El intríngulis de una democracia como expansión de la amnesia histórica

10/06/2016
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Existe una interacción imperialista escabrosa entre democracia y amnesia histórica inducida.

 

“Después de haber dirigido la propaganda estadounidense durante la Primera Guerra Mundial, Walter Lippmann había adquirido la profunda convicción de que las personas son fundamentalmente manipulables. Para Lippmann, la democracia era por consiguiente imposible de alcanzar y debía considerarse sólo como un señuelo para obtener la anuencia de los administrados.” Thierry Meyssan

 

El actual concepto de democracia (esencialmente “representativa”) se introyecta en el sentido común global como la única posible a través de la coerción bélica que ejerce la hegemonía angloestadounidense. Entonces, es una coerción cultural cuyas normas impone esa misma hegemonía.  

 

Con independencia de los cambios indispensables al modelo de socialismo cubano con que hacerlo sostenible, el proceso de normalización de las relaciones bilaterales entre los EEUU, y Cuba le impone a la isla un enfrentamiento previsto por parte de lo dilucidable ya como un cambio de método para conseguir los mismos objetivos históricos angloestadounidenses durante la re-colonización del país. Así a ojos vista la coerción bélica a ejercer en tal proceso de normalización (posible) por parte de las agencias estadounidenses a través de lo que de tiempo en la casa Blanca, le resta al “pato cojo” de Barack Hussein Obama es una ofensiva cultural donde la amnesia histórica inducida tiene un rol determinante.

 

Mientras los anglosajones trataban solamente de marcar la imaginación de su gente y de convertir la aprobación de la guerra en un fenómeno de moda, los alemanes prefirieron tratar de hacer que la gente participara en las historias imaginarias que les contaban. Recurrieron al uso generalizado de los uniformes, que permiten al individuo desempeñar un papel, y la puesta en escena de espectáculos grandiosos  políticos y deportivos– que expresaban la opinión mayoritaria […] en aquel momento cuando se elaboró la «propaganda moderna», o sea la difusión de creencias que nadie puede criticar y a las que nadie puede dar marcha atrás. El individuo que ha participado en una marcha de las antorchas portando un uniforme negro ya no será capaz de cuestionar sus convicciones nazis sin cuestionarse a sí mismo y tendrá que revisar simultáneamente el pasado y su propia visión del futuro. Joseph Goebbels instituyó además un encuentro diario en el ministerio de Información donde él mismo definía los «elementos de lenguaje» que los periodistas debían utilizar. Ya no se trataba solamente de convencer sino de modificar las referencias de las masas. Los alemanes fueron además los primeros en controlar los nuevos medios de comunicación –radio y cine– y llegaron incluso a penetrar en los domicilios familiares instalando allí la televisión. […] [Tras concluir la 2da Guerra Mundial del siglo veinte] Contrariamente a la idea ampliamente difundida, los soviéticos no hicieron grandes innovaciones, exceptuando la reescritura del pasado. Borraron tal o más cual corriente de pensamiento retocando las fotos oficiales y haciendo desaparecer a los líderes que las habían representado. Mientras tanto, los estadounidenses desarrollaron el uso de la radio contra los soviéticos (Radio Free Europe) y del cine destinado a sus propios aliados (Hollywood). También innovaron creando organismos permanentes –supuestamente privados y de carácter científico– encargados de justificar a posteriori las políticas públicas. Se trata de los llamados «think-tanks», también llamados «tanques pensantes» o «laboratorios de ideas». Como indica su nombre, la función de estos órganos no es estudiar y proponer, como podrían hacerlo los universitarios, sino fabricar argumentaciones, en el sentido sofístico del término.”[1]

 

Durante el proceso de normalización enunciado los nuevos “uniformes” para uso masivo (global) impuestos por la actual hegemonía imperialista son, precisamente sus referentes culturales que a través del despliegue de una pasarela política se promueven hacia adentro de la zona sitiada; buscando homogeneidad en la apariencia externa que manifieste adhesión a esos objetivos históricos angloestadounidenses con respecto a Cuba. Todo está en “lucir” como una globo-individualidad deslocalizada que exprese a gritos de apariencia estar más que de acuerdo, cómodo con el tipo de democracia que tal hegemonía imponga; siempre y cuando uno quede “inserto” en zona global de consumo; aun si no se ha encaramado todavía en un bote para cruzar los cuarentaicinco minutos de distancia imaginaria con el “haven”.

 

Hasta el momento existe todo un “cosmos” de propuestas para el intercambio comercial y hasta chillidos en la Cámara de Comercio estadounidense, incluyendo una donación de arroz –dizque de la mejor calidad-, procedente de la gobernación de Missouri, el deseo obsesivo de situar una fábrica de tractores “Oggún” norteamericana en la Zona Especial del Mariel, con que surtir a los campesinos cubanos, y muchas, muchísimas propuestas para el intercambio comercial de allá para acá. No hablemos de los vuelos de allá para acá, más que de aquí para allá. Pero el dólar estadounidense continúa secuestrado por la OFAC, y se mantiene el vapuleo a terceros países que comercien con la isla en esa moneda. “Pobrecito Obama, al que nadie le hace caso”. Pobre patito cojo al que solo le resta exigirle a Cuba una prueba de “buena voluntad” democrática representativa. Bastaría con un “insignificante” repudio a la “dictadura” chavista y al día siguiente amanecería la capital política de Cuba inundada con cantidades inconmensurables de tarros de mantequilla de maní “made in USA”. ¿Para los simios?

 

Mientras, las acciones de esa pasarela no se detienen; mezclando lo peor del bodrio de la cultura masiva angloestadounidense con intercambios culturales auténticos como la visita y gira de orquestas sinfónicas provenientes de diversas academias privadas, exposiciones interesantes de artes visuales, visitas del jet-set –quizás «think-tanks» culturales- a “paladares” y espacios de show nocturnos cubanos y mucha, mucha propaganda “uniformada” de convocatoria a reproducir a la cotidianidad estadounidense imaginaria que promueven sus referentes. ¡Ah! Y la promesa de una avalancha del turismo angloestadounidense “uniformado”, que ahora mismo se mantiene en posición de “¡a sus marcas!”.

 

Las agencias trasnacionales de información han hecho caso omiso a la satisfactoria celebración en Cuba de la 7ª Cumbre de la AEC (Asociación de Estados del Caribe) que logró la asombrosa asistencia de alrededor de quince mandatarios o jefes de estado, y aprobó una Declaración que incluye la condena al bloqueo de los EEUU contra Cuba, el repudio a la permanencia de la ilegal Base Naval y cárcel en Guantánamo, el apoyo al diálogo dentro de las normas constitucionales en Venezuela, el repudio a las intenciones de Luis “Pinocho” Almagro desde la OEA (potingue yanqui al que Cuba no regresará ni loca), la ratificación del América Latina y el Caribe como zona de paz y una intensa convocatoria a que los países miembros se unan mancomunadamente para enfrentar las consecuencias terribles del llamado cambio climático provocado por los excesos del capitalismo. Y sobre todo a nunca olvidar, como expuso Hugo Chávez Frías en su momento, que hemos heredado un cúmulo de países desguazados por el colonialismo y el neocolonialismo.

 

La nota disléxica la dio el primer ministro de los Países Bajos (un tipo demasiado rubio y con poco sol encima), que prometió colaborar exportando el neoliberalismo europeo hacia el Caribe, las Antillas; mientras le recordaba a Raúl Castro –como si este último tuviese tiempo de sobra coma para pasárselo en el estadio Latinoamericano-, que el equipo de beisbol de Holanda estaba en su inmensa mayoría compuesto por negros antillanos, y le había ganado al equipo de Cuba, algo que el rubio holandés discierne como una prueba fehaciente del “desarrollo” pujante en las tierras de ultramar pertenecientes a la corona neerlandesa en el Caribe. ¿Habría que preguntar al gobierno bolivariano de Venezuela acerca del entuerto -estadounidense-, que Guyana ha provocado con el Esequibo? Otra manifestación del intento de amnesia histórica contra la región.              

 

Afortunadamente eventos como esa Cumbre confirman que el gobierno revolucionario pisa tierra firme al respecto, en dirección contraria al intento de normalización a lo angloestadounidense.

 

El tele-espectáculo global del descenso “afro-atlético” del “pato cojo” durante su visita a la Habana cuando no fue recibido por Fidel; y su insistencia discursiva en que todos “pasemos la página” de una historia deshistorizada a la que el gobierno estadounidense y su política convocan a la isla, ya se ha hecho cansina. Aburre. Por ahí se comenta de sus últimos viajes a Viet Nam y a Hiroshima pasando la página acerca de los genocidios perpetrados por el país cuyo gobierno hasta el año que viene preside. Ningún favor le hace a la Historia; ni siquiera a la suya personal.

 

Esperemos cuál es la “sorpresa” que nos pudiese deparar la posible primera mujer presidente de los Estados Unidos de “América”. ¿Un misilazo virtual o real?  ¿Cuál democracia?

 

 

[1]  Thierry Meyssan. Las técnicas de la propaganda militar. Red Voltaire. 16 de mayo de 2016. http://www.voltairenet.org/article191785.html

https://www.alainet.org/es/articulo/178048
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