“Sus ojos se cerraron, y el mundo sigue andando…”
- Opinión
Apuesto a que vos te acordás del tango de Carlos Gardel y Alfredo Le Pera: ¿cómo entender que has perdido lo más amado, lo más preciado (un diputado chilensis diría “lo más valorao”), la razón de vivir… y que el mundo siga girando como si nada? Toda la dimensión dramática del texto de Gardel está en esos versos.
En estos días, la macro-boludez planetaria, –en la que cuento a la mayoría de los políticos, a los encuestadores, a los “expertos” electorales, a los sociólogos, a los periodistas, a muchos artistas, y a un sinnúmero de almas piadosas–, cantan dolidos: “Trump presidente, y el mundo sigue andando…”
La larga lista de ‘premios Nobel’ que alertó contra el posible Armageddon que significaría la victoria de Trump, los artistas que prometieron ir a vivir a Júpiter si ganaba el multimillonario (van a tener que remar mucho…), los estrategas que inventaron que detrás de Trump estaba Rusia y el archienemigo Putin, quienes le atribuyeron dones milagrosos a las tenidas de Hillary –chaqueta-pantalón de llamativos colores en plan Isabel II–, los periodistas que acusaron a Julian Assange de poner en evidencia las mentiras de la candidata, John Podesta – Director de la campaña de Clinton– que asegura seriamente que los extraterrestres ya están entre nosotros (sic), los analistas que culpan al Partido Libertario (izquierda) de la derrota de la invencible futura primera presidente de los EEUU (curiosamente Gary Johnson –que en Florida y Michigan obtuvo muchos votos– retomó el programa de Bernie Sanders, el popular candidato que se cargaron entre el aparato del Partido Demócrata y CNN…), los institutos de estudios de opinión que se disculpan explicando que es imposible sondear a una población irracional (se jodió el negocio…), las Bolsas que bajaron un día y subieron el día después, los que compraron oro temiendo la desaparición del dólar… todos sin excepción, entonan eso de “Trump presidente, y el mundo sigue andando…”
Con la señalada excepción de Robert Greifeld, –Bob para los amigos–, Gerente general del Nasdaq, me cuenta mi gran amigo Horacio quién recogió el testimonio personalmente en Lisboa: Greifeld estaba en la capital portuguesa participando en el congreso llamado Web Summit. Con una flema extremadamente británica (aún cuando es más yanqui que el 5º de Caballería), Greifeld reaccionó al triunfo de Trump con la muy conocida frase: “Business as usual”.
No todos practican el fairplay: hay quién alega que Hillary obtuvo más votos que Trump… y es verdad.
No obstante, los geniecillos del mal construyeron en los EEUU un sistema electoral al lado del cual el “binominal chileno” es una alpargata: los electores no eligen al presidente, sino a ‘super-electores’ que a su vez eligen al presidente. Para distribuir los ‘super electores’ hay Estados en los que prevalece un sistema proporcional, en otros un muy libremercadista ‘winner-takes-all’, en otros aún se comparten los ‘super electores’ según formulas cuyo sentido ignoto reposa en los arcanos de complejos algoritmos para no decir derechamente en lo que le salió de las narices al que propuso la idea.
Como resultado, quienes obtienen menos sufragios pueden ser elegidos, si la distribución de esos sufragios en los diferentes Estados le aporta más ‘super-electores’. ¿George W. Bush te dice algo?
De mal talante, pero buen perdedor, Barack Obama resumió ayer lo que debiese ser la normalidad democrática: en su discurso aseguró que una vez pasadas las elecciones, “todos somos partes del mismo equipo”. A confesión de partes, relevo de pruebas. Obama se refiere al team que enriquece a los privilegiados que manejan el palito del emboque, y manipulan todo desde los mercados financieros. Desde ese punto de vista… Trump o Clinton, Clinton o Trump…
Yo sostengo que Trump presidente… es como decir que ganó el Brexit: no pasa nada. Ni pasará hasta que Donald asuma en enero próximo. Y en ese momento se verá lo que se verá: el presidente de los EEUU no puede nombrar ni al ministro de Exteriores sin la aprobación del Senado. Curiosamente, sus manos están más atadas que las del presidente de Francia, o las de de un pinche presidente de un paisito del tercer mundo como Chile. Mover la pesada administración del imperio no es fácil, oponerse a la banca de negocios casi imposible, marchar contra Wall Street una suerte de condena a muerte.
En el ámbito militar Trump sugiere calmar el juego, apostar a la paz, entenderse con los rusos, hacerle risitas a los chinos, y puede que en ese sentido no sólo tenga razón sino que además coincida con los generales del Pentágono, cansados de perder guerras en todo el planeta.
Queda el tema comercial, la economía, el empleo, la distribución de la riqueza. Uno se dice que eso está chupao visto que los EEUU tienen tantos premios Nobel de economía que hacen nata. Basta con preguntarle a los que saben y el tema está resuelto. Es ahí donde efectivamente hay un riesgo.
En todo caso Trump ha dejado entrever que iniciará un vasto programa de reconstrucción de las muy ajadas infraestructuras de la Unión, invirtiendo un billón de dólares (un millón de millones). Eso incrementará el gasto fiscal (uso la terminología chilensis), aumentará la deuda soberana que se empina por encima del 125% del PIB (o del 300% según se saquen las cuentas…), pero bien mirado es pecata minuta.
Milton Friedman, que fue un humorista mejor que Los Tres Chiflados, decía a quién quería oírle que la deuda de los EEUU está expresada en dólares, y que coincidentemente los dólares los fabrican los EEUU. Ergo… “no le debemos nada a nadie”. Basta con imprimir papelitos verdes.
¿Y la FED y la inenarrable Janet Yellen? Le pueden dar morcilla. Ahora Janet puede abandonar su meneíto de cintura relativo al aumento de las tasas de interés. A nadie le importará un cuesco si Trump impone los criterios políticos por encima de la “técnica” financiera y la “ciencia” económica.
Entretanto, algunos ‘violentistas (sigo utilizando la terminología chilensis) convencidos por las encuestas de que Hillary ya era la 45ª presidente y decepcionados por el resultado, salen a la calle a proclamar “Not my president”… ¿Y ahí? ¿Van a sacar las pistolitas? ¿Van a tomarse el Palacio de Gobierno? ¿Hay algún John Trotsky, un William Lenin? Que te guste o no los EEUU están lejos de una revolución proletaria. Y los proletarios… ¡votaron por Trump!
Como lo ha probado una vez más esta dicharachera elección –cuya brillantez se debe en parte no despreciable a la excelencia de las elecciones ‘primarias’– ni New York ni Washington son los United States of America. La América profunda sigue soñando el “sueño americano”.
Dependiendo de lo que haga Donald Trump, esa América profunda seguirá sumida en una pesadilla, o bien… la despertarán justo en el momento en que iba a darle un beso a la rubia platino.
Como se ve, Trump es presidente y el mundo sigue andando…
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