El Espíritu de Bandung y la globalización
- Opinión
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento No. 504: 60 años después: Vigencia del espíritu de Bandung 25/05/2015 |
La Conferencia de Bandung (Indonesia 1955), que cumple ahora los 60 años, fue patrocinada, organizada y ejecutada en su totalidad por países de Asia y África. Constituyó la primera acción conjunta del Tercer Mundo en el período posterior a la 2da guerra mundial, independiente de los bloques polarizados entre Oriente y Occidente. La Conferencia da paso al reconocimiento del Tercer Mundo, el inicio de la cooperación Sur-Sur y la apertura de un proceso multipolar en el orden mundial.
El logro excepcional de la Conferencia de Bandung fue la adopción por unanimidad de los Diez Principios para abordar las relaciones internacionales, que encarnaban la idea común de la unidad del Tercer Mundo y la cooperación para la independencia nacional y la paz mundial. Por lo tanto, representa el Espíritu de Bandung. Los puntos destacados en los diez principios incluyen: el respeto de los derechos humanos fundamentales y de la Carta de la ONU; respeto a la soberanía e integridad territorial de todas las naciones; la no interferencia en los asuntos internos de otros países; la igualdad de todas las razas y de todas las naciones grandes y pequeñas; el respeto por el derecho a la autodefensa de todas las naciones; la no presión sobre otros países; el no uso de amenazas de agresión ni el uso de la fuerza contra la independencia política de cualquier país; la solución de todas las controversias internacionales por medios pacíficos; el respeto por la justicia y la obligación internacional; la promoción de los intereses mutuos y la cooperación. Esos principios trazaron un camino para el establecimiento de un nuevo orden político y económico internacional, razonable y justo. De hecho, el Espíritu de Bandung no sólo enfatizó en un mundo de cooperación e integración, sino que también hizo hincapié en las normas universales sobre la soberanía, la justicia, la democracia y el derecho internacional. Ayudó a promover la cooperación Sur-Sur, así como a mejorar las relaciones Norte-Sur. Reflejaba una visión común por la paz, el desarrollo, la cooperación y el beneficio mutuo.
Aunque han pasado 60 años desde entonces, creemos que el Espíritu de Bandung no está obsoleto. Varios cambios han tenido lugar en el cuadro general del mundo, nuevas oportunidades y nuevos retos aparecen aquí y allá. Especialmente, cuando la globalización se convirtió cada vez más en la forma de vida en las áreas económicas, políticas, sociales y culturales de todo el mundo, algunas personas tienden a pensar que muchos de los puntos en los Diez Principios ya no tienen validez y viabilidad. Pero la realidad habla de manera diferente.
La globalización es un proceso inevitable de la sociedad humana. Como resultado de este proceso, aumenta la interrelación global, la integración mundial se fortalece, la interdependencia entre los países se refuerza y una conciencia mundial comienza a emerger. Consecuentemente, se han producido enormes flujos de capital, materias primas, servicios, productos y personas, a través de las fronteras nacionales en muchas partes del mundo. Este es, sin duda, un proceso complicado, ya que la globalización actual está dominada por Estados Unidos y las potencias occidentales, mientras que los países del Tercer Mundo son meros participantes pasivos. El panorama general es que: la economía de mercado funciona como la fuerza motriz de la globalización, las empresas multinacionales actúan como pioneras de la globalización, la alta tecnología sirve para promocionar la globalización, y la teoría subyacente es el neoliberalismo, que se apega al conservadurismo político, se opone a la intervención del Estado en la economía y hace hincapié en el "orden competitivo". Bajo tal situación, la actual globalización está caracterizada tanto por ventajas como desventajas. Si bien puede proporcionar a los países del Tercer Mundo oportunidades de desarrollo, el proceso está lleno de diferencias, competitividad y conflictos de interés. Esto se refleja en hechos tales como: la creciente brecha entre el Norte y el Sur, entre países ricos y pobres, entre los que tienen y los que no tienen; la homogeneidad cultural, uniformidad y estandarización que anulan la diversidad y la pluralidad cultural; la explotación de los recursos en los países en desarrollo por los países desarrollados; el choque de civilizaciones y valores; etcétera.
Es cierto que muchos de los problemas importantes del mundo no se pueden resolver adecuadamente desde los distintos países de manera individual, y que sólo podrán ser tratados adecuadamente como cuestiones mundiales en el plano global. Problemas tales como la proliferación de las armas nucleares, las enfermedades epidémicas generalizadas, desastres ambientales, el cambio climático, el desarrollo sostenible, las crisis económicas y financieras mundiales, etc., en la era de la globalización, pueden abordarse de manera más eficaz mediante un esfuerzo global conjunto. Pero ello sólo se puede lograr exitosamente sobre la base de una buena cooperación y el apoyo activo de las naciones relacionadas. La acción global y el esfuerzo transfronterizo no niegan la soberanía de las naciones. Por no mencionar los casos de violación o agresión contra un país con la excusa de salvaguardar los derechos humanos o a nombre de castigar a dictadores y tiranos, etc. Sin lugar a dudas, los objetivos de oponerse a la hegemonía, a la agresión, salvaguardar la paz mundial y buscar la democratización de las relaciones internacionales, siguen siendo la tarea primordial del mundo de hoy. Muchos de los nudos del mundo actual, como el problema del Oriente Medio, el conflicto en torno a Cachemira, las disputas del Mar del Sur, así como las controversias fronterizas en diferentes partes del mundo, tienen sus raíces en el legado perverso del colonialismo y el imperialismo. La solución gradual de todos estos problemas está estrechamente conectada con la urgencia de reformular y mejorar el código actual de las relaciones internacionales en estos tiempos de globalización. Las potencias estadounidense y occidentales son las que han patrocinado y promovido la globalización, y en tal sentido las que han formulado las reglas de juego existentes de las relaciones internacionales del mundo actual y siempre actúan como juez y parte. Contra la situación de la globalización antes mencionada, podemos ver que los diez principios de la Conferencia de Bandung, o el Espíritu de Bandung, de ninguna manera están fuera de tiempo y bien podrían encarnar un nuevo significado hoy.
Si bien el panorama actual de la globalización tiene sus debilidades, sin embargo, como ya hemos dicho, es un proceso mundial objetivo, independiente de la voluntad del ser humano. Sabemos que ningún país puede lograr el desarrollo y el despegue del crecimiento bajo una política de autarquía, detrás de una puerta cerrada al mundo. La participación en la globalización es un camino indispensable para el desarrollo de los países. Deben ser capaces de aprovechar las oportunidades de la globalización, capitalizar las ventajas que puede tener el recién llegado, y así acelerar su desarrollo. La tendencia de mantenerse alejado de la globalización y seguir el camino del nacionalismo no conducirá a ninguna parte. Una política de autarquía nunca podrá evitar el atraso. Por lo tanto, un mundo de apertura, de inclusión, de cooperación, interdependencia, complementariedad y de beneficio mutuo, así como la búsqueda de un terreno común sin negar las diferencias, es la meta que anhelamos y que nos esforzamos por alcanzar. La sociedad humana definitivamente necesita una globalización de ganar-ganar, de la igualdad, de la convivencia.
- Gao Xian (1928) es profesor en la Academia China de Ciencias Sociales (CASS). Fue Secretario General del Centro de Estudios del Tercer Mundo, CASS; y profesor en universidades de EE.UU.
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