Chicago: O’hare Airport
- Opinión
El viernes 1ª de enero de 2016, una joven estudiante de clase media, de nacionalidad colombiana, M.A.R.V, que regresaba al Aeropuerto O’HARE de Chicago, Illinois en los Estados Unidos tras pasar las fiestas de fin de año junto a su madre en Quito, Ecuador, vivió una verdadera pesadilla al ser humillada, vejada y, finalmente, deportada por funcionarios policiales en dicha terminal aérea. Seguramente hay cientos de casos como éste y del que nos enteramos solo cuando se trata de un pariente, una hija política, como es el caso. Al más puro estilo de la Gestapo, la muchacha fue aislada en un cuarto, sometida a un interrogatorio bajo amenazas hasta hacerla vomitar aterrorizada. Se violó su privacidad, revisando su equipaje hasta destrozar su maleta, revisando sus mensajes privados de teléfono móvil, cuentas de Internet, sin que mediara ninguna acusación formal.
A la distancia se advierte cómo los Estados Unidos y su mentada democracia se está convirtiendo en un Estado Policial, donde las hermosas palabras del presidente Obama no pasan de ser un “wishful thinking” en las prácticas de funcionarios necios y agresivos que gozan de absoluta impunidad ante una jovencita latina inerme. Esta pesadilla la sufren muchas familias latinoamericanas que ven partir a sus hijos detrás del supuesto “sueño americano”, transformado una horrenda pesadilla alimentada por el delirio paranoico contra el terrorismo o el tráfico de drogas.
Es bueno que la opinión pública americana sepa de estos atropellos a la dignidad de las personas en los aeropuertos de los Estados Unidos, donde se degrada cotidianamente a jóvenes estudiantes, sea por el color de su piel, sea por su religión o simplemente por hablar en otra lengua. Es bueno que la opinión pública americana sepa del modo en que son tratados muchos estudiantes latinoamericanos en el país del norte. Es bueno que la opinión pública americana sepa que las fuerzas policiales y migración de su país están violando los más elementales derechos de las personas en su propio territorio.
Como suprema ironía, este triste y vergonzante episodio ha tenido lugar en Chicago, estado de Illinois, precisamente donde el actual presidente de los Estados Unidos Barack Obama ejerció como Senador. Ante estos atropellos a la dignidad de la persona humana no es posible presentar una queja formal ante el gobierno de los Estados Unidos, pero, en cambio, sí es posible y necesario manifestar una protesta como ciudadano por el estado de degradación de las autoridades migratorias estadounidenses y el maltrato que le dan a sus semejantes por el solo delito de ser extranjeros.
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