El último kilómetro
- Opinión
Luego de años de concubinato PS-PDC-PPD-PRSD-PC, los mil metros finales de la Nueva Mayoría deparan “sorpresas anunciadas”.
Desde temprana edad –gracias a la educación recibida en el liceo fiscal “Luis Cruz Martínez”, de Curicó- hice piel el refrán chino que reza: “todo largo camino comienza con un primer paso”, lo cual viene a certificar que las grandes tareas deben enfrentarse con esforzados trabajos específicos, menores tal vez, cuya sumatoria alcanza el todo.
Salir de la inercia, romper la inmovilidad, despertar el seso y alentar el músculo, no es tarea fácil realmente, aunque en esencia resulta menos complicado que las demandas surgidas en los metros o días finales de la tarea misma, cuando el cumplimiento de esta pareciera encontrarse a tiro de piedra.
El último kilómetro es siempre el más duro y difícil, cansador, agobiante. No hay que extrañarse si en esos postreros metros fenece un proyecto, como tampoco debemos alarmarnos si en los tramos postreros cambia de rumbo y se las endilga directamente hacia las trincheras adversarias dispuesto a unírseles.
Soy un convencido respecto a que en el último kilómetro, proyectos, personas, equipos, etc., son proclives a buscar sus raíces y a ellas apuntar las intenciones positivas.
Al igual que un moribundo, el último kilómetro se asemeja al aliento final de quien es consciente de estar pronto a dejar esta vida y que, en consecuencia, desea marchar desestibando las cargas pesadas de su propio pasado, por lo que ante la extrema unción dada por el sacerdote o el pastor reconoce sus pecados y revela las intenciones que muchos de sus actos perseguían.
Eso permite el perdón a partir del arrepentimiento. Las puertas del Paraíso podrían abrirse para recibirlo. Es así en casi todas las vicisitudes de la vida… menos en política, pues ahí no hay Paraíso, y el perdón es tan falaz como el arrepentimiento mismo, por mucho que el nivel de este sea mayúsculo.
¿Se da cuenta cuán importante es tener claridad respecto del último kilómetro? Fue en él donde falló la justicia en el caso SQM, en el caso PENTA, en la colusión de las farmacias y la colusión de las avícolas, en el caso CAVAl, en la colusión del papel, en fin, en esos y en todos los casos donde la corrupción hizo carne en políticos y autoridades.
Para estos individuos es suficiente sanción mostrar cierto grado de “arrepentimiento” y seguir transitando y negociando por la ruta de la seda.
Además, ellos no solicitan el perdón suyo, amable lector, lo que piden es el perdón de sus pares, de sus iguales, pues el arrepentimiento eficaz –para estos caballeros- va por la vía del reconocimiento del error, de haber hecho mal las jugadas…pero no por haberlas hecho, simplemente.
Los mil metros finales siempre deparan sorpresas, y no sólo en el maratón. Vea usted lo que está sucediendo con la derecha chilena. Existe un clima de desesperación en la tienda de Jaime Guzmán.
El gran líder, Jovino -el único que aún no siendo dirigente ni parlamentario cuenta con oficina propia en la sede de la UDI- ha logrado escapar de varios delicados problemas que casi le sacan definitivamente del mundillo de la política, pero salvó sus nalgas merced a la presión que efectuaron dirigentes y parlamentarios de todos los colores ante la fiscalía para que se le dejara en tranquila libertad. Para sus detractores, una vez más, en la puerta del horno…
Mientras, en la acera de enfrente, cual anciana quejumbrosa, la Nueva Mayoría se siente algo enferma. No se trata ya de un simple constipado ni de una gastritis, pues los años pesan y cualquier resfrío común la tira a la cama.
Ha sabido sobrevivir a muchos avatares desde los tiempos finales de la dictadura; incluso decidió cambiar de nombre ya que el original con el que fue bautizada –Concertación de Partidos por la Democracia- rememoraba promesas incumplidas y traiciones varias. Pero, llegó al último kilómetro y la verdad aflora en los postreros metros, como bien sabemos.
En ese bloque, sus integrantes están plenamente de acuerdo respecto a lo que no quieren, pero discrepan con fuerza en lo que sí quieren, y ello divide, desgasta, asfixia.
Vea usted el caso del partido demócrata cristiano. Hoy, esa tienda ha ido sacándose la careta de “centro” poco a poco, pues cada día alguno de sus líderes sorprende a la opinión pública con declaraciones que ya se las quisieran en la UDI, en RN, en Amplitud o en CHIVA (Chile Vamos).
“Que regrese a sus orígenes”, apuntan en la derecha, frotándose las manos, pues con esa frase le recuerdan a los chicuelos de la vieja Falange que ellos se desprendieron de las mozalbetes filas que -en la primera mitad del siglo pasado- conformaban la juventud del partido Conservador.
En este último recorrido, luego de 17 años formando parte del bloque político que primero se llamó Concertación y luego Nueva Mayoría, el PDC comienza a desvestirse de sus ropajes de “centro izquierda” -Burgos y Walker mediante- para tranquilizar a las huestes de sus verdaderos aliados, aquellos con los que en la década de 1970 conformó la sediciosa y golpista CODE, la cual coadyuvó certeramente para derribar la democracia y abrir camino a la dictadura y al neoliberalismo salvaje.
Antes de abandonar estas líneas, es necesario dar una pasadita de aguja e hilo a los sectores oficialistas del PS (partido socialista), ya que ellos –o al menos sus dirigentes- de manera voluntaria (y me atrevo a decir, ‘alegre e informada’) se sumaron a la cofradía de corruptos que cambiaron de “fe ideológica” sumándose a la pandilla de expoliadores encabezada por reconocidos miembros del ‘pinochetismo’ que aguaron el caldo de la justicia, castraron las esperanzas del pueblo concertacionista que había votado NO en el plebiscito de 1988, y que instalaron en el país –con sólidas cadenas de amarre- un sistema capitalista de tan salvaje estructura que hoy, en Argentina y Uruguay, por ejemplo, se le conoce como “neoliberalismo a la chilena”.
Los socialistas que forman parte del actual gobierno de Michelle Bachelet son conscientes de estar viviendo el tránsito de los últimos mil metros.
Saben que el futuro no es halagüeño para ellos e intuyen que dentro de la coalición gobiernista poco pueden hacer para revertir la realidad, y debido a esa certeza bajan los brazos permitiendo que, una vez más, la derecha económica imponga a sus “quintacolumnistas” al interior de las filas de la tienda popular, o ex popular. Nombres como el de Ricardo Lagos Escobar vuelven a reverdecer laureles junto al aplauso cerrado de los asistentes a Casa Piedra.
Es el último kilómetro también para este PS… lo que venga más allá de ese tramo es cuestión desconocida, aunque la fría realidad y los hechos concretos permitan vislumbrar un golpe de timón en su mesa directiva y, con ello, se entablará la lucha interna que sectores jóvenes y consecuentes tendrán que dar contra los actuales “renovados a la fe neoliberal”, como Andrade, Letelier Morel, Allende Bussi, Rossi, Díaz y todo el resto de habitantes del condominio de Ali-Babá.
Como es posible deducir, hay mucha historia –y no toda buena- entre aquel primer paso del largo camino y el último kilómetro del mismo.
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