El caso latinoamericano y caribeño

Los avatares del crecimiento y desarrollo político (XV)

01/02/2016
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15ª Parte.

 

Apreciábamos las condiciones complicadas en que el líder sindical, Lula, recibe el gobierno de manos de Cardoso, economista aquilatado internacionalmente. Brasil pedía recolocarse en lo regional e internacional. Lula, tras veinte años de lucha política por llegar a la presidencia, ahora dirigiría al país, con retos extraordinarios, herencia o rezago de gobiernos anteriores. Por ello dedicó tiempo y esfuerzos para lograr entornos de gobernabilidad. Arduas negociaciones conformaron un sostén parlamentario en base a una mayoría minoritaria del PT (la base política de Cardoso mantiene 54.1% de los asientos, 25% el PT y aliados, 11% de otros partidos oposicionistas y 10% de partidos heterogéneos).

 

Su gabinete, en una economía financiera global, había de lograr credibilidad. Antes de tomar posesión (enero-2003) anuncia al médico Antonio Palloci, (ala moderada del PT) como Ministro de Economía y Hacienda y Henrique Meirelles, ex directivo del Bank of Boston y diputado federal del (PSDB), al Banco Central. Así se conforma el llamado “presidencialismo de coalición”. Moderación y cumplimiento de compromisos históricos del partido (ruptura con la política económica del FMI, entre otros), buscará en un proceso de lucha entre facciones, que debilitan la fortaleza y cohesión del ejecutivo.

 

 Si hacemos un paréntesis, podríamos ver que estamos ante una ola de retorno, en unas partes y fortalecimiento en otros, del dominio transnacional de nuestras economías. Así pareciera por las graves circunstancias que se viven en Brasil –que precisaremos más adelante- la llegada de la derecha a la Argentina y el triunfo de ella en el Congreso Venezolano, así como los ataques del gran capital al interior de Nicaragua, Ecuador, Uruguay y otras naciones de Latinoamérica y el Caribe. A ello se une la incongruencia de posiciones, corrupción o discurso radical de fuerzas de avanzada, en un buen número de países de la Región, cuando en muchos casos, podría ser buen pretexto para fortalecerse y obtener puestos de mando que les lleven a corregir, si es el caso, lo que ocurre en la actualidad, terminando con la pulverización de la izquierda, que ahora muestra.

 

Apuntalan y en muchos casos provocan el cuadro complejo que surge de la sumatoria anterior, la crisis de la economía planetaria escenificada en la caída de los precios de las comodities, y del barril de petróleo que mantuvieron, por casi dos décadas, la ilusión de que la economía basada en las exportaciones –prohijada por el gran capital- era puerta al beneficio en el medio plazo y salida firme a la pobreza y miseria de cerca del 50% de los latinoamericanos y caribeños y las brutales consecuencias de ello. Ver: http://manuelyepe.wordpress.com/

 

 Las resultantes de este escenario fueron vistas con claridad en la CELAC que culminó hace unos días en Quito Ecuador (27-28-enero-2016). Allí se detuvieron varios procesos en marcha, por posiciones contrarias –si bien cuidadosamente expresadas- de diversos gobiernos “envalentonados” por la actitud de la Argentina, derechizada recientemente. Esta realidad –efímera como hemos señalado analistas y científicos sociales- por primera vez desde su creación, precisó dos tendencias muy claras que conviven en la región: los ungidos al yugo transnacional y por ende al imperio mayor y el grupo de países progresistas que pugnan por el desarrollo de condiciones favorables al crecimiento de su economía con sentido sustentable en su mercado interno y bienestar creciente de sus grandes mayorías.

 

Esta dicotomía de acciones, requiere un profundo análisis que nos aclare y de estrategias para darle la vuelta al proceso. Habrán de encontrarse medidas para encausar la riqueza obtenida de la exportación y otros mecanismos para la obtención de recursos -existentes o por crearse- porque las exportaciones daban cuantiosos recursos, hoy mermados y en un tobogán de precios que, cuando fueron vigorosos, no se usaron, también, en el fortalecimiento constante de mercados internos e inversiones en infraestructura útiles a nuestros pueblos, si bien sacaron de la miseria a millones de ciudadanos, hoy en peligro de retornar a sus orígenes vergonzantes. Según Oxfam, el año pasado el 1% más rico del planeta era dueño del 48% de la riqueza del mundo. Las sentidos tienden a empeorar: en el 2016 ese 1% tendrá más del 50% y en el 2019 más del 54%.

http://blogs.elpais.com/contrapuntos/2015/03/pobreza-y-desigualdad-en-america-latina-1980-2014.html

 

 Volvamos al Brasil, integrado por estados federados con competencias notables, fragmentadas entre opciones políticas. Los gobernadores elegidos serán más independientes que con Cardoso, quien pudo controlarlos por su endeudamiento; con Lula tendrán más autonomía, plena capacidad de negociación tras ser regulados en sus finanzas. No dependerán en demasía del Gobierno Federal. Además, por recientes reformas, Lula no dispondrá de discrecionalidad para decretar “medidas provisorias” con que contó Cardoso.

 

  Por tanto, lo político reducía su margen de maniobra, además, Lula enfrentó crisis por: tipos de interés del 22%; el Real, devaluado casi un 60% (2002), cambio respecto al dólar entre 3.50 y 3.80; deuda administrable, moderada respecto al PIB, pero amplia (de 600.000 millones de reales la pública -55% del PIB- y 30.000 la exterior); economía sin crecimiento y desempleo cerca del 19% en São Paulo; baja de la inversión extranjera y previsiones de crecimiento económico, debilitados por el fantasma de la temida inflación, consecuencia de la indexación de la economía al dólar.

 

 Había que potenciar al Estado para generar recursos y apuntalar programas sociales y económicos: combate a la pobreza, fomento de exportaciones, generación de empleos, reducción de altas tasas de criminalidad e integración de los excluidos; cubriendo compromisos financieros, del anterior Gobierno con el FMI (30.000 millones de Dls. y obligación de mantener superávit fiscal del 3.7%). Lula debía emitir señales de calma a los mercados e impulsar reformas (política, fiscal, administrativa) con opciones al reprobado modelo neoliberal. En el plano exterior había que consolidar los pasos de Cardoso e ir más allá. Ver: http://www.integracionsur.com/sudamerica/CumbreSudamericanaBrasilia2000.pdf

 

Lula buscaba equilibrio activo entre costos y beneficios y ser referente para la izquierda regional. Buscar alternativas al modelo neoliberal, que no redujo desigualdades, ni logró crecimiento económico sostenible. La política exterior será primordial para un desarrollo alternativo: especial trato a relaciones con Argentina y la integración subregional; fortalecimiento del Mercosur y su reconstrucción, compromiso para hacerlo zona de confluencia de políticas industriales, agrícolas, comerciales, educativas, científico-tecnológicas, educativas y culturales, enfrentando desafíos macroeconómicos; ruta hacia la moneda única, y un Banco de Fomento y Desarrollo del Sur. El Pte. del PT, Dirceu, afirmaba que Lula no tendría “disparidad con los estadounidenses”. Pero “inquietaban” buenas relaciones personales de Lula con Venezuela, (Hugo Chávez) y Cuba, (Fidel Castro).

 

 Durante sus ocho años como Jefe de Estado, Lula hizo reformas y radicales cambios que produjeron la transformación social y económica de Brasil, desarrollándole como potencia mundial. Su gobierno fue clave para los éxitos económicos de su país, en particular en materia de reducción de la pobreza. Para ello se opuso al modelo económico de Cardoso. Pero en la práctica quedó en el discurso; el país continuó sobre principios similares. La política en tasas de interés, cargas tributarias, responsabilidad fiscal, trato gobierno-Banco Central y FMI fueron casi las mismas. Lo extraordinario es que sin cambiar, cambió. Se significó por resultados económicos positivos (baja inflación, alta tasa de crecimiento del PBI, reducción del desempleo, mayor distribución de ingresos y aumentos en balanza comercial). También resaltó por incentivos a exportaciones y microcréditos. Su hecho económico más visible fue liquidar, anticipadamente, las deudas con el FMI y el BIRF.

 

 Al principio del gobierno de Lula, las cuentas bancarias estaban en los 70 000 000 millones, ocho años después eran 115 000 000 (incluyendo 26 000 000 de jubilados). Fortaleció el mercado interno a través de: aumento en salarios, diversificación de créditos y facilidades a la clase media para acceder a ellos. Cuando la crisis de fines del 2008, Lula expresó abierta crítica al sistema financiero internacional y al Gobierno de EU en particular:

 

Dijo: “Nosotros limpiamos nuestra casa. Ellos no. Pasaron las tres últimas décadas diciéndonos que necesitábamos hacer nuestra tarea. Ellos no la hicieron. No quiero ser verdugo de Bush, pero necesito saber cómo debo programarme. (Los países ricos) necesitan asumir su responsabilidad (pues los países pobres) no pueden convertirse en víctimas del casino instituido por la economía estadounidense”. http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-112806-2008-10-05.html

 

Ciudad de México 31-enero-2016.

V_barcelo@hotmail.com

https://www.alainet.org/es/articulo/175146
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