Repercusiones del golpismo brasileño en Bolivia

21/04/2016
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No va haber golpe

 

En el Brasil ha comenzado la implementación directa y efectiva de la conspiración y Golpe de Estado por determinación de la alianza orquestada por los poderes transnacionales, la burguesía financiera, terrateniente y comercial, los oligopólicos medios de comunicación, las iglesias evangélicas y los partidos neoliberales y conservadores, algunos ex aliados del Partido de la Trabajadores (PT), en contra de la presidenta Dilma Rousseff, a través de un espurio, escandaloso e ilegítimo “proceso político” parlamentario, en el contexto de la ofensiva regional del imperialismo.

 

A diferencia de otros países de América Latina y el Caribe, la importancia estratégica internacional y regional del poderoso país amazónico es incuestionable y lo que ocurra en las próximas semanas en Brasil marcará la tendencia en los países vecinos y en los avances realizados en la integración y unidad con la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), así como en su papel en el proyecto BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) que comenzó a adquirir un peso geopolítico mundial.

 

 La acción desestabilizadora comenzó prácticamente antes de que Rousseff consiga la reelección, a finales de 2014, con una campaña organizada, meticulosa, sistemática y sostenida con millonarios recursos internos y externos, con poderosos medios como la cadena OGlobo y la revista Veja, viejos políticos como José Serra y Fernando Cardoso y ejecutada por el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, acusado de ser comandante de una red de corrupción, y el actual Vicepresidente Michel Temer del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB). En las últimas semanas, junto a Dilma Rousseff se puso el ex presidente Lula Da Silva, quien mostró su fuerte liderazgo y arraigo social popular con posibilidades de ser nuevamente candidato.

 

Bajo el mismo formato se han ido desarrollando las actividades desestabilizadoras en Venezuela, Ecuador y Bolivia y en Argentina le dio frutos al ultra-neoliberal Mauricio Macri que ahora ataca a los trabajadores y al pueblo desde el gobierno.   

 

Dos aspectos contradictorios son altamente importantes en el proceso brasileño: de manera negativa, la burocratización del PT y del gobierno, la corrupción en PETROBRAS que alcanzó a importantes dirigentes de ese partido, el alejamiento de las bases sociales del campo y la ciudad, las concesiones a los partidos conservadores y la aplicación de medidas neoliberales y, de manera positiva, la reacción popular del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), de los sindicatos de la Central Única de Trabajadores (CUT) y otras organizaciones populares que han lanzado la consigna de impulsar movilizaciones, paros y acciones directas en caso de que la conspiración continúe y vulnere el proceso democrático.

 

Las repercusiones de la conspiración en Brasil sobre Bolivia están relacionadas a la guerra sucia mediática y política realizada antes, durante y después del referendo del 21 de febrero, por los dirigentes de la oposición, algunos medios de comunicación y agencias de noticias, las redes virtuales, los obispos de la iglesia católica y los diplomáticos de la Embajada de Estados Unidos.

 

Esta ofensiva reaccionaria deberá ser respondida, en primer lugar con la profundización del proceso de cambio con la adopción de medidas antiimperialistas desde el gobierno, en segundo lugar con la organización, coordinación, politización y movilización del movimiento nacional y popular encabezado por la Central Obrera Boliviana (COB), el Consejo Nacional por el Cambio (CONALCAM), los Movimientos Sociales y el Movimiento al Socialismo (MAS), en tercer lugar con la incorporación a niveles ejecutivos de dirigentes de la COB y CONALCAM, en cuarto lugar con una radical lucha contra la corrupción y el ejercicio del control social y la fiscalización sobre las empresas estratégicas y los ministerios y en quinto lugar con la implementación acelerada de los planes de industrialización, de producción agropecuaria campesina para fortalecer el Estado Nacional y el Mercado Interno. 

 

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Eduardo Paz Rada

Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/176919
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