Los muros de Donald Trump

16/11/2016
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El mundo sigue expectante los pasos por dar del presidente electo de Estados Unidos, nunca nadie, en la historia moderna, tan imprevisible ha llegado a cargo de semejante responsabilidad. Como muchos han dicho: incapaz de controlar su twitter, ¿será capaz de controlarse a la hora de un berrinche teniendo a mano las claves nucleares? Sabemos que cualquier tipo de decisión a ese nivel no dependen de una sola persona, pero menos sabemos de quienes podrán rodearlo a la hora de tamaña decisión. Por las dudas, muchos medios y muchas importantes figuras de la política estadounidense e internacional, han cambiado de manera rotunda su “opinión” sobre Donald Trump, y hasta destacaron su mensaje mesurado y conciliador en el discurso donde se anuncia como ganador de la puja del 8 de noviembre e incluso saludó y felicitó a su rival Hillary Clinton, a quien pocos días antes había amenazado con encarcelarla de salir triunfador.

 

El mundo entero parece detenido en espera de sus políticas, que por los nombres que han empezado a correr respecto a su gabinete, no lo alejan de su discurso de campaña.

 

 Hasta el momento, según señalan algunos analistas, Trump se rodeará de políticos ultraconservadores, honorables miembros del establishment, particularmente de militancia en el Tea Party, el brazo ultra conservador, del Partido Republicano y algunas figuras relacionadas al mundo de las finanzas y las grandes corporaciones.

 

Lo que contrastaría con sus críticas a los políticos tradicionales y a los grandes lobbys que fueron unas de sus líneas directrices durante la campaña, que tan profundo caló, entre el electorado.

 

A los memoriosos este armado le hace recordar la llegada de Ronald Reagan que también parecía conocer poco del mundo. De alguna manera Reagan se dejó llevar de manera bastante dócil por los equipos republicanos, ahora se sospecha que con Trump, que ha sido despreciado por su falta de pertenecía a estamentos políticos tradicionales, puede ser bastante más difícil manipularlo.

 

El Partido Republicano ha fracasado a la hora de impedir la carrera de Trump, y puertas muy adentro se discute si apoyarlo o, de alguna manera, oponerse a sus políticas extremas, en caso de pretender llevarlas a cabo, desde el Congreso.

 

Las disyuntivas del nuevo locatario de la Casa Blanca, a partir del próximo 20 de enero, son tantas como la que el mundo tiene con él.

 

Su vicepresidente, Mike Pence, un conservador extremo, doce años congresista en Washington y en estos últimos cuatro, gobernador de Indiana, según declaraciones desde el riñón político de Trump, conformado fundamentalmente por sus hijos, pasará a convertirse en el “número dos” más poderoso de la historia, con responsabilidades enfocadas en política internacional mientras el presidente se avocará a “hacer América grande otra vez”.

 

Pence, que maneja desde este último viernes, los equipos de transición entre las administraciones saliente y entrante, lo que demuestra su importancia en la estructura del nuevo gobierno, más allá de puestos, el año pasado estableció en Indiana una ley de “libertad religiosa” que permitía a los negocios negar servicios a homosexuales, lo que posibilita inferir cuáles serán las próximas políticas sobre las libertades ciudadanas.

 

Ya es bien sabido cual ha sido la base electoral de Trump y que no hay términos medios: gobierna con ellos o en su contra. El magnate quizás se haya extralimitado a la hora de las promesas. Cumplirlas será ir en contra del sistema, respetar al sistema será defraudar a quienes han confiado en él.

 

El fuerte núcleo representado por los cristianos evangélicos, básicamente fundamentalistas, que llegan a negar las teorías evolucionistas, ya que según ellos el mundo apenas se creó hace unos pocos miles de años, en su mayoría tampoco creen en el cambio climático, y están convencidos que en pocos años más Jesús regresará.  Ese gran sector de la sociedad americana, que durante décadas se habían colocado a un costado de la política, hoy se ha comprometido y no va a permitir dilaciones de su candidato.

 

Con otro de los sectores que apoyaron a Trump, para que alcanzase la presidencia, tampoco se podrá negociar nada, son los grupos de filiación neonazis, como la “Fuerza de Seguridad Tres Por Ciento de Estados Unidos” (III% Security Force), Oath Keepers, el “the National Socialist Movement (Movimiento Nacional Socialista), el American Freedom Party y hasta el mismísimo Ku Klux Klan. Estas organizaciones, en estos últimos meses acapararon gran cantidad de armamentos e intensificaron su entrenamiento militar, con el fin de salir en defensa de su candidato, a la menor sospecha de fraude.

 

Si bien este tipo de organizaciones se fueron diluyendo a partir de la presión oficial tras el atentado terrorista contra el edificio federal “Alfred P. Murrah” en Oklahoma City en abril de 1995 que dejó 168 muertos, resurgieron en estos últimos años en protesta de las políticas de Barack Obama respecto a la tenencia de armas.

 

El Southern Poverty Law Center, uno organización no gubernamental, que monitorea la actividad de este tipo de milicias de extrema derecha, racistas y supremacistas blancas, registró a unas 276 activas durante 2015, contabilizando que solo existían 42 en el 2008.

 

Trump, con su discurso racista y xenófobo ha logrado movilizar y encantar a este tipo de organizaciones, por lo que traicionarlas podría llegar a generar disturbios, inestabilidad social y hasta algún tipo de atentados, al sentirse engañados una vez más por el sistema. 

 

El movimiento Black Lives Matter, que ha motorizado las protestas de la comunidad negra de Estados Unidos, contra la ola de asesinatos de miembros de la comunidad a manos de la policía, ha registrado el crecimiento de acciones racistas de los grupos neonazis.

 

En recientes declaraciones, el nuevo presidente  expresó  que expulsará a más de tres millones de inmigrantes con causas criminales y que construirá el muro en la frontera con México, muro que en más de un 50 %, ya ha sido levantado por sucesivas administraciones federales y estaduales, pero  que Trump va a terminar de sellar en esa frontera.

 

 Las amenazas de abandonar la OTAN y modificar los tratados de libre comercio y cerrarse a las importaciones chinas, y como meta la creación de 25 millones de puesto de trabajo para los norteamericanos, sin duda han caído muy bien en los grupos más reaccionarios, pero es importante recordar que existen millones de norteamericanos que ya han demostrado,  con la sucesivas y numerosas marchas de protestas tras el triunfo del republicano, en muchas de las grandes ciudades norteamericanas, que no le será tan sencillo gobernar.

 

Un ejemplo para el mundo blanco

 

Donald Trump se ha convertido en el nuevo faro de las aspiraciones de numerosos sectores también para la derecha y la extrema derecha europea. Marine Le Pen, actual jefa del Frente Nacional, fue la primera en felicitar: “Felicitaciones al nuevo presidente y al pueblo americano libre”. Mientras el resto de la extrema derecha del continente han corrido a demostrar su apoyo al nuevo líder: dirigentes como el ruso Vladímir Yirinovski del partido Liberal Democrático de Rusia; el británico Nigel Farage del Partido de la Independencia del Reino Unido; Geert Wilders líder del partido de extrema derecha holandés PVV; los italianos Silvio Berlusconi, quien ha hablado de las “analogías evidentes” entre él y el próximo presidente norteamericano y Matteo Salvini jefe de la separatista Liga del Norte han felicitado con regocijo el resultado electoral en Estados Unidos. El Primer Ministro húngaro, Viktor Orban, tan dado a la construcción de muros como el que plantea Trump, declaró que su triunfo es lo mejor para Europa. Además de la neonazi, Alternativa para Alemania, y el partido Amanecer Dorado de Grecia, han encontrado en el triunfo de Trump su propia reivindicación.

 

Quienes parecieran no estar tan felices son los miembros de OTAN, que a través de su secretario general, Jens Stoltenberg, declaró: "Nos enfrentamos a los mayores desafíos para nuestra seguridad de todos los tiempos. No es hora para poner en duda la colaboración entre Europa y Estados Unidos", ya que entre los planes del presidente electo existe la posibilidad de retirarse de la Organización a la que aporta el 70% de su mantenimiento, tras catalogarla como una “organización anticuada”.

 

El llamamiento de la OTAN reviste características desesperadas, frente a las crisis de refugiados, el terrorismo fundamentalista y una Rusia cada día más fuerte y resuelta, contra una Europa, anodina, gastada, que en las últimas décadas solo atinó a seguir mansamente las disposiciones de Washington.

 

Si bien Trump, alcanzó notoriedad mundial con la amenaza de la construcción del muro en la frontera de México, según parece, planea construir muchos más.

 

 Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/181723?language=es
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