, hasta asestar el golpe de Estado que produjo la crisis política más importante del siglo XXI en Honduras.
Desde entonces, el pueblo no ha dejado de manifestar su descontento contra todo el sistema político en general, no ha aceptado las políticas neoliberales, peor la inadmisible corrupción gigantesca que acompaña al gobierno de JOH, quien sobre esta base logró hacerse del poder nacional.
Desde el año 2009 el poder fáctico civil y militar se ha dedicado a exprimir, explotar y expoliar las arcas del erario público para el enriquecimiento de sus propios bolsillos, y para sostener la más escandalosa corrupción que se ha llevado de encuentro 2888 vidas humanas en una institución creada para salvar vidas y curar enfermedades, como además asistir la vejez y la invalidez.
Las movilizaciones prosiguen a lo largo y ancho de todo el país. Es evidente entonces que el objetivo concreto es que JOH salga del poder público y además de ello, se le castigue junto a sus compinches de partido, de manera histórica y ejemplar.
Esta es la idea que se ha anidado en el pensamiento crítico del pueblo.
Ello implica entonces que las movilizaciones seguirán hasta que haya un resultado que satisfaga los anhelos de tener un gobierno honesto y proclive a las necesidades de la ciudadanía hondureña.
Para que ello suceda, es necesario que las movilizaciones tengan en la oposición la representación genuina de sus aspiraciones. Los cuatro partidos que se han reunido varias veces para plantear grandes y graves problemas, tienen el deber moral de sentarse a discutir los temas adyacentes al proceso de movilizaciones que solicitan la renuncia de JOH como gobernante del país.
De alguna manera entonces estamos hablando de futuros inmediatos y también de futuros mediatos. Porque, ¿qué sería de estas congregaciones masivas si el día de mañana no haya ninguna consecuencia política estructural provocada por las marchas populares en todo el país?
En tal sentido puede uno preguntarse: ¿Cuáles podrían ser los futuros de la nación?
Planteamos esta pregunta en plural porque el futuro de una nación no es uniforme, ni homogéneo, ni es tampoco simultáneo, y peor aún, único.
Partimos entonces de la premisa de que el futuro es una posibilidad de ser, es una proyección hacia el mañana, basado en la acción del presente. El futuro se construye desde la base de la acción que realizamos hoy y ahora.
Hablamos de futuros, pues tenemos —ante lo que habría de suceder— infinitas posibilidades, múltiples senderos, que en política pueden conjugarse en diversas dimensiones. La política trabaja en el presente, tomando lecciones del pasado, para cosechar hechos sociales mañana o más tarde.
El deseo político es que la acción que ejecutamos hoy en el plano de una posibilidad, sea mañana un hecho concreto planificado y proyectado para un tiempo después.
El ser humano construye futuros que un día deberán concretarse en hechos para lograr los beneficios que ha proyectado. .
Y la política no trabaja solamente sobre el pasado; el presente es su plataforma de lanzamiento, su catapulta, el futuro es su objetivo.
Los objetivos políticos son posibilidades, perspectivas, sobre las cuales se allanan los senderos con el fin de que sin conocer ni ver ni tocar el mañana, al amanecer del día siguiente, algo o todo de lo planificado, proyectado o erigido, sea una realidad.
Los movimientos sociales se proponen sueños, perspectivas, posibilidades (que los planificadores denominan objetivos) que el hombre, la mujer, los ancianos vislumbran, perciben, pero no ven, ni tocan.
Podríamos pensar que, por hablar de las infinitas posibilidades, los senderos son numerosos, pero éstos se reducen a dos: el deseo de convertir la idea en hecho concreto, o el deseo de que la acción política posea más allá de la mitad, algunas concreciones diseñadas de antemano.
Así entonces, en este momento histórico, ¿Cuáles son las perspectivas, las figuraciones socio políticas actuales, si triunfaran los movimientos de protesta para que renuncie JOH?
Un primer futuro podría ser, en primer lugar, que JOH no renuncie y mueva todos los hilos correspondientes con el visto bueno de la embajada americana para proseguir el decurso de su período presidencial.
JOH sacrificaría muchas de sus prerrogativas en la Fiscalía, el Congreso y la Corte Suprema de Justicia, incluyendo el Tribunal Supremo Electoral, si los movimientos que se desarrollan hoy se proponen tales metas.
Pero JOH solo inmolaría aquello que le dejase como opción, la oposición política. De este modo llegaríamos a las elecciones con un presidente bastante golpeado y debilitado.
El otro futuro podría ser que la oposición, verdaderamente organizada y responsablemente comprometida con el sentimiento de repudio general contra el gobernante nacionalista actual, tuviese en su estrategia el término de la negociación: el Congreso, la Corte Suprema, el Tribunal Supremo Electoral, la Fiscalía General.
Evidentemente obtener la directiva el Congreso Nacional es obtener la solución de todos los demás problemas de corrupción que envuelve al gobierno de Hernández Alvarado.
Soñar no cuesta nada y como decía el sabio Valle, parafraseadamente: nosotros también soñamos.
Otro tipo de futuro es el futuro mediato, el cual podría ser por ejemplo, que a pesar de todas las movilizaciones, todo quede como está para el Partido en el poder, pero con las bases bastante dañadas, ya sin el empuje y soberbia anterior a las marchas antórchidas.
La oposición unida por un objetivo claro (sacar del poder al Partido nacional) lanzaría una campaña electoral articulada en donde se propondría un candidato presidencial y de ganar las elecciones, el reparto de los poderes judiciales y legislativos. Recordar que en el mes de marzo del año 20l7 se producirán las elecciones primarias, y las elecciones generales en noviembre del mismo año; entonces, los partidos deberán someterse a las elecciones primarias y arrancaría la carrera por la conquista y/o reconquista del poder nacional.
De manera tal que también la negociación colectiva opositora debería haber decidido convocar a una Asamblea Nacional Constituyente y redactar la nueva Constitución de la República. Con tal posibilidad, la crisis del año 2009 estaría superada en su más esencial particularidad.
Los futuros sociales son perspectivas que están consignadas en las doctrinas y estatutos de los partidos políticos, y la sociedad recibe el impacto de sus objetivos, todo ello enmarcado como dice la dialéctica histórica en las luchas económicas, ideológicas y políticas, todas conjugadas con sabiduría y gran estrategia inteligente, capaz de llevar a cabo la más inimaginable utopía humana: la equidad social, la justicia universal y el poder colectivo.
Galel Cárdenas es escritor hondureño
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