Las lecciones en Junio
- Opinión
En el mes de junio, en unas cuantas semanas, se ha impartido una verdadera cátedra que nos enseña y educa.
Se ha desnudado, una vez más, el carácter del Estado en México: en lo que se refiere a la llamada “Ley 3 de 3”, en cuanto los capitalistas les chasquearon los dedos, todos los poderes institucionales corrieron a corregir lo que no era del gusto de su amo. No conformes con saber que mandan, los grandes señores del dinero mostraron, a quien quisiera verlo, quién decide realmente. Desde el Ángel de la Independencia (para así burlarse de lo que representa), con trajes y corbatas de marcas exclusivas, un puñado de amos se manifestaron para así dar una clase de política moderna. “Nosotros mandamos”, dijeron sin palabras, “no nos gusta esa ley. No necesitamos poner muertos, ni hacer marchas, ni recibir golpes, humillaciones, cárcel. Tampoco necesitamos manifestarnos. Si ahora nos mostramos es sólo para recordarles a todos los políticos cuál es su lugar, a los que están en el gobierno y a los que aspiran a gobernar. Y a la prole, bueno, sólo para que se dé cuenta de cuánto desprecio nos provoca”. Después pasó lo que pasó: la legalidad del sistema (quienes la fabrican, quienes la ejecutan y quienes la sancionan), mostró su verdadera razón de ser: en unas cuantas horas, las “instituciones” gubernamentales se atropellaron para pedir disculpas y buscar cómo remediar el enojo de los grandes señores. Como capataces prestos a servir a los amos, los gobiernos se postraron y maniobraron para que la ley se adecuara a los designios del sistema. “Ni siquiera la leímos”, tartamudeaban los legisladores mientras hacían reverencias y se disculpaban servilmente.
Pero en cuanto el magisterio en resistencia, y las comunidades, movimientos, organizaciones y personas que lo apoyan, demandaron la abrogación de la reforma educativa (en realidad es sólo la plataforma para la precampaña presidencial del aspirante a madrina judicial, Aurelio Nuño), el gobierno y sus amos se dijeron dispuestos a todo (es decir a usar la fuerza) para defender “la legalidad”. Con aire más histérico que histórico, remarcaron que la ley no se negocia. Y lo declararon apenas unas horas después de que se humillaron frente al poder del dinero… para negociar la modificación de una ley.
No les importó insistir en la arbitraria imposición de una reforma educativa que ni siquiera han leído. Bastaría que le dieran una lectura atenta para que se dieran cuenta que de educativa no tiene nada. No deja de ser patético que la clase política, y medios que la acompañan, digan que defienden la institucionalidad, las leyes y la justicia, mientras se exhiben impúdicamente.
En junio la lección de arriba ha sido clara y cínica: en México el capital manda, y el gobierno obedece.
Las lecciones de abajo.
Por su lado, las maestras y los maestros agrupados en torno a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), así como las familias y comunidades que los apoyan, han dado también clases en las calles, caminos y carreteras del México de abajo.
En unas cuantas semanas han desmontado toda la escenografía construida por la clase política, después de varios años y mucha paga, para disfrazar, bajo el nombre de “Pacto por México”, la nueva guerra de conquista que se sintetiza en las llamadas “reformas estructurales”.
El digno movimiento de resistencia magisterial ha puesto también en evidencia la profunda descomposición de las instituciones gubernamentales federales, estatales y municipales. La corrupción, la ineficacia y la torpeza gubernamentales ya no se pueden ocultar detrás del maquillaje que, serviles, proporcionan los medios de paga y las redes sociales manipuladas con la misma impericia con la que gobiernan.
Para tratar de manipular el “mal humor” social y dirigirlo contra el magisterio democrático, gobiernos y grandes medios de comunicación de paga, montaron una impresionante (e inútil) campaña de calumnias y mentiras: los pobres no tienen gasolina, cerveza, trago, dulces y golosinas, pan de caja, y el olote molido que se vende como “harina de maíz”. Y la culpa es de los maestros. Pero no porque se inconformen, sino porque no son grandes propietarios.
Al menos acá en Chiapas, el supuesto desabasto de gasolina no fue sino una descarada especulación de los empresarios del ramo, que sabían que el precio subía el viernes y desde el martes empezaron a correr el rumor, en redes sociales, de la escasez. En las gasolineras, curiosamente, sólo había el combustible llamado diesel, que es el que no subiría de precio. Los despachadores dijeron que sí había, pero “el patrón dijo que racionáramos y luego que pusiéramos los letreros de que no hay. Y también le metieron mano a las bombas, así que los litros no fueron litros sino menos. Pero eso ya es de antes, aunque no haya bloqueos”.
Del mismo modo, la escasez de alimentos y productos perecederos se dio sólo en los grandes supermercados. En los mercados populares continuaban ofreciéndose frutas, legumbres, maíz, frijol, arroz, carne, huevos, sin que se hubieran aumentado los precios. Cierto, empezaron a escasear productos como bebidas gaseosas embotelladas, cigarros, cervezas y licores, así como lo que se conoce comúnmente como “comida chatarra”.
Los “intereses de terceros” a los que se refiere el gobierno cuando dice que son afectados, son nada más y nada menos que los intereses de las grandes empresas del capital comercial.
Mientras gobernantes, medios y redes sociales que los acompañan, se desgañitaban diciendo que el movimiento magisterial era sólo en los estados más pobres, cuyo retraso social es culpa, claro, de la CNTE, ocurrió que, en Monterrey, Nuevo León, miles de maestras y maestros tomaron, no una sino varias veces, las calles del otrora cubil del gran capital nacional, y demandaron la abrogación de la reforma educativa.
Cuando el magisterio en resistencia decidió abrir los bloqueos a autos particulares, transporte público, pipas y transporte local, pero no a los transportes de las grandes empresas, los capataces rugieron furiosos, amenazaron y exigieron que sí dejaran pasar las mercancías que alimentan al gran capital, aunque no transitara “la plebe”.
Y en los medios de paga: gran difusión a los aviones de la SEDENA, usados como camiones repartidores de Maseca (no de maíz), con los que iniciaba el vuelo la precampaña de José Antonio Meade para relevar a Aurelio Nuño como precandidato presidencial; mientras se ocultaba que otros aviones Hércules transportaban tanquetas antimotines y tropas de la policía federal a Chiapas y Oaxaca… y Guerrero… y Michoacán… y Tabasco… ¿y Nuevo León? ¡Ah, la rebelde geografía de la rebeldía!
No. A los de arriba no les interesan ni la educación ni los niños. Vaya, ni siquiera les interesa la supuesta reforma educativa. Ni el triste policía que despacha en la Secretaría de Educación Pública, ni ningun@ de l@s legislador@s que votaron la reforma, la han leído. Y cuando los maestros les plantean que tal o cual artículo es lesivo, voltean nerviosos a ver a sus asesores y guaruras, no sólo porque no saben qué dicen esos artículos, también porque no saben qué quiere decir la palabra “lesivo”. Lo único que les importa es colarse en la sucesión, es ver a quién le toca la candidatura presidencial en el PRI o en el resto de partidos políticos.
Pero, pese a amenazas, golpes, prisión y a la indignante matanza de Nochixtlán, Oaxaca, los maestros y maestras resisten. Pero ya no solos.
Cuando se esperaría que, después de una amenaza, disminuyera la presencia de personas en los bloqueos y plantones, lo que ocurre es que… llegan más maestros… ¡y vecinos de barrios, colonias, poblados y comunidades!
Así, el magisterio en rebeldía y el pueblo que lo apoya, concluyeron su cátedra pública, gratuita y laica del mes de junio y nos dieron una lección más completa: en México el capital manda, y el gobierno obedece… pero el pueblo se rebela.
Lo más importante.
Cuando, como zapatistas que somos, decimos que respetamos un movimiento, quiere decir eso: que lo respetamos. Quiere decir que no nos inmiscuimos en sus modos y tiempos, en su estructura organizativa, en sus decisiones, sus estrategias y tácticas, sus alianzas, sus decisiones. Todo eso que corresponde valorar y decidir a quienes lo forman.
Voten o no voten, se alíen o no con partidos políticos, dialoguen o no dialoguen, negocien o no negocien, acuerden o no acuerden, sean creyentes o ateos, flacos o gordos, altos o chaparros, bonitos o feos, mestizos o indígenas. Los apoyamos porque su lucha es justa. Y nuestro apoyo, aunque bastante limitado, es incondicional. Es decir, no esperamos nada a cambio.
Desafortunadamente, por nuestra esencia como EZLN, la mayoría de las veces nuestro apoyo no puede ir más allá de la palabra, y no son pocas las que debe ser en silencio. En el caso del magisterio en resistencia, bastantes acusaciones y presiones tienen ya, como para que ahora les carguen el estar siendo “manejados” o “infiltrados” por organizaciones político-militares.
Así que sépanlo bien en todo el espectro político: todo lo que ha logrado el magisterio en resistencia, ha sido, y es, con su propio empeño, con su decisión y con su perseverancia. Son ellas y ellos, los maestros de grupo, quienes han explicado su lucha, quienes han hablado en asambleas comunitarias, en barrios y colonias, quienes han convencido. A diferencia de otras movilizaciones, ahora el magisterio volteó a mirar hacia abajo y hacia acá dirigió su mirada, su oído y su palabra. Ha sido su resistencia la que ha convocado en su apoyo a voces tan distantes unas de otras. Bueno, al menos así ha sido, y es, en Chiapas. En lugar de calumniar o dar su nueva versión de la “teoría del complot”, los servicios de inteligencia (¡já!) gubernamental, así como medios que de ahí se nutren, deberían aprender de las lecciones de las maestras y maestros.
Nuestras limitaciones económicas (producto de nuestra rebelde resistencia, no de los bloqueos magisteriales), nos impedían, hasta ahora, mandarles a maestras y maestros, y a las comunidades que los apoyan, algo sustancial (por ejemplo, maíz y no maseca) que alivie las difíciles condiciones en las que resisten todas las guerras que hay en su contra.
Tampoco podemos hacer grandes movilizaciones, porque no tenemos subvención económica institucional, y cada movimiento, así sea mínimo o simbólico, debemos sufragarlo con nuestra muy limitada economía.
Sí, lo sabemos. Nos pueden decir ahora la consigna de “Ese apoyo no se ve”. Pero nosotras, nosotros, zapatistas, no queremos que se vea, ni que voten por nosotros, ni que se afilien, ni que engrosen la lista de siglas en que suelen convertirse los “frentes” y “frentotes”, ni que nos “paguen” de cualquier forma. Tampoco exigimos o esperamos “reciprocidad”.
Nosotros, nosotras, zapatistas, sólo queremos que las maestras y maestros sientan que los respetamos, que los admiramos y que estamos atentas y atentos, tomando el apunte de las lecciones que están dando.
Pensamos que hay que seguir resistiendo. Y hoy, en esta geografía y en este calendario, la resistencia lleva el rostro, la decisión y la dignidad del magisterio en rebeldía.
Para decirlo más claro: para nosotras, nosotros, zapatistas, lo más importante ahora, en este calendario y desde la limitada geografía en la que resistimos y luchamos, es la lucha del magisterio democrático.
La lección de los pueblos originarios.
Ojalá y se imponga el diálogo con respeto y verdad, y no como simulación que esconde los preparativos para nuevos golpes represivos. Ojalá se dé sin las bravatas y golpes de mesa a las que es tan afecto quien cree que manda.
Ojalá y el grupo gobernante, el gran capital y medios que los acompañan y sirven, dejen de estar jugando a arrojar fósforos encendidos en la pradera que han secado con sus políticas, corrupción y mentiras.
Ojalá y los que están arriba dejen de pensar que la tormenta apagará el fuego que ellos, y nadie más, se empeñan en avivar. Ojalá y alcanzaran a ver que la tempestad terminará por ahogarlos también a ellos y que, entonces, no habrá columnista de prensa escrita o electrónica, ni hashtag, ni red social, ni programa televisivo o radial que les sirva de salvavidas.
Ojalá, pero en nuestra experiencia es que no, que no será así.
Ya los pueblos originarios, compañeros y hermanos del Congreso Nacional Indígena, lo han puesto claramente al señalar que hablamos desde la tempestad.
“Desde la tempestad”, ésas han sido las palabras elegidas por nuestras hermanas y hermanos en el dolor, la rabia, la rebeldía y la resistencia, que se nombran en común Congreso Nacional Indígena. Con sólo esas tres palabras, el CNI dio una lección de calendarios y geografías ignoradas por las redes sociales, los medios de paga y libres, y la intelectualidad progresista. Nosotras, nosotros, zapatistas, sentimos que esas palabras también eran nuestras y por eso le pedimos al Congreso Nacional Indígena firmar conjuntamente.
Porque para los pueblos originarios las amenazas, las mentiras, las calumnias, los golpes, la cárcel, las desapariciones y los asesinatos, son parte de nuestra cotidianeidad desde hace años, lustros, décadas, siglos.
Porque lo que ahora padece el magisterio en resistencia, los pueblos originarios, sus barrios, naciones y tribus, lo venimos sufriendo sin que nadie, como no sea la Sexta, nos voltee a ver.
Porque desde hace tiempo, en sus campos, valles y montañas, los pueblos originarios miramos y conocimos lo que vendría para todos, para todas, para todoas. Incluso para quien nos mira con desprecio, o como destino de la burla y la limosna (es lo mismo), o como sinónimo de la ignorancia y el retraso, incluso para quien, corto de vocabulario e imaginación, reedita la palabra “indio” como insulto.
A todas, a todos, a todoas, les decimos: si antes no lo vieron, véanlo ahora. Al mirar o escuchar lo que hacen en contra de las maestras y maestros, piensen “sigo yo”.
Porque después de los trabajadores de la educación básica, siguen los pensionados, los del sector salud, los burócratas, los pequeños y medianos comerciantes, los transportistas, los universitarios, los de medios de comunicación, todos los trabajadores del campo y la ciudad, indígenas y no indígenas, rurales y urbanos.
Tal vez esta conclusión es a la que llegan las familias que, sin pertenecer a organizaciones, partidos o movimientos, apoyan al magisterio. Es porque se dicen “sigo yo”, que se da el respaldo popular a los maestros. No importa qué tanto se retuerza y gesticule Aurelio Nuño vociferando que los maestros en resistencia atentan contra esas familias, contra sus hijos. Esas familias apoyan el movimiento magisterial. Y seguirán haciéndolo, aunque los medios y la maquinaria de paga en las redes sociales se esfuercen, inútilmente, en hacerse eco de los pobres argumentos que mal visten la represión en marcha.
Como si la lección del abajo, sin rostro ni siglas, fuera: “Si allá arriba se agotó el tiempo, acá abajo lo que se agotó es el miedo”.
Una decisión difícil.
Es el tiempo de las maestras y maestros en resistencia. Es necesario y urgente estar con ellas y ellos.
Durante largos meses y en condiciones extremadamente difíciles, las bases de apoyo zapatistas se prepararon, ensayaron una y otra vez, y crearon expresiones artísticas que, tal vez, sorprenderían a más de uno, una, unoa, para el festival de CompArte.
Pero nosotros, nosotras, zapatistas, pensamos que es tan importante el apoyo al magisterio, que hemos decidido…
Primero. – Suspender nuestra participación en el festival de CompArte, tanto en el caracol de Oventik, como en el CIDECI de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, que se celebraría entre los días 17 y 30 de julio del 2016.
Segundo. – Donar al magisterio en resistencia la paga y los alimentos que habíamos ahorrado y acumulado para nuestro traslado a Oventik y al CIDECI, para nuestra manutención durante el festival, y para el regreso a nuestras comunidades.
Tercero. – A l@s 1127 artistas de todos los rincones de México, y a l@s 318 artistas de otros países (entre los que se cuentan originarios de América, Europa, Asia, África y Oceanía) registrad@s para el CompArte les pedimos sinceramente que nos disculpen y que nos entiendan. Sabemos que no son pocos ni los gastos ni el esfuerzo que les ha costado, además de adecuar sus agendas, para venir y compartir sus creaciones con nosotras, nosotros, zapatistas. Esperamos que lo que ahora queda en suspenso, pueda celebrarse después. Esperamos que comprendan que es una valoración ética la que nos ha llevado a esta decisión. Analizamos todas y cada una de las opciones y llegamos a la conclusión, errónea o no, de que es ésta una forma de apoyar la lucha de maestr@s y comunidades. Porque no estamos dispuestos a ser esquiroles o a disputar al magisterio un protagonismo que se ha ganado con dolor y rabia.
Les pedimos respetuosamente que, en la medida de sus posibilidades, modos y tiempos, enarbolen su arte con las maestras y maestros en resistencia, en sus actividades, plantones, marchas, mítines y donde la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y su quehacer artístico juzguen pertinente.
Le pedimos también a loas compañeroas de la Sexta que, en la medida de sus posibilidades, en sus calendarios y geografías, creen los espacios y condiciones para que las Artes y su irreverente desafío de imaginar otros mundos, puedan celebrar la humanidad, sus dolores, sus alegrías, sus luchas. Porque ése, y no otra cosa, es el objetivo de CompArte.
Nosotras, nosotros, zapatistas, estaremos en nuestros lugares, atentos a lo que pasa, a lo que se dice y a lo que se calla. Seguiremos mirando con esperanza y respeto todas y cada una de las resistencias que surgen frente a la máquina depredadora.
Ahora guardaremos nuestros instrumentos musicales, nuestras pinturas, nuestros guiones teatrales y cinematográficos, nuestros trajes para los bailables, nuestra poesía, nuestras adivinanzas (sí, había un apartado para las adivinanzas), nuestras esculturas y todo lo que, pensando en ustedes, habíamos preparado para compartirles.
Guardaremos todo eso, pero, como zapatistas que somos, no descansaremos.
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Moisés. Subcomandante Insurgente Galeano.
México, julio del 2016.
Del cuaderno de Apuntes del Gato-Perro:
¡Vaya forma de crispar y polarizar todo un país! ¿Quién los asesora? ¿Los mismos que les dijeron que ganarían en las elecciones estatales, que no habría Brexit y que, ya votado, el impacto será menor, que la máquina funciona tan bien que ronronea? ¿O los empresarios escondidos detrás de “Mexicanos Primero”? Bueno, si esas mentes son las que les hicieron la reforma educativa, pues ahí tienen una muestra de su gran capacidad de “análisis”. ¿Les dijeron que Oaxaca es un tipo de queso? ¿Que Chiapas es el nombre de la finca de los Velasco, los Sabines, los Albores? ¿Que Guerrero tiene sus límites marcados por la autopista del Sol y las zonas hoteleras? ¿Que en Michoacán lo que hay que cuidar es la mariposa Monarca? ¿Que en Nuevo León no pasa nada? ¿Que Tabasco es un edén? ¿Que los trabajadores de la Salud van a soportar callados? ¿Que la Nación entera se va a limitar a desahogarse con hashtags ingeniosos? Bueno, ahora resulta que están recibiendo lecciones de geografía nacional: el apellido de Oaxaca es “Indómita”; Chiapas es la cuna del EZLN, es donde el siglo XXI se adelantó, donde se anunció el fin de un mundo (el de ustedes), y es donde la cultura, las ciencias y las artes gritan lo que callan los medios de paga; Guerrero (y el país entero) se llama Ayotzinapa; en Michoacán hay un lugar que se llama Cherán y otro que se llama Ostula; y en todos los puntos cardinales hay un abajo que no se rinde, que no se vende, que no claudica. Si no cambian la Reforma Educativa, al menos sí cambien de asesores. Ah, y díganle a “Mexicanos Primero” que la realidad ya los evaluó: están reprobados.
Doy fe.
Grrr, meow.
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