Evaluar para Mejorar No para competir y descalificar

IMESA como oportunidad pedagógica para las secundarias

21/07/2015
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La escuela forma parte de una sociedad de derecho, se constituye en un espacio de transmisión de saberes social, económica y culturalmente significativos. En este sentido, la secundaria es un lugar clave como espacio de encuentro entre pares e impares. En tanto lugar de pertenencia genera trayectorias de aprendizajes bien diversas que cargan de sentido este nivel del sistema, posibilitando un verdadero camino de construcción de ciudadanía democrática, de un pleno derecho de todos/as los/las adolescentes a estar, ser y sentirse parte de ella.

 

La secundaria es obligatoria desde el año 2006, que es el punto que marca y sella a fuego la tercera ley de educación nacional –Ley 26.206- que establece la obligatoriedad de la escuela secundaria para todos nuestros jóvenes en edad escolar. Incluyendo por primera vez a inmensas cantidades de pibes y pibas que, junto a sus familias han sido “los invisibilizados”, “los olvidados” por la escuela secundaria del siglo XX. Los que ya formaban parte y quienes irrumpen en la escena escolar son los sujetos pedagógicos que pueblan hoy las aulas de nuestro país, haciendo efectivo un derecho garantizado por una ley que responsabiliza primero al Estado nacional y provincial y luego a cada escuela a cumplirlo.

 

En esta escuela de todos adentro, en la que tenemos que construir una cultura inclusiva al mismo tiempo que enseñar más y mejor, así como asumir y trabajar las dificultades de retención, desgranamiento y egreso de estudiantes, se hace necesario pensar y reparar en el valor de la evaluación como obtención de información relevante para la toma de decisiones y los cambios necesarios. IMESA –Índice de Mejora de la Educación Secundaria Argentina- es una herramienta de evaluación y de gestión, posibilitadora y garante de derechos y asunción de responsabilidades. Del derecho a estar en la escuela, pero no de un mero estar sino fundamentalmente de un estar siendo parte para enseñar y aprender. De un aprendizaje con calidad, y no puede haber calidad sin inclusión, es por ello que no podemos decir que un sistema educativo es de calidad, cuando en el no están todos los jóvenes incluidos. Nosotros como adultos debemos ser garantes de procesos formativos de calidad, bregando por el egreso efectivo de quien ingresa, trabajando cotidianamente en el ponele título a la secundaria, generando condiciones y situaciones de enseñanza y aprendizajes significativos. Es por ello que pensamos a IMESA, en el marco de una escuela secundaria en clave de derecho pero también en clave de responsabilidades, tanto para nuestros estudiantes como para los adultos. Los primeros como sujetos de derecho y asumiendo en forma creciente responsabilidades de estudio, de cuidado propio y de los demás, de participación, de mejores procesos y resultados de aprendizajes. Los adultos, docentes, como garantes del derecho de los y las estudiantes pero también como sujetos de la enseñanza y la gestión de las instituciones, como profesionales y trabajadores de la educación , con el derecho a la participación y toma de decisiones así como a la formación permanente, universal, gratuita y en ejercicio garantizada por un Estado Presente.

 

IMESA se constituye en una herramienta que tiene que ver con la evaluación, pero en contexto. La evaluación suele interpretarse a veces de manera univoca o aislada del contexto del que forma parte. Por eso, elegimos plantear la evaluación como un elemento más de un conjunto de procesos educativos que se desarrollan en el sistema educativo y en las escuelas. Que no es lo mismo que suponer que todo va a remolque de la evaluación como asunto salvador o sanador. Algunos piensan que la M de IMESA es de medición, y me permito aprovechar este furcio o confusión para dar cuenta de un problema bien serio e importante en términos pedagógicos. La M es de Mejoramiento no de medición. Lo cual nos permite discernir conceptual e ideológicamente en torno a un fenómeno tan relevante pero objeto de tantas confusiones como es la evaluación. La medición no es sinónimo de evaluación, sino un aspecto o componente relevante de la misma, tan importante como la interpretación, de los datos, de la información. Y esto ayuda a comprender también la relación entre las ideas de evaluación y control. El control (de gestión, de la enseñanza, de aprendizajes, etc.) es fundamental para evaluar, pero igual que la medición, es una acción asociada, no la única ni la más importante, sino terminamos reduciendo la evaluación al control. Estas reducciones son las que contribuyen a emparentar evaluación a calificación y en esta reducción se fortalece la concepción mercantil de la evaluación, alimentando las perspectivas de la obsesión resultadista ingredientes básicos de la evaluación neoliberal, que cotizan alto en las portadas mediáticas, aunque no tengan nada de novedoso. Y sino, fíjense, acá comparto un pasaje de un valioso libro de la década del 70 del siglo pasado.[1]

 

“ LAS NOTAS COMO CAPITAL

 

En algunas escuelas

las notas se convierten

en un fin en sí,

exactamente igual que el dinero

para muchas personas.

 

A los alumnos que obtienen

mejores notas (o más dinero)

se les considera como los mejores,

independientemente de cómo y por qué los han conseguido

y de cómo son realmente

como personas "

 

De allí que para muchos la evaluación sea la única solución educativa a cualquier problema escolar. Aceptar esta proposición no solo es una limitación sino que naturaliza las concepciones que solo restringen la evaluación como mero control o asunto de medición. Evaluación que solo persigue resultados que sentencian entre exitosos y fracasados, buenos y malos, ganadores y perdedores, victimas y culpables, omitiendo o ninguneando tanto los procesos que hacen posibles ciertos resultados como los contextos en que se producen, y los grises, que no son otra cosa que la complejidad, que expresa con más pertinencia los aconteceres de las escuelas y los procesos educativos, que no pueden explicarse de manera simple, lineal o a través de simplificaciones binarias.

 

La evaluación es fundamental para obtener información relevante del proceso educativo para la toma de decisiones que contribuyan a mejorar la enseñanza, los aprendizajes. La evaluación refiere tanto a los resultados como a los procesos que lo hacen posible.

 

Es por ello que IMESA es una herramienta de evaluación para que cada escuela pueda mirarse a sí misma, e indagarse respecto de su propio contexto e historia. Y desde el ministerio hacemos cada uno de estos encuentros para entregarlo en mano a cada directivo/a de escuela, porque es información para mejorar y revisar la propia institución entre sus protagonistas y no resultados para publicar , donde se comparan números, resultados, fuera de todo contexto y se contribuye a espectaculizar la competencia de los mejores y peores, fomentando las lógicas mercantiles del ranking descalificador y destructivo, en el que se salvan unos pocos y se hunden los que quedan por debajo, alimentando el estigma de la mala nota y el fracaso, consagrando esa vieja lógica del darwinismo social como justificación natural del mérito, del progreso y la mejor escuela.

 

IMESA como estrategia de evaluación que responde a la necesidad de conjuntar inclusión y calidad es un índice que se compone de tres indicadores:

 

•        La regularidad de las trayectorias de las y los estudiantes, que indica el tiempo medio que tarda un estudiante de la escuela en completar la educación secundaria.

 

•        Los resultados de evaluación de desempeño en Operativos Nacionales de Evaluación de la Calidad Educativa (ONE). Brindan un dato indicativo del rendimiento promedio de alumnas y alumnos.

 

•        Y la tasa de egreso, cuyo valor indica el porcentaje de estudiantes que se inscribieron en primer año y que completaron el nivel. La tasa de egreso refleja la finalización de los estudios de educación secundaria.

 

El primer objetivo de IMESA, como de su actualización es el trabajo federal e intercambio entre ministerios nacional y provinciales y las/los directivos de las escuelas con el fin de dinamizar y acercar el dato con la realidad (cualificar el dato con información y debate relevantes) información en beneficio de la calidad de lo que sucede realmente en cada escuela. Las escuelas son las beneficiarias de la información, que se transforma en un componente clave para evaluación y toma de decisiones de los directivos y docentes de la escuela. El IMESA es información que ha producido cada escuela, y el ministerio la devuelve organizada en estos tres indicadores y actualizada en función de los relevamientos anuales recientes. Para que pueda leerse, debatirse y trabajarse en cada escuela, en el marco de un proceso institucional participativo, así como en las jornadas de “Nuestra Escuela” el programa nacional de formación permanente de los docentes argentinos (2014-2016)

 

Hoy el desafío más urgente y sensible que tiene el sistema educativo es la escuela secundaria y por ello, venimos a presentar la actualización del IMESA, pero esto no es oportunismo sino de una herramienta que tiende a fortalecer la gestión institucional para acompañar y fortalecer trayectorias escolares de cada estudiante, a través de una política pública concreta enmarcada en el Plan Nacional de Educación Obligatoria y Formación Docente 2012-2016, herramienta federal decidida por todos los ministros de educación en forma unánime a través de la Resolución 188 en el CFE que venimos trabajando desde entonces.

 

El contexto en el que nos encontramos es bien diferente, a la escuela secundaria que transitamos muchos adultos. En la escuela de hoy se encuentran nuevos sujetos, que irrumpen en la escena escolar modificando ciertas lógicas y tradiciones escolares. Una de ellas, refiere a la autoridad, hoy se produce un trastocamiento de la autoridad dada –si pensamos en términos de los fundamentos de la escuela moderna- para dar paso a una autoridad construida desde la legitimidad. La autoridad no está dada nunca de antemano porque es una relación siempre en construcción, resulta necesario ir haciéndola en lo cotidiano, dotándola de sentido para poder legitimarla. Somos herederos no solo de la escuela de la imprenta sino de la escuela de un modelo de la autoridad de la imposición, porque a nosotros nos atravesaron dictaduras, democracias incipientes e interrumpidas. La convivencia democrática y la ciudadanía es una relación de filiación igual que la alumnidad. No se nace alumno, no se es alumno de movida, por generación espontánea, es una relación de filiación que se va construyendo, de igual modo que no se ser democrático si no se transita y crece en democracia, por eso es que hay que aprender ciudadanía democrática y entonces festejar y profundizar estos 32 años ininterrumpidos de democracia, con todos los desafíos para fortalecerla. También somos herederos de una escuela secundaria que tiene un diseño histórico excluyente. ¿Una ley alcanza? No. ¿Es una condición necesaria? Sí, pero no alcanza. Por lo tanto, hoy el desafío de la secundaria no es por ley, sino a partir de la ley, es un reto de la escuela, de la sociedad, es parte de un trabajo mano a mano en cada aula, en cada escuela, profundamente cultural.

 

En este sentido, me parece interesante pensar que la autoridad no es una cosa que se tenga, por eso no puede ni añorarse ni perderse, me parece más desafiante entender a la autoridad como una relación que se sale a buscar, que tiene que ver mucho menos con la imposición que con la confianza, de asumir un riesgo por un otro, desconocido. De allí su verdadera traducción etimológica, una autoridad que tiene que ver con aumentar al otro, empoderarlo. Prefiero la idea de autoridad que implica salir a buscar –como metáfora deportiva- a pesar de lo incierto del resultado, salir a buscar sabiendo que estamos perdiendo, pero que son 90 minutos, salir a buscar sabiendo que no alcanza con una jugada individual, que siempre es entre varios, y la gratificación de la jugada colectiva, salir a buscar sabiendo que siempre es en contexto, no es lo mismo jugar en la altura o con lluvia, que no es lo mismo de local que siendo visita, con la tribuna a favor o en contra, con o sin televisación, la autoridad se hace a mano y en contexto.

 

Si pensamos en más del 6% del PBI destinado a educación, se trata de una decisión política que evidencia el reemplazo de gasto por inversión, que se traduce en políticas públicas concretas - construidas de manera federal. Son 5 millones de notebooks, como acto de justicia social y reparación histórica de derechos para millones de chicos y chicas por parte de un Estado que se hace garante del derecho a la inclusión digital, a diferencia del Estado adelgazado y mínimo que deja en manos del mercado el acceso a la tecnología naturalizando privilegios.

 

Estas políticas posibilitan hoy que un alumno del Conurbano Bonaerense concurra a una universidad pública y vale dimensionar lo que significa y representa este hecho fundacional en miles de familias argentinas que celebran como una fiesta el ingreso de su hijo a la universidad. Lo que para algunos es solo un trámite, porque el ingreso a la facultad es parte de la tradición familiar para otras familias es una revolución, la conquista de un derecho, y esa conquista no es solo de un alumno o de una familia que termina la escuela y se anota en una Universidad Nacional, sino de toda una sociedad entera. Esta celebración revela una transformación cultural ¿Cuál? La misma que fue el cuaderno de clase de la primaria en la mesa de tantos hogares que iban familiarizándose con este objeto material de la cultura escolar del nivel primario, lo cual se constituyó en un indicio de la construcción de la cultura de la escuela primaria en las familias. Pensemos que esto recién está sucediendo ahora con la escuela secundaria. Somos la primera generación de argentinos que tiene esta responsabilidad y por supuesto el desafío enorme de construir cultura de una escuela secundaria inclusiva, para todos. Marcelo Urresti, destacado sociólogo que investiga sobre jóvenes, afirma[2] que las notebooks de Conectar Igualdad producen un hecho notable en términos sociales, culturales y pedagógicos: prestigian a cada estudiante en el seno de su familia. Y eso para mí es un indicio incalculable en términos de inclusión escolar, pero especialmente de apropiación cultural y ampliación de horizontes escolares. Porque indica que alguien que fue postergado y ninguneado por décadas fortalece su autoestima, se empodera y de este modo desafía la condena de las profecías autocumplidas, rompe con la naturalización de los destinos fijados de antemano y sienta raíces para ampliar el horizonte de lo posible, robusteciendo el nombre propio para dar rienda suelta a la confirmación del se puede y la condición de sujeto de derecho que desplaza la cadena perpetua de ser objeto de tutelaje y lo que siempre es peor, estar convencido de ser culpable del propio fracaso.

 

También cuando hablamos de evaluación, rápidamente se nos plantea el tema del facilismo y la exigencia. Asumamos la incomodidad de ponerle predicado al sujeto y ver de qué hablamos cuando decimos facilismo y qué es la exigencia. Con el IMESA pensamos en una escuela con inclusión y con calidad, no se trata ni de la excelencia que expulsa alumnos ni de buscar la inclusión sin enseñar, es otro el desafío. Tenemos al 82% de los chicos y chicas en el secundario. El primer reto de la calidad educativa es incorporar al 18% que aún no está en la escuela, al mismo tiempo que debemos lograr que quienes dejan la escuela regresen y todos la puedan terminar.

 

El facilismo o ser facilista es un problema, digámoslo, porque facilista puede ser el que no ve nada y hace que las cosas pasen sin que pase nada pero facilista también es quien se desentiende como adulto de una gran parte de los alumnos o quien no se da por aludido de quien tiene enfrente. O desentenderse como alumno de la propia responsabilidad con uno mismo o con los demás, o dejar de ser parte del lugar en el que estas. Resulta necesario reparar en el concepto de exigencia porque si se adueña de nosotros los adultos la perspectiva del fiscal, entonces solo iremos en busca de pruebas para poder descubrir al culpable y solo quedar a la espera del castigo como única y ejemplar solución. Creo debemos estar alerta con este desplazamiento del adulto, de profesor a fiscal, en tiempos de permanente judicialización. Entonces todo es una obsesión por encontrar culpables y la exigencia queda atrapada en una lógica de la culpabilización, más del fiscal y el abogado que del docente. El desafío de la escuela, y el docente como su artífice central es asumir la exigencia en términos de responsabilidad, no de culpabilidad, responsabilidad que significa hacernos garantes de los aprendizajes de los estudiantes

 

Los discursos de la evaluación como obsesión resultadista de la competencia como única y mejor convivencia, de la preminencia del docente como abogado y fiscal son parte del abono fértil que alimenta la idea que solo pueden existir buenas escuelas para pocos, y naturaliza la falsa dicotomía de que hay algunas escuelas que enseñan y otras que solo cuidan.

 

En la escuela inclusiva y de calidad cuando se enseña se está cuidando, y cuando se cuida se está enseñando. Porque enseñar sin cuidar es mera instrucción, y cuidar sin enseñar es puro paternalismo.

 

Lo que quiero decir es que la evaluación e IMESA es una oportunidad para discutir estas cuestiones y para, en todo caso, pensar como desarrollamos el desafío de la inclusión con calidad. IMESA nos permite obtener información significativa de primera mano para los docentes, para los directivos, en pos de mejorar la gestión en nuestras escuelas, garantizando el derecho a una educación de calidad. Porque si hablamos de evaluación, necesariamente tenemos que hablar de inclusión y si hablamos de inclusión tenemos que hablar de calidad. Por ello es que creemos y luchamos por una educación de calidad con todos adentro, aprendiendo más y mejor, y es por ello que traducimos inversión en políticas educativas concretas que garanticen el cumplimiento efectivo del derecho a la educación a todos los jóvenes de nuestro país.

 

Para pensar en la secundaria de hoy hay que desafiar a esa operación cultural como idealización del pasado y pensar que hoy el desafío está puesto en lo cultural en términos de ampliación de derechos, en términos de inclusión, en términos de calidad. Permítanme cerrar diciendo que la convicción de que el otro va a ser mejor, es uno de los ingredientes más importantes para poder encarar los desafíos de la escuela y particularmente de la escuela secundaria, estar convencidos - y no simulacro mediante- que los otros van a ser mejores que nosotros.

 

* Índice de Mejora de la Educación Secundaria Argentina – IMESA Síntesis de presentación en los encuentros que desde el Ministerio de Educación realizamos con miles de directivos de escuelas secundarias para entregarles en mano su IMESA y trabajar con ellos/as en su interpretación, análisis y potencialidades para el trabajo en cada institución luego. Para ampliar información ver http://mejoraeducativa.com.ar/imesa/documentos/IMESA/IMESA_Documento_Marco.pdf

 

Presentación ante miles de directivos. Entrega y actualización de IMESA realizada en 2015 en Capital Federal ( Prov. Buenos Aires y La Pampa/7 de julio) ( CABA, Chubut, Neuquén, y Pvcia de Buenos Aires/ 16 de Junio), Córdoba ( Prov. Córdoba, Santa Fe, Santiago del Estero y Entre Rios/23 de junio )



[1] Sorel Jansen y Jesper Jensen. El libro rojo del cole, pág.104 Ed. Nuestra cultura, Madrid 1977

[2] Le Monde Diplomatique Edición Nro 180 - Junio de 2014

 

https://www.alainet.org/es/articulo/171235
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