La restauración conservadora en la región: Argentina en perspectiva
- Opinión
Los resultados en la primera vuelta de la elección presidencial en Argentina y la situación político-económica en Brasil abren interrogantes sobre el futuro de la región. Los partidos conservadores avanzan con el apoyo de sectores populares que se sienten cada vez menos interpelados por los gobiernos progresistas.
Unas líneas embriagas de desazón siempre le sirvieron a Gabriel García Marquez para confinar al olvido las malas jornadas. Bien conocidos son los contratiempos de Florentino Ariza en El Amor en los tiempos de cólera, cuando se autoinfligía placer/dolor sexual con nuevas acompañantes para imprimirse a flor de piel su penuria amorosa. Escribir estas líneas tal vez permita desahogar el desasosiego de muchos de nosotros ante la avanzada de los partidos conservadores o de derecha sobre las clases populares.
“No es el árbol quien abandona a la flor; sino la flor la que abandona al árbol “reflexionaba Edmond Dantés en El conde de Montecristo. ¿Por qué millones de argentinos se inclinaron por opciones electorales de estirpe neoliberal? ¿Son ellos quienes se retiran de posicionamientos cercanos a sus intereses o son las estructuras políticas que erran?
Millones de personas en la región han abandonado la más dura de las pobrezas. Algunos de los gobiernos de la región han comenzado a cumplir con la agenda pendiente de las deudas sociales que teníamos los latinoamericanos. La inversión en educación, salud, política social fueron record en los países con gobiernos de tinte progresista. A pesar de todo eso, la población está empezando a dejar de acompañar esas alternativas en Brasil y Argentina para pensar e inclinarse por opciones netamente conservadoras.
Lindos, empresarios, cuasi-carismáticos a robóticos, y con un discurso que se enraíza en una supuesta alegría, los Capriles y Macrisboys se extiende por la región para captar los votos de la NO confrontación y el SI a la Paz. Infiltrados entre las masas se reagruparon juntos a las corporaciones y formaron estructuras solidas capaces de disputar con discursos populares de igual a igual con los gobiernos que supieron decirle NO al ALCA y los organismos de Brenton Woods (Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etc.). Son los nuevos partidos de masas conservadores.
La flor del pueblo se aleja para acercarse al fantasma del neoliberalismo y de los grupos concentrados de poder económico y políticos. Ya hemos sufridos en otras oportunidades lo que autores han definidos como la restauración conservadora. Sabemos lo que significa volver a sufrir políticas de concentración del capital, donde siempre es necesario recurrir a la violencia para someter a la resistencia y hacer una brutal distribución del ingreso regresiva como mecanismo de disciplinamiento social tal.
Cayendo los bastiones de Brasil y Argentina -Partido de los trabajadores y el Kirchnerismo-, Ecuador, Bolivia y Venezuela debilitan sus posicionamientos antes una avanzada siempre de las derechas locales respaldadas por los Estados Unidos. Recordemos el rol sustancial de la UNASUR para frustrar los intentos de golpe en Ecuador (2010) y Bolivia (2008), sin ella y sin los presidentes progresistas de la región, un quiebre constitucional en ambos casos era ineludible.
En la región enfrentamos dos escenarios en lo inminente, la avanzada sobre Dilma y las elecciones presidenciales en la Argentina. Ambos casos son disimiles: Dilma sufre una avanzada de la derecha hacia su gobierno que en primer término le quedaría tres años, en cambio, Argentina se encuentra ante la primera elección que puede ganar un partido estructurado a la derecha que convoca a las masas como modo de legitimación.
Si bien existieron aciertos de la derecha argentina para tener los resultados de la primera vuelta que lo ponen a tiro a Mauricio Macri del candidato del Gobierno Daniel Scioli, los errores propios fueron aún más determinantes para entender la victoria por escaso margen del ex ocho veces campeón mundial de motonáutica. La elección por parte de Cristina Kirchner de un candidato no cercano al núcleo duro de su fuerzas, resquebrajaron hacia dentro lo que finalmente termino siendo decisorio a la hora de recoger apoyos para alcanzar la victoria por un margen mayor en las últimas elecciones. Las principales organizaciones cercanas al gobierno terminaron dando un apoyo distante y tibio a Daniel Scioli, constándose en la diferencia de votos recibidos entre el candidato a Presidente y los intendentes propuestos por la misma fuerza política en la Provincia de Buenos Aires, distrito que posee el 37% del caudal total de votos en el país..
Nos enfrentamos ante una dura realidad eso es innegable. Si todas las fuerzas que al menos les repulsa el neoliberalismo, no trabajan coordinadamente por evitar que Mauricio Macri llegue a la Presidencia de la Nación, Argentina será el primer bastión importante perdido ante la derecha en los últimos tiempos y con ello una inestimable perdida para las millones de desarrapados de la región diría Paulo Freire. Esto no solo sufrirá efectos locales sino a su vez en el resto de la región.
Como dijo Cristina Fernandez de Kirchner en su reaparición pública luego de las elecciones “No todos somos iguales, no busquen la imagen de tal o de cual dentro de nuestra propia fuerza. Somos distintos. ¿Pero saben qué? Somos una fuerza política que está dispuesta a seguir llevando adelante las políticas que han hecho grande a la Argentina y han hecho prosperar a los argentinos”. El Kircherismo en Argentina tiene una responsabilidad que sobrepasa su frontera y nuestra temporalidad. Resulta necesario dejar de lado las diferencias y apostar nuevamente, a robustecer una política que asegure que los oprimidos se emancipen, y de este modo, lograr que finalmente la flor no abandone al árbol.
Santiago Torres, politólogo.