Crímenes mediáticos: omisiones y falsos positivos en torno a Venezuela

El diario El País publicó, en los primeros cinco días posteriores al asesinato de Luis Manuel Díaz, 11 notas, haciéndose eco de la supuesta culpabilidad del gobierno.

06/12/2015
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Caracas. El tratamiento político comunicacional de lo que sucede en Venezuela será, en algún momento, un caso de estudio sobe el rol de los medios en esta época histórica.

 

Amparados por un sentido común hegemónico que tiende a otorgarle credibilidad automática a lo publicado por las empresas de comunicación, los principales medios internacionales considerados “serios” ejercen una posición predominante en el mercado de la información instalando matrices de opinión con un claro sentido geopolítico. La velocidad de circulación de los mensajes, que tiene entre sus características el rápido pase a otro tema, colabora en la impunidad para sostener afirmaciones falsas o incurrir en graves omisiones, prácticamente sin consecuencias.

 

Ente los muchos casos posibles de analizar en una sociedad denominada “de la información”, podemos tomar uno de extrema actualidad: el tratamiento de los principales diarios del Reino de España respecto a la situación en Venezuela.

 

Un análisis exhaustivo llevaría miles de páginas. Sólo abordaremos un tema, por la importancia política que le fue otorgada por estos medios, en articulación con otros poderes no periodísticos. Se trata del tratamiento comunicacional del asesinato del dirigente opositor venezolano Luis Manuel Díaz, la noche del 25 de noviembre de 2015, en Altagracia de Orituco, estado Guárico.

 

Repasemos brevemente el caso: ese día, apenas culminado un acto de campaña en el que la figura central era Lilian Tintori, esposa del dirigente opositor Leopoldo López, desconocidos dispararon contra Díaz, asesinándolo. Luis Manuel Díaz era secretario general municipal de seguridad del partido Acción Democrática (AD). De inmediato, Henry Ramos Allup, máximo dirigente del partido a nivel nacional, informó a través de twitter que Díaz se encontraba en la tarima del acto junto a Lilian Tintori, y que había muerto “por disparo arma de fuego hecho por bandas armadas PSUV desde vehículo” (sic). Es decir, acusó directamente al gobierno, lo que pocas horas después fue replicado por Tintori, que incluso señaló que había sido un atentado contra su vida, afirmando: “Me salpicó la sangre”. Con esta frase tituló El País, de Madrid, una de sus notas informativas, un día después del hecho.

 

El suceso alcanzó pronto repercusión internacional, de la mano de los medios privados más poderosos. El hecho fue aludido, entre muchos otras figuras políticas de alto nivel, por el primer ministro británico, James Cameron; el secretario general del Consejo de Europa, Thorbjorn Jagland, el ex presidente de Chile Ricardo Lagos; el presidente español Mariano Rajoy y el ex presidente Felipe González, en una carta abierta en la que consideraron que el hecho ejemplificaba que “el ambiente electoral está dominado por la violencia, las amenazas y la intimidación a la oposición”. La precandidata demócrata a la presidencia de EEUU, Hillary Clinton; el secretario general de la OEA, Luis Almagro y el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, tuvieron similares apreciaciones.

 

Con el correr de las horas, aparecieron varias contradicciones. Las más evidentes fueron que Luis Manuel Díaz no se encontraba en la tarima junto a Lilian Tintori y que no se le había disparado desde un vehículo. Nuevas informaciones revelaron que Díaz, además de su actividad política, estaba involucrado en un grupo delictivo dedicado al secuestro, la extorsión, el abigeato (robo de ganado) y el sicariato o asesinato por encargo; y que se hallaba amenazado por integrantes de una banda rival.

 

Finalmente, el 30 de noviembre fueron detenidos tres implicados en el asesinato, quienes reconocieron que se trató de una disputa por negocios del hampa. A esa altura, la verdad no tuvo tanta repercusión como las primeras denuncias: Ramos Allup y Tintori no volvieron a comentar el hecho. Tampoco quienes habían dado por válidas las denuncias. Pero veamos la cobertura mediática.

 

El diario El País de Madrid publicó, en los primeros cinco días posteriores al asesinato, 11 notas referidas directamente al hecho, haciéndose eco de la supuesta culpabilidad del gobierno, en el marco de la persecución a opositores. Para culminar el sexto día con la publicación completa de la mencionada carta de Rajoy, Felipe González, Jagland, Lagos y Cameron, denominada “Venezuela grita libertad”. En varias de las notas se hacía referencia a la necesidad de investigar y esclarecer rápidamente el caso. Similar comportamiento tuvieron todos los grandes medios, como si estuvieran cartelizados.

 

Sin embargo, la propia noticia del esclarecimiento fue invisibilizada por estos mismos medios, incluyendo El País. En los primeros momentos, se omitió la información sobre las actividades delictivas en las que se hallaba involucrado Luis Manuel Díaz, a pesar de que inmediatamente se halló abundante evidencia de estas circunstancias. También se omitió que Díaz se encontraba amenazado por una banda rival, que venía asesinando a sus compañeros de delitos. Todos elementos de vital importancia para comprender el contexto de su asesinato.

 

La única mención al tema realizada por El País en estos días es muy significativa: se trata de una nota titulada “El chavismo intenta liquidar la reputación del opositor asesinado”, publicada el 27 de noviembre. El artículo -que es uno de los pocos traducidos al portugués- plantea que “el chavismo pasó a la ofensiva (sic) para tratar de liquidar la reputación de Díaz, a quien asocian con la violenta dirigencia sindical surgida paradójicamente al amparo de la llamada revolución bolivariana”.

 

Es decir que brindar información sobre un tema de alto impacto político, incluso internacional, y sobre el que se le acusa al gobierno, es visualizado como “pasar a la ofensiva” para volver a matar a Díaz, esta segunda vez moralmente, al asociarlo a “la violenta dirigencia sindical amparada por la llamada (supersic) Revolución Bolivariana”, una última afirmación que es por demás discutible y que no se argumenta en lo más mínimo.

 

A su vez, el artículo remata el párrafo planteando que esto fue “una respuesta a la extendida condena que ha recibido la violencia política surgida en 15 días de campaña electoral”. En síntesis, no es que el gobierno estaba informando sobre la realidad, sino que es sólo es una respuesta a la condena promovida por El País y los principales medios y líderes capitalistas del mundo.

 

Posterior a la detención de los asesinos, ningún titular de El País consignó este nuevo hecho, que había formado parte central del reclamo inicial. La cobertura directamente no informó ni quiénes fueron los detenidos ni lo más importante: que reconocieron haber participado del crimen, confesando sus móviles. Sencillamente, porque esos datos apuntaban en la dirección “incorrecta”, de acuerdo al objetivo político del medio en relación al hecho.

 

En sintonía con estas omisiones, ninguna de las personas que se mostraron escandalizadas inicialmente rectificaron sus opiniones, y mucho menos pidieron disculpas. Se hizo y se hace como si nada hubiera pasado, sosteniendo de este modo la matriz ya instalada, aunque sea comprobadamente falsa.

 

La reflexión que queda pendiente, entonces, es con qué objetivos concretos hacen se construye esta estrategia. Esta noche, en caso de triunfar nuevamente el chavismo, acaso los mismos actores que la promueven respondan a esta pregunta. Y más que con palabras, con acciones.

 

@FVicentePrieto

 

Fuente: http://notas.org.ar/2015/12/05/crimenes-mediaticos-omisiones-falsos-positivos-venezuela/

 

 

Para ver trabajos anteriores:

 

>> Notas - Periodismo Popularhttp://bit.ly/1zTCeaR

>> Telesurhttp://www.telesurtv.net/staff/fprieto

>> ALAI - Agencia Latinoamericana de Informaciónhttp://www.alainet.org/taxonomy/term/22004

 

Una versión más completa de este análisis se encuentra aquí:  http://www.alainet.org/es/articulo/174053

 

https://www.alainet.org/es/articulo/174052
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