El legado de Obama
- Opinión
El gobierno de Barack Hussein Obama II, el 44° presidente de Estados Unidos, está en la recta final. Han transcurrido casi ocho años desde el 20 de enero de 2009, cuando tomó posesión convirtiéndose en el primer mandatario afroestadounidense y también en el primero nacido fuera de la Unión Americana continental –es oriundo de Honolulu, Hawái.
En el proceso electoral de 2008, Obama aseguró, primero, la nominación del Partido Demócrata tras vencer a su correligionaria Hillary Rodham Clinton y más tarde, en las elecciones presidenciales derrotó al candidato republicano John McCain.
Obama basó su estrategia electoral en el acercamiento a las nuevas generaciones, apoyándose en las tecnologías de la información y con un eslogan que enfatizaba: “El cambio es posible”. Obama, poseedor de un gran carisma, se benefició también del hartazgo generado en torno a la administración de su antecesor, George W. Bush, y al hecho de que McCain cometió numerosos errores en su campaña, por ejemplo, afirmar que no sabía de economía, justo cuando en septiembre de ese año se desataba una de las peores crisis económicas en la historia reciente de EU. Asimismo, McCain jamás logró anticiparse a Obama y en ningún debate televisivo pudo imponerse a su adversario.
Para la segunda contienda electoral (2012) los republicanos eligieron como candidato al empresario mormón y exgobernador de Massachussetts, Mitt Romney. Sin negar que es más fácil ganar las elecciones estando en el poder, lo cierto es que Obama obtuvo la victoria sobre Romney porque manejó un lenguaje que lo acercó al electorado y a sus problemas. Mantuvo la estrategia de utilizar las redes sociales y, por si fuera poco, cuando el Huracán Sandy irrumpió en el noreste de Estados Unidos en octubre, el Presidente apareció al lado de las personas, ofreciendo apoyo y solidaridad, algo que el millonario Romney no hizo. De hecho, la nominación de Romney no parecía mala idea, dado que en su natal Massachusetts puso en marcha exitosas iniciativas que más tarde serían retomadas por el propio Obama. Por ejemplo, Romney destacó por llevar a cabo una reforma al sistema de salud del estado, la cual creó un acceso casi universal a los servicios médicos. Asimismo, efectuó ajustes a la economía de Massachusetts, a fin de eliminar el déficit presupuestal. Al concluir su mandato en 2006, se concentró en buscar la nominación republicana a la presidencia y fracasó ante su rival, McCain. En 2012 logró la nominación pero no pudo derrotar a Obama. Desde entonces ha mantenido un perfil más bajo en la política nacional.
Este recuento es relevante porque revela la pericia de Obama para mantenerse al frente del gobierno. En el momento de escribir estas líneas goza de un índice de aprobación alto, 53% –si se le compara con el de su antecesor, George W. Bush, de 28%, la diferencia es abismal. Ahora, el todavía Presidente apoya activamente a Hillary Clinton, quien puede hacer historia si llega a vencer en las urnas el próximo martes 8 de noviembre, dado que se convertiría en la primera mujer en ocupar la jefatura de Estado. Al sumarse Obama a la campaña de Clinton le proporciona un valioso activo: que los aún indecisos se vuelquen en su favor.
Con este telón de fondo, es pertinente valorar la gestión de Obama, tanto en la política nacional como en la internacional. Al igual que como ha ocurrido con los gobernantes que le han precedido, su administración acumula logros, fracasos y controversias. En una sociedad tan conservadora, parece un hecho indiscutible que el que Obama pudiera llegar a la presidencia es un gran avance. Con todo, la historia corrobora que independientemente de quien esté en el poder, Estados Unidos tiene un proyecto histórico y los gobernantes se concretan a trabajar en la consecución de dicho proyecto. Claro que hay variaciones importantes en los estilos para gobernar y a propósito de Obama, su manera de hacer las cosas ha marcado la diferencia en más de un sentido.
Logros nacionales
Obama arribó a la Casa Blanca en medio de una terrible crisis financiera, que no sólo tuvo repercusiones en Estados Unidos, sino en Europa y el resto del mundo, si bien sus causas fueron distintas.
En la Unión Americana, la crisis fue catalizada por la burbuja inmobiliaria, la que también evidenció la falta de solvencia del sector bancario, que a su vez repercutió en la disponibilidad de crédito, dañando la confianza de los inversionistas y por supuesto, impactando los mercados bursátiles del mundo. En 2009 su gobierno promovió estímulos fiscales, cambios en la política monetaria y con el Acta Estadounidense de Recuperación y Reinversión (ARRA), aprobada por el Congreso, incluyó un paquete de estímulos económicos por 787 mil millones de dólares que se utilizarían, entre otras cosas, para elevar el gasto federal en salud, infraestructura, educación, otorgar diversos incentivos fiscales, además de proporcionar ayuda directa a las personas. La industria automotriz, en particular dos gigantes de Detroit, Chrysler y General Motors, que se encontraban en bancarrota, fueron apoyados por el gobierno en su reestructuración.
En 2010, a un mes de que se llevaran a cabo los comicios de medio término, Obama gestionó el Acta de Estímulos Fiscales, Reautorización del Seguro de Desempleo y Creación de Empleos.
Para octubre de 2009 el desempleo había crecido a una tasa del 10%, pero hacia mayo del presente año equivalía a la mitad, ubicándose en 5%, todo un récord frente al desempeño mostrado por otras economías desarrolladas en el mundo. Claro que como suele ocurrir con las cifras oficiales, han sido cuestionadas. Obama ha insistido en que, entre enero de 2009 y diciembre de 2015 han sido creados 14 millones de empleos, sobre todo en el sector privado. Aun así queda lejos de William Clinton quien, en contraste, generó 21 millones de puestos de trabajo.1
Además de estos temas quizá uno en el que los logros de Obama ha sido más visibles es el de la equidad de género y los derechos de la comunidad de lesbianas, gays, bisexuales y transgénero (LGBT). Por ejemplo, suscribió el Acta para la Prevención de Actos de Odio el 8 de octubre de 2009. Luego aprobó el Acta No Preguntes no Digas (2010) que allana el camino para que las personas lesbianas y homosexuales puedan formar parte de las fuerzas armadas. En su segundo mandato, se pronunció abiertamente por la equidad de derechos para las personas gays, apoyando el matrimonio entre personas del mismo sexo. Por otra parte, creó el Consejo de Mujeres y Niñas de la Casa Blanca al igual que la Fuerza de Tareas de la Casa Blanca para prevenir el acoso sexual de estudiantes. De similar relevancia ha sido el trabajo para prevenir la violencia contra las mujeres.
Una de las iniciativas más controvertidas, pero también más importantes fue la reforma al sistema de salud. Entre los países desarrollados, Estados Unidos se había caracterizado por tener uno de los sistemas de salud menos equitativos. Sin embargo, Obama tomó medidas. En 2010, por ejemplo, aprobó el Acta de Acceso a Cuidados y Protección del Paciente, ampliando la elegibilidad para recibir asistencia médica a las personas con menores recursos económicos.
Logros internacionales
La imagen de Obama goza de gran popularidad en el mundo –salvo algunos episodios bochornosos. En su primer mandato, la gestión de los asuntos globales de Washington recayó en Hillary Clinton, hecho que le dio notable visibilidad y autonomía a la exprimera dama, además de permitirle contar con un alto perfil de cara a elecciones presidenciales futuras.
Al decir de los expertos, 2 Obama ha basado su estrategia de política exterior en el llamado “poder inteligente”, una mezcla de “poder duro” y “poder suave”. Así, a primera vista, parece como si Estados Unidos favoreciera relaciones internacionales más pacíficas. En los hechos, el vecino país del norte ha estado en guerra prácticamente durante todos los años en que este personaje ha residido en la Casa Blanca, incluso superando el belicismo de Bush. En campaña, previamente, el afroestadounidense había prometido poner fin a las guerras heredadas por su antecesor. Sin embargo, a lo largo de ocho años ha mantenido operaciones de combate en Afganistán, Irak y Siria. El 2 de mayo de 2011, Obama anunció la muerte de Osama Bin Laden, el líder de la organización terrorista Al Qaeda. Pese a ello el terrorismo parece haberse extendido, con la actuación de actores cada vez más diversos, operando en múltiples regiones.
Obama ha reducido el número de efectivos militares en algunos de éstos países, pero ello contrasta con su participación continua en maniobras ofensivas en esos territorios, a las que habría que sumar los ataques, con fines contraterroristas, perpetrados en Libia, Pakistán, Somalia y Yemen. Irónicamente, Obama no bien había tomado posesión del cargo, fue nominado al Premio Nobel de la Paz, que recibió a finales de 2009.
Un hecho que afectó ampliamente la credibilidad internacional de Estados Unidos, fueron las revelaciones del excontratista de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), Edward Snowden, referentes al espionaje perpetrado por Washington en todo el mundo, incluyendo a líderes políticos de países aliados y amigos (México, Argentina y Brasil, entre otras naciones latinoamericanas). Esto provocó fuertes tensiones en las relaciones de Estados Unidos con el mundo y Obama hubo de emplear parte de su capital político para gestionar la situación.
Uno de los temas que más han preocupado a esa administración ha sido la posibilidad de que residuos o materiales nucleares caigan en manos equivocadas para perpetrar actos terroristas o amenazar a las naciones del mundo. Este fue el objetivo de las Cumbres de Seguridad Nuclear, celebradas en cuatro ocasiones, de manera bianual, a partir de 2010. En estas cumbres, a las que fueron convocados los líderes de países aliados, algunos procedentes de naciones en desarrollo más China y Rusia, se buscó generar consensos en torno a acciones preventivas en materia de seguridad nuclear. Si bien no fueron reuniones para promover el desarme nuclear, su valor estriba en el debate para generar estándares y medidas de cooperación para el manejo seguro de residuos y materiales nucleares. Sin embargo, en los eventos más recientes, las tensiones con Rusia por la crisis en Ucrania –que derivaron en la ausencia de la primera de estos foros– debilitaron sensiblemente los acuerdos.
La lucha contra el terrorismo ha sido una prioridad. Así lo corroboran las acciones bélicas desarrolladas por Estados Unidos en diversos países contra agrupaciones que registran actividad terrorista, incluyendo Siria y Daesh. Un hecho a destacar es que los ataques terroristas de ésta última organización, han tendido a dirigirse a países europeos –Francia, Dinamarca, Bélgica– no así contra Estados Unidos, lo que revela posiblemente un trabajo de inteligencia más eficiente de parte de Washington, respecto a administraciones precedentes. Estados Unidos también parece haberse desmarcado de sus aliados en la lucha contra el terrorismo, asumiendo un perfil más bajo –sin que ello implique que el tema no le resulta importante ni que ha dejado de cooperar con ellos. De hecho, tras los ataques terroristas de París contra el semanario Charlie Hebdo del 7 de enero de 2015, ni Obama ni su secretario de Estado John Kerry, estuvieron en aquella histórica marcha por la paz del 11 de enero que congregó a 40 líderes europeos y de otras naciones.
La relación con Rusia, por otra parte, ha tenido altibajos, pasando de acercamientos y acuerdos a desencuentros aparentemente irreconciliables. En abril de 2009, Obama se reunió con su entonces homólogo ruso Dmitry Medvedev para hablar de cómo mejorar la cooperación y trascender la mentalidad de guerra fría imperante entre ambas naciones. En abril de 2010, ambos países acordaron reducir su arsenal de armas nucleares. En ese mismo año, uno de los episodios de mayor tensión tuvo lugar cuando se produjo un intercambio de prisioneros tras una operación efectuada por años por la Oficina Federal de Investigación (FBI), misma que consistió en rastrear a inmigrados rusos que se habían infiltrado en diversos ámbitos académicos y políticos de Estados Unidos con fines de espionaje. Con todo, el suceso más dramático en los vínculos entre Washington y Moscú, se suscitó a propósito de la crisis en Ucrania, que comenzó en noviembre de 2013 y culminó con la intervención militar de Rusia en Crimea y su subsecuente incorporación a la soberanía rusa. Rusia se hizo acreedora a numerosas sanciones por parte de Occidente, las cuales coadyuvaron a la crisis financiera que el país eslavo enfrenta en la actualidad. No parece que la situación vaya a cambiar en los meses restantes sobre todo considerando las sanciones adicionales que prohibieron la participación de los atletas rusos en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.3
En abril de 2009 fue creado el Diálogo Económico y Estratégico Estados Unidos-China en un acercamiento que Washington desea efectuar con la región de Asia-Pacífico a la que la propia Hillary Clinton denominó “pivote” en un artículo publicado en la revista Foreign Policy.4 Con todo, los acercamientos iniciales experimentaron un revés cuando la administración de Obama impulsó el nacimiento de la Asociación- Transpacífica (TPP), que reúne a diversos países de la región de Asia- Pacífico, México incluido, pero que excluye a China.
Como resultado del colapso de la Ronda de Doha de negociaciones comerciales multilaterales de la Organización Mundial del Comercio (OMC), Estados Unidos y la Unión Europea han explorado opciones para fortalecer el comercio y las inversiones trasatlánticas. La propuesta de una Asociación Trasatlántica de Comercio e Inversión (TTIP) entre Estados Unidos y la Unión Europea es otra iniciativa comercial de gran envergadura que ha enfrentado, sin embargo, fuertes críticas en diversas partes del mundo y especialmente dentro de la Europa comunitaria. En su informe a la nación de 2013, Obama habló de impulsar las negociaciones de dicho acuerdo, si bien, la crítica situación económica de Europa sugiere que el tema podría ser pospuesto indefinidamente.
América Latina no suele ser una prioridad en la política exterior estadounidense. Si bien Obama ha visitado varias veces México –por ejemplo, en 2014 para asistir a la Cumbre de Líderes de América del Norte que se celebró en Toluca; más las de 2009, 2012 y 2013-, la designación de un titular al frente de la embajada estadounidense en México tomó mucho tiempo –la embajadora Roberta Jacobson apenas entregó cartas credenciales a la canciller Claudia Ruíz Massieu el pasado 27 de mayo luego de que la delegación diplomática se mantuviera sin embajador por varios años.
Por otra parte, desde su arribo a la Casa Blanca, Obama ha participado en las tres Cumbres de las Américas efectuadas en 2009 (Trinidad y Tobago); 2012 (Cartagena de Indias), y Panamá (2015), ésta última célebre por el efusivo saludo entre el mandatario estadounidense y su homólogo cubano Raúl Castro.
El gran logro en política exterior y que seguramente quedará registrado como parte fundamental del legado de Obama, ha sido el restablecimiento de las relaciones bilaterales con Cuba, tras 60 años. En marzo de 2016, Obama se convirtió en el primer presidente estadounidense en visitar la isla caribeña desde 1928, poniendo fin a una era de desencuentros, si bien, subsisten temas escabrosos por resolver entre Washington y La Habana.
Con Canadá la relación pasó de la formalidad mientras Stephen Harper fue primer ministro, a una “cordialidad informal” tras el ascenso de Justin Trudeau al gobierno. En marzo de 2016, Trudeau viajó a Washington y en la conferencia de prensa conjunta, ambos líderes mostraron una notable empatía. De manera más reciente, volvieron a encontrarse en la Cumbre de Líderes de América del Norte, donde la relación Estados Unidos-Canadá, opacó la presencia y participación mexicana.
Los fracasos
No todo ha sido miel sobre hojuelas. A nivel interno, los diversos asesinatos masivos perpetrados en escuelas y lugares públicos alertan respecto a la importancia de limitar el acceso de armas de fuego a la población, algo que Obama ha intentado sin confrontarse directamente con la poderosa National Rifle Association (NRA). En materia migratoria, la reforma de noviembre de 2014 no beneficia a los migrantes indocumentados que hayan ingresado a Estados Unidos después del 1 de enero de ese año. Dicha reforma buscaba terminar con el limbo legal de millones de indocumentados que ingresaron antes del 1 de enero de 2010 y que hubieran residido en aquel país ininterrumpidamente desde entonces. Sin embargo resulta insuficiente. A la par de esta iniciativa, las redadas y deportaciones masivas de migrantes e indocumentados, han sido punitivas y constantes. Por ser una de las principales promesas de campaña de Obama, había amplias expectativas sobre el particular, pero al final, no fue posible avanzar en una legislación apropiada.
En materia ambiental, si bien Obama impulsó medidas para limitar las emisiones contaminantes responsables del efecto de invernadero, los trabajos de exploración en el Ártico para identificar yacimientos de hidrocarburos, generan preocupación. Aun cuando Estados Unidos diseñe estrategias menos contaminantes, éstas no necesariamente avanzan en la misma dirección planteada en las negociaciones y foros multilaterales.
En el ámbito internacional, las operaciones militares efectuadas en Irak, Afganistán y Siria y las acciones punitivas contra Daesh y otras organizaciones terroristas parecen estar generando más violencia. La estrategia sólo pareciera apuntar a atacar la manifestación del problema, no sus raíces.
El énfasis en la lucha contra el terrorismo no se ve replicado en la lucha contra la delincuencia organizada, tema al que si bien Obama parecía empezar a colocar entre sus prioridades tras la muerte de Bin Laden, se erige en la actualidad como uno de los mayores desafíos en materia de seguridad en el continente americano y en otras partes del mundo.
Las relaciones entre Estados Unidos y sus rivales estratégicos se mantienen con un alto nivel de tensión, prevaleciendo los desencuentros, pese a un promisorio acercamiento en los primeros años del gobierno de Obama.
Notas:
1 Heather Long (January 13, 2016), “Did President Obama really créate 14 millon jobs?”, en CNN International, disponible en http://money.cnn.com/2016/01/13/news/economy/obama-jobsstate-of-the-union/?iid=EL
2 Christian Whiton (2013), Smart Power: Between Diplomacy and War, Washington D. C., Potomac Books.
3 RT (16 de junio de 2016), “Suspenden a los atletas rusos de participar en los Juegos Olímpicos 2016”, disponible en https://actualidad.rt.com/actualidad/210606-suspender-atletas-rusosjuegos-olimpicos-rio
4 Hillary Clinton (October 11, 2011), “America’s Pacific Century”, en Foreign Policy, disponible en http://foreignpolicy.com/2011/10/11/americas-pacific-century/
María Cristina Rosas es profesora e investigadora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México
etcétera, 31 de agosto 2016
http://www.etcetera.com.mx/articulo/El+legado+de+Obama/47900
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