Un desafío que tendrá la implementación del Acuerdo entre Gobierno y FARC, asumiendo que la terminación del mismo ya es una realidad, es el contexto internacional, tanto latinoamericano como global en el que vamos a transitar los próximos años. Así como el escenario internacional fue un factor favorable para el inicio del mismo, hoy día un reto importante es poder navegar en su implementación en uno que puede no ser tan favorable y aún, parcialmente adverso.

Primero, hay que considerar como una posibilidad real el triunfo del candidato republicano Donald Trump y es probable que haya un viraje en la posición norteamericana en relación con el Acuerdo Final, especialmente en lo relativo al tema de drogas ilícitas y narcotráfico; no tanto porque esto sea prioridad para el señor Trump, sino porque la posibilidad del partido Centro Democrático de influir en las opiniones del partido republicano serán mayores. Al respecto no se trata de considerar este triunfo como algo fantasioso dentro del realismo político, sino empezar a prepararse para esa posibilidad. A esto hay que sumarle, aunque no vaya a afectar directamente al proceso colombiano, la inestabilidad que va a vivir Europa con la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea o el triunfo del ‘Brexit’, junto con la continuidad de hechos de terrorismo en países europeos –cada vez más difíciles de prevenir o neutralizar si se trata de acciones de ‘lobos solitarios’-, puede conllevar a ciertos ajustes en la política europea y eventualmente a fortalecer gobiernos de derecha y de tintes populistas.

Segundo, la situación en la región latinoamericana hoy día es bastante confusa. Brasil, del líder regional que proyectó en su momento el Presidente Lula, hoy tenemos un país sumido en una crisis interna y sin ninguna claridad acerca hacia dónde irá la salida que le dé estabilidad, perspectiva y liderazgo.

Argentina está viviendo la transición de un período de gobiernos peronistas a otro en el cual se busca modificar a marchas forzadas el conjunto de las políticas públicas, lo cual es probable que genere una gran agitación social además de la consecuente polarización política. Chile vive igualmente con un gobierno que tiene una presidenta con un débil apoyo social, aunque con una fuerte institucionalidad, pero sin perspectivas políticas claras de futuro.

La situación ecuatoriana igualmente da visos de fatiga frente al largo mandato del actual presidente y con una creciente polarización.

Bolivia parece ser un poco la excepción, que a pesar de perder el Presidente Evo el plebiscito acerca de una nueva re-elección es un país con una situación estable y una economía con crecimiento. La situación venezolana, más allá de la propaganda de lado y lado, gobierno y oposición, evidentemente pasa por una situación crítica y compleja y sus posibilidades de jugar un rol regional es cada vez más precaria. Esto a su vez se refleja en la situación de virtual parálisis de organismos como UNASUR –claro, también el Consejo Suramericano de Defensa-, que en buena medida era alimentado por Brasil y Venezuela. Es decir, de un contexto regional en el cual apoyarse, pasamos a una región en crisis y sin claridad sobre su recuperación.

Adicionalmente, es muy preocupante, contrario a lo que algunos parecen señalar, que no se avance en las conversaciones con el ELN, no sólo porque será un acuerdo de terminación del conflicto cojo, sino porque puede haber interferencias reales en los territorios en la implementación de los acuerdos firmados con las FARC y adicionalmente porque puede ser incentivo para ciertos miembros de las FARC que tengan dudas de avanzar en los acuerdos que encontrarían en esta otra guerrilla un aliado a quien acudir.

Si bien un Acuerdo Final entre Gobierno y FARC puede ser un viento refrescante en este escenario regional confuso, las dos partes deben tener claro los desafíos que va a enfrentar la implementación del mismo y tomar las previsiones que sean posibles.

Alejo Vargas Velásquez

Profesor Universidad Nacional