Un nuevo observatorio
- Opinión
Al cumplirse diez años del comienzo de la fuerte represión desatada sobre el pueblo oaxaqueño, y poco antes de una nueva masacre que culminó con 11 manifestantes muertos, los días 13 y 14 de junio se realizó en ese estado mexicano un encuentro que culminó en la creación del Observatorio de Derechos Humanos de los Pueblos.
La iniciativa apunta a que los pueblos en resistencia cuenten con el respaldo de un organismo de la sociedad civil que permita enfrentar las sistemáticas violaciones a los derechos humanos en cualquier parte del continente. Esta construcción se concreta con fuerte participación de las comunidades oaxaqueñas organizadas y personalidades de “nuestra América Lapobre”1 y es resultado de los acuerdos emanados de la Asamblea de Pueblos en Defensa del Territorio, la Educación Pública y Gratuita y los Derechos Humanos, que tuvo lugar en febrero con participación de pobladores de todo el estado de Oaxaca. Esta asamblea estuvo a su vez precedida por el Primer Foro Internacional sobre Derechos Humanos, Militarismo, Paramilitarismo e Invasiones en América Latina, en agosto de 2014.
Mario Hernández Álvarez –profesor de la Universidad Nacional de Colombia– señaló en el encuentro que la perspectiva liberal de los derechos humanos es individualista y comienza por la libertad y la propiedad privada. Fue esa perspectiva, sin embargo, la que permitió la ampliación de los derechos a los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. La idea de “derechos de los pueblos”, apuntó, implicaría asumir una visión colectiva de los derechos, incluida la idea de los “bienes comunes” que no podrían ser objeto de apropiación privada ni de mercantilización. “La realidad no se oculta, está ahí. Somos nosotros los que la negamos. Desde sus orígenes, el sistema capitalista ha sido amoral y alegal”, enfatizó el periodista uruguayo radicado en México Carlos Fazio.
“Los pueblos organizados han venido expresando por distintos medios su resistencia al proyecto de muerte, saqueo, desolación y desplazamiento violento. Como respuesta, el Estado criminal, paradójicamente, criminaliza la protesta social y la pobreza”, señala la declaración final del encuentro. “Para esto se vale de la militarización y paramilitarización de la vida civil y la guerra contra un ‘enemigo interno’, definido por la doctrina de seguridad nacional de los Estados Unidos de América como hegemón del capitalismo mundial, que mezcla la lucha contrainsurgente y el supuesto enfrentamiento al narcotráfico, y termina en guerra sucia contra los pueblos, comunidades y organizaciones sociales y políticas opuestas a ese modelo de acumulación clasista, como es el caso actual de las maestras y los maestros en México.” El texto convoca a construir un nuevo tipo de democracia, “sustentada en las asambleas de los pueblos, practicada de manera directa, horizontal y colectiva, para construir una nueva representatividad e institucionalidad”.
Nota
1.Término acuñado por Julio E Suárez, “Peloduro”.
Semanario Brecha, 24 de junio de 2016
http://brecha.com.uy/un-nuevo-observatorio/
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