Rumores del averno

06/05/2016
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Podríamos darnos por “dichosos” si colimados por los rumores imperialistas.

 

En días recientes la capital del país despertó bajo el rumor “oficial” de que el peso cubano convertible sería apareado al cambio con el peso cubano. Las sucursales bancarías y los cajeros automáticos se vieron desbordados por miles de personas que acudían a sacar sus cuentas bancarias. Cerca de mediodía el noticiero de televisión leyó una nota que aclaraba que lo sucedido no era más que un rumor. Como la guerra es a pensamiento intentarán desmantelarnos a golpes de rumores.

 

Una Cuba medio desmantelada a golpes de rumores sería eficaz casi para nada.

 

Barack Hussein Obama habría cumplido, en tanto activo fijo de la CIA, con su encomienda de su segundo periodo como Presidente de los EEUU.

 

La Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (ANAP), promovió una nota aclaratoria que desmiente la posibilidad de exportación de café hacia los EEUU al margen de su compromiso con el gobierno revolucionario de la isla. Y de paso desmiente otro rumor.

 

El Canal de Televisión capitalino CH-TV en su noticiero vespertino del día 5 de mayo de 2016, insertó un comentario harto tonto acerca de la génesis y objetivos de los rumores; culpando a los cubanos de a pie, como si un desliz evitable sin implicación política. Es una pena porque está considerado como el canal provincial más importante del país.

 

Sin propósito alguno de prestidigitación epistemológica nos interrogamos ¿las condiciones expuestas por Cuba para el avance en esa normalización históricamente dependen de, y comienzan por la responsabilidad de Cuba?

 

En realidad, la confrontación entre Cuba y los EE.UU. se sitúa en el un plano cultural, ideológico que permite al sitiador –recordar siempre que el bloqueo se mantiene activo-, “brincar” hacia la zona sitiada en una especie de tour de prospección camuflado con ropas alegóricas a ese espacio. “Textos” como José Martí, la bandera cubana (apareciendo junto a la estadounidense), frases cotidianas cubanas en castellano: “Si se puede”, “que bolá”, “béisbol” más que “la pelota”, o “cambios” han sido resemantizadas por el mismo presidente Barack Obama en su discurso durante su visita a Cuba, hacia una implicación cultural que la desenhebre de sus reales significaciones en tanto “textos” actuales de la cultura cubana.

 

¿La razón?

 

Junto con Brian Glicki(1) reflexionamos que es harto previsor no sumergirnos innecesariamente en la “piscina de la información” que las agencias gubernamentales angloestadounidenses utilizan para dividir a los grupos políticos y activistas sociales, bajo la perspectiva de predisponerlos a uno contra el otro. La colocación en las redes sociales y digitales de chismes acerca de las tensiones, rivalidades y desacuerdos enhebra intensiones sórdidas dentro de una sociedad. Cuanto más se transmitan “oficialmente”, persona a persona, o a través de problemas de los grupos con que subvertir su trabajo, será más beneficioso para el sistema. La CIA, por ejemplo, tiene la tecnología para leer el correo sin abrirlo, y la red telefónica (ahora digitalizada) se puede programar para grabar cualquier conversación en la que especifiquen o se utilicen términos políticos. Es necesario tener en cuenta que la mejor manera de reducir las tensiones y hostilidades, y el impulso a los chismes mutuos es hacer el tiempo para el debate abierto, honesto para la resolución de cuestiones "políticas". Algo que las agencias gubernamentales estadounidenses intentan subvertir a toda costa. No se debe aceptar de ellas todo lo que uno oye o lee, consulte con, o acerca de la supuesta fuente de la información antes de actuar sobre ella. La comunicación personal entre los activistas sociales distanciados, por difíciles o dolorosas, podría haberse contrarrestado en muchas operaciones del FBI, que demostraron su eficacia en los años sesenta. Cuando se escucha un rumor negativo, confuso o potencialmente perjudicial, es preferible no transmitirlo. En su lugar, es mejor hablar con un amigo o con las personas de su grupo que se encargan de hacer frente a la intervención encubierta.

 

Cuando se tropieza con materiales falsos, historias falseadas por los medios de comunicación, degradar públicamente a los mismos y exponer la verdadera fuente, en la medida en que uno pueda. Algo de lo antes escrito puede, desde la relación entre saber mutuo y memoria común retrotraernos hacia la época del COINTELPRO en los EE.UU. El asunto radica en que su recursividad se actualiza constantemente a través de la interacción que nos ocupa; hasta dar la impresión de que la suavidad “smart” que utiliza el sistema para sugestionarnos hacia una pasividad acrítica nos lleva a calificarnos o significarnos mutuamente de paranoicos.

 

Desde lo que Glick denomina “engaño como Ciencia” se advierte que los libros de texto de psicología social enumeran varias formas en las que el público puede ser engañado por, a nuestro entender, la comunicación deshistorizada. Las audiencias son más propensas a aceptar una idea, si creen que se escuchó “sin querer” o que la “descubrió” al margen; hay una tendencia natural a resistirse a un mensaje que se presenta de una manera firme, mientras que habrá reacción mucho menos negativa si el público escucha el mismo tema en un contexto que es relativamente "materia-de-hecho", (sic). Como si un deslizamiento o resbalón comunicativo hacia –o desde-, una oreja no “planificada”; por casualidad, o imprevisión. Los comentarios más obvios: “mengano se jubiló”, “sustituyeron a zutano”; “esperancejo vino para ¿quién sabe?” O “pirindingo está enfermo ¿de?”. Incluso la resemantización “perturbadora” de “el presidente vino con, y se moverá en “la Bestia”, pueden a través de una manipulación comunicativa deshistorizada, devenir en signos con varias significaciones “fabricadas” que impliquen a una desmesura semántica para sugestión hacia un sonambulismo muy útil al implantar fetichismos. Las personas, según Glick, son más propensas a cambiar realmente sus opiniones si reciben un mensaje de una variedad de fuentes informativas que se refuerzan mutuamente la una a la otra. Tienden a aprobar una declaración hecha por alguien que es de alguna manera correlativa a ellos, un experto “reconocido” en el tema en discusión, o uno que comienza por expresar una opinión con la que el oyente (espectador o lector) está muy de acuerdo. En algunas circunstancias, la información hacia una comunicación –que debería ser convertida, mediante la relación entre saber mutuo y memoria común, en conocimiento en contexto histórico-, puede hacerse más potente, por contrasentido, mediante la incorporación de argumentos deshistorizados, que tienden a manipularla, ejemplo: “la relación entre Cuba y los EE.UU., expeditará inexorablemente la derogación de la ley “pies secos pies mojados”, a partir de ahí los emigrantes cubanos hacia los EE.UU., estarían en igualdad de condiciones con el resto. Lo que provocó una reciente crisis migratoria cubana en Costa Rica en medio del proceso de normalización.

 

Al mismo tiempo dar la impresión de que se está oyendo ambos lados del debate; lo que a menudo espolea la falsedad de que un conjunto particular de creencias es más ampliamente aceptado de lo que realmente es. Y donde un cambio de comportamiento específico es el objetivo pretendido de una comunicación; extremadamente útil para conseguir que los miembros del grupo que sirve de objetivo, expresen la idea públicamente (comprometiéndose así con ella) o participen en la conducta deseada que de alguna manera les resta compulsión. Incluso hasta asumir la “propiedad” de la idea, ejemplo: la imposibilidad de consenso social mediante el diálogo a partir de que se asuma una política o ideología alguna. En cualquier caso, la tendencia es a continuar la defensa de la opinión o acción e internalizar a esa información como conocimiento en contexto histórico.

 

La dominación comunicativa para deshistorizar al ejercicio del poder imperialista, de forma discreta y consistentemente aplica estas normas buscando cambios profundos y de largo alcance a favor de sus intereses en las sociedades contra las que se dirige; incluso, brincando al interior de una zona sitiada por ellos mismos.

 

Algunas de las razones son relativamente sencillas. Las personas que forman parte de los grupos comparten valores comunes y costumbres con miembros de otros grupos de su misma cultura o Cultura; aún si responden a criterios políticos diferentes. Ser víctimas de una campaña de comunicación conque intentar debilitar la resistencia más tenaz a cambiar, a través de medios de información –más que de comunicación-, anuncios de televisión, artículos de noticias, dibujos animados, vallas publicitarias amañadas; mensajes en las redes digitales existentes –debates ofensivos, pulóveres, el cine-, que deshonren a los oponentes vinculándolos a causas “impopulares” por politizadas o ideologizadas, o celebrándolos como objetos de ridículo. Si la mayoría de los adultos todavía se aferran a sus creencias originales, inculcar en los más jóvenes la asunción del beneficio banal de la duda históricamente amnésica sobre sus mayores. Así, la cadena de autoridad se debilita y las tradiciones se desvanecen en la desmemoria del presentismo consumista.

 

Independientemente de que la transmisión de información se utiliza, indistintamente, para cambiar las actitudes humanas y sus comportamientos; o simplemente para conseguir que las personas actúen desde una información falsa, la identidad de grupo es la clave que la interacción que nos ocupa busca manipular.

 

La pertenencia al grupo impone ciertas normas de comportamiento en lo individual. El individuo no puede dejar de actuar de una de manera en que se tengan en cuenta las expectativas del grupo en su conjunto. Esos son los valores compartidos que llevan a cabo en común dentro del grupo y da forma a la conducta de sus miembros. Y, al mismo tiempo, estas costumbres se ven reforzadas por la membrecía en adhesión a los mismos. La interacción que nos ocupa, tiene que manipular a la identidad de grupo. Intentar el desafío de las ambiciones colectivas creando la ilusión de que un cambio (que no sea un salto hacia fuera de la zona sitiada persiguiendo a la democracia estadounidense, en el caso de Cuba) significativo que se está llevando a cabo, en realidad no lo es; porque dentro de la zona socialista sitiada no existe expectativa posible. De cualquier manera los que forman parte del grupo deben ser, inexorablemente llevados a cambiar su propio comportamiento individual, sin que importe la interacción con el grupo, hacia lo que se considera una ética para la evolución en espacio “democrático”.

 

La manipulación cultural que activa y actualiza a la interacción entre la deshistorización en el ejercicio del poder imperialista y la dominación comunicativa, debe penetrar a los individuos y sus grupos, aprender cómo los diferentes eventos, situaciones e imágenes influyen en las acciones de su cotidianidad; el autismo que padece la cultura del capitalismo que manifiesta la hegemonía angloestadounidense misma está obligada a diseñar e imponer las interpretaciones “textuales” de otras culturas convenientes a sus intereses; desplegarlas comunicativamente en aquellos espacios como si auténticas: “¡ah, verdad, “sí se puede se semantiza aquí como lo dijo Barack Hussein Obama al final de su discurso en el teatro Alicia Alonso! ¿Cómo no nos habíamos dado cuenta antes? Este tipo sí que conoce a los cubanos; claro, es un mulatón de allá.”

 

Si se contemplan cambios imprevistos en el comportamiento del objetivo a someter, el dominador tiene que descubrir qué obstáculos prácticos son los que podrían impedirlos. Esto sucede cuando las estrategias comunicativas de deshistorización del poder imperialista, devienen en viejos tabúes que han sido ya desglosados (decodificados) por la resistencia. La subversión cultural –por comunicativa-, debe entonces tratar de minimizar las consecuencias negativas a experimentar por los miembros del grupo que sigan las sugerencias introducidas por la interacción que nos ocupa; que se encuentren las medidas adecuadas comunicativamente disuasorias para implementar y reforzar "Recompensas psíquicas."ii(2) Los profesionales de las agencias de inteligencia angloestadounidense, son conscientes de que el “cambio” lleva tiempo; de que cualquier intento de establecer o invertir las tendencias sociales tiene que ser necesariamente una operación a largo plazo, para que la intervención sea expuesta como lo que es y facilite el petardeo. Barack Hussein Obama, el “Estoico”.

 

El Coronel Michael Dewar, un especialista de la inteligencia militar británica, explica la filosofía del cambio de esta manera:

 

"[La] tendencia es que la mente se deje llevar por la regularidad y la rutina. Se tiende a prestar menos atención a eventos que ocurren una y otra vez y no es bueno en las detecciones marginales o cambios graduales.”iii(3)

 

Con independencia del rumbo serpenteante que asuma el proceso de normalización de las relaciones bilaterales entre Cuba y los EEUU, el objetivo siempre será matarnos lentamente a rumorazos.

i

(1)Brian Glick. COINTELPRO Revisitado, espionaje e interrupción. Traducción de Víctor Andrés Gómez Rodríguez.

http://whatreallyhappened.com/RANCHO/POLITICS/COINTELPRO/...

ii (2)Brian Glick. Obra citada.

iii (3)Coronel Michael Dewar. El arte del engaño en la guerra, A David & Charles militares libro, Devon, 1989. Pág.10.

https://www.alainet.org/es/articulo/177263
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