Los amigos de la guerra
- Opinión
El 18 de marzo del 2002, el diputado Miguel Angel Toma, presidente de la Comisión de Defensa de Diputados, sostuvo que se había planteado la posibilidad en el país de formar “pilotos de helicópteros de las Fuerzas Armadas colombianas”. Coincidió en ese orden de cosas con el canciller Carlos Ruckauf, quien el 29 de enero de ese mismo año había propuesto al Secretario de Estado de EE.UU., Colin Powell, entrenar militares colombianos aquí a cambio del respaldo de EE.UU. “para lograr auxilio económico en la crisis”.
El mismo día en que Toma informó sobre la formación de militares colombianos, un avión tipo OV-10 se estrelló en la localidad colombiana de Montañitas, departamento de Caquetá, mientras rociaba con glifosato sembríos de coca en la vereda de La Ceiba. Su piloto, Martín Roberto Allen, de 41 años, quien falleció en el siniestro, era argentino y residía en San Isidro, provincia de Buenos Aires. Había sido contratado por la empresa anglo-norteamericana Dyncorp, quien llevaba a cabo en Colombia acciones militares por cuenta del gobierno de ese país. La empresa, conformada por ex agentes de las fuerzas especiales de operaciones (SOF) de EE.UU., regenteada por el Pentágono e introducida en Colombia en 1994, se había especializado en los años 80 en trasegar desde Colombia embarques de cocaína a Fort Lauderdale, Florida, USA, y a cambio traer de regreso a Costa Rica armas para los contrarrevolucionarios nicaragüenses. De nada sirvió que en su momento que algunos congresistas norteamericanos denunciaran a la empresa como narcotraficante, y propusieran prohibir sus actividades y la de otros emprendimientos similares. Dyncorp siguió transportando la blancuzca democracia en su periplo contrainsurgente y narco. Este botón de muestra permite entender por qué un sector del pueblo colombiano, bombardeado por las operaciones psicológicas enmarcadas en una guerra de Cuarta Generación, ha votado por el no a la paz en su país. Las armas, las drogas y los paladines de la “seguridad democrática” colombianos, Álvaro Uribe Vélez dixit, han logrado ganar una batalla más en lo que hace a preferir lo perverso, injusto y contrario a los intereses de todo un pueblo.
Guarismos
En el 2002, ya frustrado por los yanquis el Proceso de Paz iniciado entre el gobierno de Daniel Pastrana y las FARC cuatro años atrás, las compañías Bell Helicopter Trexton, Lockeed Martin, Ayres, United Technology Sikorsky Aircraft, Kaman Aerospace, Northorn Grumman y Sweitzer Aircraft, todas norteamericanas, se embolsaron el 87.5% de los 1.300 millones aportados por los EE.UU. en el Plan Colombia. El resto del paquete se repartió entre las químicas Monsanto, Dupont y Agricultural Biologic Control, dedicadas a fabricar los venenos desfoliantes que terminaron con sembradíos, animales y personas durante años.
Amigos de la guerra, contratistas, militares, narcoparamilitares, hacendados, emporios petroleros, esmeralderos, auríferos y otras aves de pico, hoy enlistados en las huestes de prosecución guerrerista de Álvaro Uribe Vélez, gran compadre de Sergio Massa y Mauricio Macri, se preparan para seguir apostando a la ruina de un país sudamericano que, entre otras humillaciones, debió ceder por la fuerza de los marines una parte de su territorio en 1903, para que EE.UU. inventara la “república independiente” de Panamá, necesaria para servir a sus intereses geopolíticos en la construcción del Canal.
En los últimos años, y gracias a los buenos augurios de Álvaro Uribe, las Fuerzas Armadas y de Seguridad de Colombia llegaron a contar con 500.000 efectivos, y asesores norteamericanos, británicos e israelíes, entre otros, en número de 2000, que se encargaron de adiestrar paramilitares narcos de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) asentadas en 1993 en los 32 departamentos del país.
Solo durante la administración de Uribe (2002-2010) se firmaron convenios militares con EE.UU. que llevaron a instalar 7 bases militares norteamericanas con el argumento de “combatir al narcotráfico y el terrorismo”. Setenta mil desaparecidos, 8 mil presos políticos, miles de muertos hechos aparecer como “guerrilleros” – los tristemente célebres ‘falsos positivos’- 300 sindicalistas asesinados, 3 millones de desplazados y el país entregado a la voracidad imperial, fundamentalmente norteamericana, pero también británica, israelí y francesa, son algunos ítems de este corolario de iniquidades llevado a cabo en solo 8 años de uribismo. Que tiene sus antecedentes…
Simpático y otras delicias
Corría el año 1961 cuando los ‘Cuerpos de Paz’ norteamericanos llegaron a Colombia. En el marco de la guerra contrainsurgente estos “cuerpos” enseñaron, en su periplo civilizatorio, a los campesinos colombianos a como producir cocaína de la coca. Su llegada a Colombia coincidió con la puesta en marcha del “Proyecto Simpático”, consistente en utilizar al pueblo colombiano y sus instituciones civiles, culturales, militares, etc., como conejillo de indias a estudiar a fin de impedir que el pueblo se perfilara contrario a los intereses de EE.UU. El Proyecto, acordado entre los gobiernos de EE.UU. y Colombia – Lyndon Johnson y León Valencia – había sido auspiciado y monitoreado por el Pentágono, pero coberturizado a través de la American University of Washington, que mintiendo sobre un emprendimiento civil denominado SORO, se hallaba destinado a estudiar las reacciones de las poblaciones nativas ante programas de ‘acción cívica’ puestos en marcha por los uniformados yanquis y sus socios .Para este engendro se contrataron sociólogos y otros científicos sociales locales, quienes sospecharon del objetivo de sus estudios cuando sus contratantes, la firma “National Research de Colombia “ (NAROC), inexistente en los registros de Colombia, les indicaron que sus investigaciones serían secretas y los conminaron a llevar a cabo tareas que no tenían ninguna vinculación con estudios de campo y si con el espionaje a instituciones civiles y militares. De acuerdo a los ‘papers’ de ‘doctrina permanente’ de la Guerra y Operaciones Psicológicas, los norteamericanos llevaron a cabo en esos años proyectos similares en Chile (Camelot), Perú (Colonia, Numismático y Reasentamiento), y Argentina (Job 430).
Dentro de ese contexto y en 1962, el general Ruiz Novoa, denominado “apóstol de la acción cívica”, llevó a cabo el Plan ‘Latin Américan Security Operation’ (LASO), que en 1964 dio inicio a la ‘Operación Marquetalia’ en las zonas de Quindío, Risarolda y Huila, departamento de Antioquía, y que incluyó operaciones de acción psicológica entre los campesinos, siembra de delatores, bloqueo económico y militar de la zona, bombardeo con napalm y ocupación del área por 16.000 integrantes del cuerpo contraguerrilla (‘Lanceros’), dejando un tendal de 10 mil campesinos muertos. De las acciones de Autodefensa Campesina contra estas acciones represivas que se iniciaron a fines de los años 50 nacieron las FARC.
Paladines en la guerra contra los pueblos
Uribe, Macri y Massa son como el calor a la llama o la materia al paño menor. Nacido en Medellin, y luego de ocupar varios cargos públicos, Álvaro Uribe Vélez fungió desde 1980 a 1982 como Director de Aeronáutica Civil, cargo del que fue echado por entregar a narcotraficantes del Cártel de Medellín licencias para pilotear aviones que traficaban narcóticos dentro y fuera de Colombia, homólogos de lo ya citados más arriba boys de Dyncorp. Amigo y compinche de Escobar Gaviria, al igual que su padre, destacado narco ajusticiado por guerrilleros, Álvaro Uribe Vélez, que revista en las listas de la DEA, entregó al país a los EE.UU. para no ser extraditado por narcotraficante. Fundador de los narcoparamilitares “Convivir”, coberturizados como miembros de la asociación Negociación Pacífica de Conflictos, que asentados en el Nudo de Paramillo de Urabá, Antioquia, llevaron adelante la política de tierra arrasada con los campesinos, Uribe Vélez, elegido ‘democráticamente’ mediante la colonización mental de millones por los genios malignos del Departamento de Operaciones Psicológicas de EE.UU., se destacó en su ‘Estado comunitario’ fascista por, entre otras cosas:
- Aumentar la edad para jubilarse de hombres y mujeres
- Establecer la flexibilización laboral
- Provocar la quiebra del Seguro Social
- Hincarse ante EE.UU. en cuanto a entrega del país, colonización militar, sumisión cultural y económica, explotación y superexplotación de los trabajadores y violación sistemática de los Derechos Humanos.
Alegres ante el “triunfo” del uribismo en cuanto a proseguir la guerra, sonrientes en relación con el consiguiente mantenimiento de las bases norteamericanas en ese país que amenazan a Venezuela Bolivariana, y comulgantes plenos con los objetivos e intereses uribistas en cuanto al paramilitarismo narco, corrupción de Fuerzas Armadas y de Seguridad involucrándolas en ‘guerras internas’ y concentración de la riqueza en multinacionales económico-financieras, Macri y Massa siguen sus pasos.
Tan democráticos como él, compiten en su carrera de relevos por servir mejor al amo multinacional y narcoDEA afincado en EE.UU.
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Bibliografía: "Colombia en la Mira- Historia de la Agresión...”, del autor, noviembre 1999, Ediciones Compañero; "Triángulos, Alturas y Bases Extranjeras, del autor, 12/9/2009; "Guerra a la Carta", del autor, revista En Marcha, abril 2002; otras publicaciones.
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