Producto del descontento, de la vorágine del neoliberalismo, el siglo XXI está marcado en Latinoamérica por el triunfo de varios gobiernos denominados de izquierda. Esta denominación es muy genérica. Aún no se ponen de acuerdo ni los propios teóricos de izquierda de cuál es el nombre indicado. Se le nombra desde “socialismo del siglo XXI”; "progresistas" hasta “populismo”, pasando por otro calificativo que ha ganado fuerza estos años, el de  “posneoliberal”.

Lo posneoliberal, como su propio nombre lo indica es lo que va más allá de lo neoliberal. La izquierda posneoliberal en Latinoamérica tiene características que se distancia del paradigma neoliberal. Lo primero que hay que tener claro es que ese “más allá” es como alternativa, no como mera continuidad. Lo posneoliberal –es decir un gobierno posneoliberal–, tiene como prioridad en su discurso lo público por lo privado, lo colectivo por lo selectivo y, lo social como eje de sus políticas, donde el Estado es central en la ejecución de ello. Por el contrario en el neoliberalismo, donde el rol del Estado es mínimo o sólo es funcional al gran capital, la mano invisible del mercado es la que regula las relaciones de producción tan necesarias para el desarrollo de un país.

Hay otras características más puntuales de la diferencia entre estos gobiernos denominados de izquierdas, o posneoliberales, con respecto a los gobiernos neoliberales en un sentido llano. En estos gobiernos hay mayor acceso a la educación pública, asistencia social y nacionalización de servicios que se privatizaron en el pasado, todo esto a contracorriente, donde se insta a los programas de ajustes estructurales y, a una mayor “competitividad” del sector empresarial. Pero una diferencia mayormente marcada es que empoderó a sectores sociales que históricamente fueron marginados e invisibilizados. 

Pero, la izquierda posneoliberal al mismo momento de encontrar su cenit, también tropieza, algunos de estos gobiernos hoy se encuentran sumergidos en escándalos de corrupción, patología social que tanto criticaron cuando estaban en oposición, algunos optan por hacer una renovación ética a lo interno, de “sacar a los mercaderes del templo”.

La izquierda posneoliberal tiene entre sus prioridades; la construcción de hegemonía a lo interno de la particularidad de cada país y, también la formación de alianzas regionales sólidas. Lo más importante para la construcción de ésta hegemonía es la cohesión de una base social que lo legitime. 

- Abdiel Rodríguez Reyes, Profesor de filosofía 

http://filosofiaysociedadpanama.blogspot.com.es/