Fundamentalismo contra tolerancia

20/11/2015
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Condenables desde todo punto de vista son los actos de la noche del 13 en Paris, cuando terroristas islámicos asesinaron o hirieron a víctimas de 17 nacionalidades; o los más recientes hechos en Mali.

 

Condenables también, las venganzas de gobernantes que ordenan aventar bombas que matan con intención o “por error”, pero con premeditación y ventaja, a militares o médicos, hombres o mujeres, viejos o niños.

 

Unos y otros dividen el mundo en buenos y malos; y castigan para imponer como verdad única, la de ellos.

 

Hay cierta similitud entre la carnicería injusta y criminal causada por quienes se explotan para que mueran otros; y quienes sin dejar de hablar de democracia, arman a los que detestan para defender sobre todo sus intereses económicos y geopolíticos.

 

Hace cinco años se inició el conflicto en Siria que ha ocasionado millones de muertos y heridos y crecientes éxodos de refugiados que destruyen a cientos de miles de familias.

 

Hace casi 15 años que el presidente Bush de Estados Unidos, declaró oficialmente que algunos países árabes eran “el demonio”, que debía ser perseguido y eliminado; y las bombas que entonces empezaron a caer, siguen cayendo de cerca o de lejos, como en la Guerra del Golfo, y con un pretexto o con otro.

 

Hace aún más tiempo que los países occidentales que ahora se quejan, arrasaron pueblos, establecieron fronteras, cambiaron nombres, impusieron presidentes “democráticos” y alteraron formas de vida, en su beneficio.

 

Y mucho más, que desde Occidente salieron los Cruzados dejando a sus mujeres metidas en cinturones de castidad, para violar a las ajenas y apoderarse de esas naciones de “infieles”.

 

Los hechos terroristas en Paris, no tienen excusa alguna y son totalmente reprobables; pero ese pasado aquí resumidísimo, dejó heridas y resentimientos que emergen a la menor provocación y son atizados por mentes extremistas y enfermas.

 

Años, décadas y siglos han pasado sin soluciones acordadas y pacíficas; y la violencia ha escalado, hasta llegar a los atentados de estos días en Francia.

 

Pero responder al terrorismo con bombas, es también matar indiscriminadamente y hace el juego a quienes buscan crear terror en lugar de abrir paso a políticas de paz y entendimiento.

 

El miedo paraliza sociedades y países y lleva a preferir prescindir de libertades, a cambio de seguridad; como se vio en Francia, cuya Asamblea aprobó esta semana extender por tres meses el estado de excepción que limita las garantías individuales.

 

El miedo ataca así mismo, a los criminales por fanáticos que sean; y para envalentonarse recurren a drogas que los vuelven más violentos, como el Captagon que se asegura consumieron los matones parisinos esa noche.

 

Ojalá lleguemos a conocer que fue, lo que hizo coincidir esos crímenes con la negativa europea a recibir a refugiados que llegan huyendo de sus países natales, por los mismos horrores; causados con armas proporcionadas por quienes hoy los rechazan, impulsando la intolerancia frente a toda la población musulmana.

 

Y mientras el mundo con razón se horroriza y la ONU no reacciona con fuerza suficiente, siguen los negocios con la venta de armas.

 

Ni siquiera EU las ha podido, o querido, controlar dentro de su territorio; pese a las frecuentes matanzas de niños y jóvenes.

 

Y en tanto no existan controles universales para ese comercio de ganancias multimillonarias, paralelamente a los gastos en armamento de naciones y particulares, aumentará el número de criminales; y se fortalecerá una industria surgida por el miedo.

 

Los difíciles momentos actuales debieran servirnos en México, para advertir el peligro que representa el fanatismo de quienes se sienten iluminados, dueños de la verdad y los únicos puros.

 

No es difícil caer en la falta de tolerancia; muestras de esa actitud tenemos acá muchas, recientes y no tanto.

 

Como las agresiones desde el poder contra inconformes y periodistas; los crímenes homofóbicos y los bullyngs escolares.

 

Los muchísimos años con una sola religión oficial y obligatoria.

 

Las actas de nacimiento que declaraban “naturales” a los niños nacidos fuera de matrimonio; situación que terminó apenas en 1975, cuando se celebró en la Ciudad de México, el Año Internacional de la Mujer.

 

La Inquisición patrocinada por la Iglesia Católica y cuyas ejecuciones por pensar diferente, no se han calificado como terrorismo; pero mantenían a la gente aterrada.

 

Y la prohibición de enterrar en panteones a los no bautizados, pecadores públicos, duelistas y suicidas; que debían ser dejados como dice la canción El Barzón, fuera de los cementerios o en “tierra bruta, donde los trille el ganado…”

https://www.alainet.org/es/articulo/173727
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