La crisis de los refugiados: soluciones de corto y largo plazo

02/09/2015
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Dili, Timor Oriental, Septiembre de 2015 - Actualmente hay 60 millones de refugiados y desplazados internos en buscando seguridad, un refugio, un hogar y un futuro.

 

Todos sabemos que las causas profundas de esta crisis son la pobreza extrema y las guerras fratricidas, sectarias y religiosas. Es fácil decir que... debemos encarar las causas profundas de esta catástrofe del siglo 21. Nadie discrepa de esta gran afirmación. Pero esta creciente abrumadora crisis exige remedios urgentes de la comunidad.

 

Los europeos se enfrentan a un examen de conciencia moral y ético, un desafío extraordinario que inevitablemente provoca también cuestiones políticas y de seguridad reales. Sólo puedo simpatizar con ellos, ya que luchan con este complejo desafío.

 

La mayoría de los líderes políticos europeos se comportan de manera racional y compasiva, buscando soluciones urgentes. No obstante, algunos otros han inflamado descarada e irresponsablemente el clima político de Europa, instigando contra la inmigración y alentando la violencia y el rechazo a los refugiados.

 

El canciller alemán Ángela Merkel ha subido en mi estima ya que está comprometiendo a Alemania para acoger a un mayor número de refugiados y está presionando a los países asociados de la UE para aumentar proporcionalmente su aceptación.

 

Turquía, Jordania, el Líbano se sienten sobrepasados por la crisis de refugiados que emana de Irak, Siria y Libia. Los países de Asia - Irán, India, Indonesia, Malasia, Pakistán, Tailandia - han sido anfitriones de millones de refugiados durante los últimos decenios.

 

Demasiados refugiados han sido encerrados en centros de detención para refugiados, abarrotados durante demasiado tiempo, con sus vidas desperdiciadas, ya que la Agencia de Refugiados de la ONU ha sido incapaz de encontrar un hogar permanente para ellos.

 

¿Cuáles son los remedios inmediatos, a corto plazo?   ¿Cuáles son las respuestas a estos desafíos, a medio y largo plazo?

 

Australia, Nueva Zelanda, Canadá, los EE.UU. y Europa deben adaptarse para recibir muchos más refugiados, empezando por las familias con hijos pequeños y adolescentes.

 

Otros que han estado silenciosos en este tema, deberían aceptar un porcentaje proporcional de refugiados. Concretamente, países de América del Sur, como Brasil, Argentina, Chile, Perú, Bolivia, Colombia, Venezuela, todos con vastos territorios deshabitados que se beneficiarían en gran medida con la afluencia de estos refugiados.

 

Países de América Latina que como los EE.UU., Canadá, Australia y Nueva Zelanda, nacieron de un inmenso desplazamiento mundial de  gente de generaciones pasadas,  millones de personas huyendo de la pobreza y las guerras en Europa, para construir nuevas vidas en otras partes del mundo. Hoy, ellos deberían abrir sus brazos a sus congéneres, mujeres, hombres y niños, seres humanos que huyen de las catástrofes del Medio Oriente y África.

 

Todos estos países enfrentan grandes problemas económicos, así como graves problemas sociales y políticos. No están tan bien como los europeos. Sin embargo, los latinoamericanos tienen un gran corazón, son generosos y creo que abrirían su casa a los refugiados. Lo que necesitan es ayuda económica y financiera que les permita hacer frente a una gran afluencia de refugiados.

 

La Unión Europea, el Banco Mundial, las instituciones financieras regionales interestatales, los bancos comerciales y las empresas, se movilizarían e invertirían suficiente dinero como para ayudar a los países de acogida a absorber el impacto de los refugiados, creando nuevas oportunidades económicas para los refugiados reasentados.

 

Carlos Slim, el hombre más rico del planeta, a fin de cuentas proviene de una pequeña ciudad del Líbano. En toda América Latina se pueden encontrar individuos de enorme éxito que algunas generaciones antes huyeron de la pobreza en el Líbano y Siria.

 

Hoy ocupan posiciones de riqueza y poder político. Seguramente ellos serían los primeros en apoyar esta idea. La experiencia ha demostrado que los refugiados no han sido nunca una carga o una amenaza para los países de acogida.

 

De hecho, los refugiados han demostrado una extraordinaria resistencia y creatividad en la invención de medios de vida sostenibles por sí mismos, en actividades que van desde modestas tiendas de abarrotes o sitios para comer, hasta la agricultura y la ganadería, la acuicultura y un sin fin de diversas actividades económicas.

 

José Ramos-Horta

Premio Nobel de la Paz 1996. Ex presidente, ex primer ministro y ex canciller de Timor Oriental.

https://www.alainet.org/es/articulo/172123
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