Leonardo Fernández Sánchez, un sembrador de ideas
- Opinión
El 15 de mayo de 1947 es una fecha que marca el despertar de la conciencia nacional cubana contra décadas de corrupción administrativa y entrega servil a intereses extranjeros. Fue el día de la rebelión contra los que habían traicionado los principios revolucionarios del autenticismo. Unos meses antes, en diciembre de 1946, cinco senadores y nueve representantes auténticos habían creado una fracción, bajo el liderazgo de Eduardo Chibás, que defendía los postulados nacionalistas y revolucionarios originales del Partido Revolucionario Auténtico. El 12 de marzo de 1947 reclamaron mediante un documento al gobierno de Ramón Grau San Martín “rectificaciones fundamentales” que abarcaban todas las esferas de lo político, económico y social. Al mostrarse Grau incapaz de realizar estas rectificaciones, se produjo la escisión.
En la tarde de aquel 15 de mayo, en el local de la Sección Juvenil Auténtica, quedó organizada una comisión formada por Eduardo Chibás, Pelayo Cuervo, Leonardo Fernández Sánchez y otros hasta el número de once miembros. Entre los asistentes se encontraba un joven dirigente estudiantil de 20 años de edad, Fidel Castro Ruz. El manuscrito programático, documento de incalculable valor en la historia del pensamiento nacionalista y revolucionario cubano, fue redactado por Leonardo Fernández Sánchez en la residencia de Chibás, situada en la torre del edificio López Serrano. Leonardo señalaría también, posteriormente, la estrategia a seguir para alcanzar y ejercer el poder, la cual tendría como base la movilización de las masas populares y la defensa de los intereses nacionales (1).
Unos días después, en reunión efectuada en la casa de Pelayo Cuervo y a propuesta de Leonardo, los participantes acordaron dar el nombre de Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos) a la nueva organización, que tendría el 1° de junio su primer acto público frente al Capitolio Nacional.
Los principios establecidos en el manuscrito programático redactado por Leonardo Fernández Sánchez constituyeron el fundamento de los Estatutos del Partido Ortodoxo, con 10 capítulos y 185 artículos, aprobados por la Comisión Gestora Nacional en junio de 1947, y de los cuales se imprimieron 100,000 ejemplares. En pocos meses, una creciente marea de pueblo apoyó el programa ortodoxo, entre cuyos puntos principales se destacaban la independencia económica, la industrialización, la reforma agraria, la nacionalización de los servicios públicos, la creación de un sistema bancario nacional, el control estatal de la producción y la exportación, el cese de la discriminación racial, la eliminación del gangsterismo, la moralidad administrativa y la elevación del nivel de vida de los trabajadores.
Leonardo Fernández Sánchez, revolucionario ejemplar, hombre de acción y pensamiento, de sólida formación marxista, se distinguió como enemigo del dogma y del sectarismo. Fue, ante todo, un maestro, un sembrador de ideas.
Eduardo Chibás fue el puente necesario –escuché decir a Max Lesnik- entre Guiteras y Fidel; de igual modo, Leonardo Fernández Sánchez lo fue entre Julio Antonio Mella y la Generación del Centenario. Ambos, entre los revolucionarios que combatieron a Machado y los que se enfrentaron a Batista, puentes de fe y esperanza en los destinos patrios, entre un pasado que moría y el diáfano presente que pugnaba entonces por nacer.
Nota
(1) Leonardo Fernández Sánchez: “La ortodoxia: una estrategia de poder”, Bohemia, La Habana, 14 de enero de 1951.
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