Clinton-Trump: ¿A quién votan los refugiados?

08/11/2016
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El periodismo blanco, políticamente correcto, ha logrado instalar en el final de la campaña electoral de los Estados Unidos, que la decisión del pueblo americano, será crucial, no solo para ellos, sino y mucho más para el resto de la humanidad. Se ha impuesto que esta disputa electoral sea la madre de todas las batallas de la política norteamericana y mundial, con mucho de cipayismo y vacuidad de análisis.

 

Cualquiera sabe que desde hace décadas las diferencias entre demócratas y republicanos, podría tener alguna consecuencia para quienes viven o tienen algún tipo de interés económico con el país norteamericano, pero, y las pruebas están en todos los archivos de los medios informativos del mundo, nada cambia, o mejor dicho todo se agrava, sucesión tras sucesión en la Casa Blanca para el resto del mundo y mucho más para los países pobres del mundo.

 

La disyuntiva Clinton-Trump, puede ser cierta para un granjero de Missouri, para un taxista pakistaní de Nueva York o un jardinero mexicano de San Diego, pero en términos globales la realidad no tiene posibilidades ninguna de cambiar para mejor aunque para peor si las tenga todas.

 

Incluso se sabe que la decisión final de la democracia más ficticia del mundo, no la tienen ni los electores, ni el colegio electoral que emerge del alambicado, confuso y confundible sistema electoral estadounidense. Sino que le diga el actual Secretario de Estado norteamericano John Kerry, perdedor en 2004 frente al entonces presidente George W. Bush. La decisión final, o previa, de las elecciones la tienen, desde hace décadas, las grandes corporaciones y el poderoso complejo militar-industrial, que no solo rige la suerte de los Estados Unidos, sino, y en mucho, la del resto del mundo y que han hecho del “Destino Manifiesto” una trágica realidad.

 

Para muchos, empezando por el propio interesado, la imagen construida de Donald Trump, es el de una verdadera bestia negra, quien una vez instalado en Washington, estaría dispuesto a desayunarse un par de inmigrantes cada mañana, hasta terminar con todos, además de construir el famoso muro y el resto de las barbaridades que ha prometido realizar y que muy posiblemente cumpla, de llegar a imponerse el martes próximo.

 

Pero para cualquiera que haya seguido con algún interés el recorrido de la señora Clinton como Secretaria del Departamento de Estado, es decir encargada de la política exterior del régimen de Barack Obama, entre enero de 2009 a febrero del 2013, sabe que ya ha hecho, en gran parte, mucho de lo que promete hacer su contendiente. Solo habría que comparar lo sucedido en el mundo, particularmente en África y Medio Oriente, durante su gestión como jefa de la diplomacia norteamericana y entenderá que la candidata demócrata tampoco se anda con chiquita a la hora de apuntar y matar.

 

Si se toma en cuenta que las políticas exteriores de cualquier nación las decide el jefe del ejecutivo, hay que reconocer que los millones de muertos y refugiados que se han producido en esas dos regiones del mundo, no son absolutamente achacables a la señora Clinton, y si al Premio Nobel de la Paz 2009, aunque también, cualquiera sabe que hay mandados que mejor es no realizarlos.

 

Sin duda cuándo se decidió la operación conocida como la “Primavera Árabe”, que también decidía la suerte y la ruina de más de una docena de países, de la cuenca sur del Mediterráneo y países aledaños, ella tuvo el aval de Hilary Clinton.

 

Si bien no sabemos si habrá saltado de su silla por cada disparo producido contra un inocente a lo largo de su gestión en el Departamento de Estado, como si lo hizo en la trasmisión en directo del asesinato, pongámosle, de Osama bin Laden, el 2 de mayo de 2011, ha sido ejecutora de la continuación de las nefastas políticas que Washington ha implementado, con todo descaro, por lo menos desde la caída del bloque socialista, momento en que los Estados Unidos descubrieron que su patio trasero había pasado a ser el resto del mundo.

 

Las políticas de Clinton en el Departamento de Estado son las que han provocado la expansión del fundamentalismo musulmán, y que hoy prácticamente haya un grupo vinculado a al-Qaeda o Estado Islámico en cada país, desde Nigeria al Sudeste Asiático, sin olvidar la posibilidad de cientos de lobos solitarios o células dormidas diseminadas en Europa y los propios Estados Unidos. Incluso son demasiados los rumores acerca de que Hilary Clinton tuvo mucho que ver con la creación de Estado Islámico.

 

Por lo que la pregunta es clara, ¿Qué diferencia a Hilary Clinton de Donald Trump a la hora de presumir las posibles políticas exteriores de ambos candidatos?

 

Has recorrido un largo camino, muchacha

 

Hilary Clinton, cuándo solo era la mujer de Bill Clinton, aunque nunca fue una figura decorativa e incluso en el 2000 alcanzaría su primera senaduría, jamás se ha manifestado crítica a las políticas exteriores de su marido que tiene en su haber, entre otras tantas masacres, la que se conoce como la Batalla de Mogadiscio, capital de Somalia, que dejó más de 6 mil muertos civiles, tras una confusa operación en la ciudad de las tropas norteamericanas destinadas en el país. En 2004, la complacencia de Bill Clinton permitió la matanza anunciada de Ruanda que dejó un millón de muertos. A ellos se suman, los bombardeos indiscriminados en Nairobi (Kenia) y al-Salam (Tanzania) sobre presuntas fábricas de armas, que eran en realidad un laboratorio médico y una usina láctea; también los de Afganistán, Somalia e Irak. Los ataques sobre Yugoslavia de 1999 que causaron oficialmente cerca de 3 mil civiles muertos y los 2500 provocados por sus aliados de Indonesia en Timor Oriental en 1999.

 

Si bien no podemos culpar a una mujer de los desmanes de su marido, es lógico entender que si no le han provocado repulsión sus acciones a lo largo del mundo, tenemos derecho a entender que por lo menos las ha tolerado.

 

Es claro, entonces, que no debemos acreditar a la casualidad que su director de campaña, John Podesta, haya sido nada menos que jefe de personal de la Casa Blanca bajo la presidencia de su marido.

 

El director del FBI, James Comey, ha vuelto a poner en foco la tan debatida cuestión de los mails que Hillary Clinton habría enviado violando las rigurosas normas de seguridad que se imponen para funcionarios de alto rango, cuando era Secretaria de Estado, por lo que podría ser acusada de traición a la patria. Se sabe que algunos de esos mails, entre otra información calificada de sensible, están dirigidos a miembros directivos de Los Hermanos Musulmanes, organización político-social fundada en 1928, que ha adoptado a lo largo de su historia actitudes fundamentalistas y que de sus filas ha salido nada menos que el actual líder de al-Qaeda global,  Aymán al-Zawahirí. Esta organización ha sido protagonista de infinidad de atentados terroristas como el asesinato del presidente egipcio Anuar al-Sadat en 1981.

 

Como dato adicional, es interesante señalar que el hermanastro del presidente Obama, Abon’go Malik Obama, además de ser el presidente de la Fundación Barack H. Obama, es tesorero de la Obra Misionaria de la Hermandad Musulmana en Sudán, donde la dictadura bestial de Omar al-Bashir rige el país desde 1993.

 

Sin duda, las actividades de Hillary Clinton en la cartera de exterior, han sido las que han posibilitado que hoy el mundo se enfrente a la monumental crisis de refugiados, por lo que cada uno de los más de 30 mil refugiados que se han ahogado en el Mediterráneo, desde el 2011, han contado, entre otras muchas responsabilidades, con el empujón de Hillary Clinton.

 

Quizás para cuando se lean estas líneas se conozca el resultado de las elecciones del martes 8 en los Estados Unidos, y muchos celebren o lamenten un triunfo o una derrota, lo que no sabemos, ni sabremos nunca por quien votaron los refugiados y las víctimas de las políticas imperiales de los Estados Unidos.

 

 Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.

 

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https://www.alainet.org/es/articulo/181540?language=es
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