¿Acuerdo Trump-Putin en Oriente Medio?

21/11/2016
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La Doctrina Carter inspirada por Brzezinski (1980), tenía como objetivo la implementación en Oriente Próximo y Medio del llamado “caos constructivo”, concepto que se basaría en la máxima atribuida al emperador romano Julio César “divide et impera”, para lograr la instauración de un campo de inestabilidad y violencia en la zona (balcanización) y originar un caos que se extendería desde Líbano, Palestina y Siria a Iraq y desde Irán y Afganistán hasta Pakistán y Anatolia (Asia Menor). Oriente Medio y Próximo presentan un paralelismo sorprendente con los Balcanes y la Europa centro-oriental de los años que provocó la Primera Guerra Mundial, tras la que los vencedores procedieron a rediseñar las inestables fronteras de dicha zona dibujando unas fronteras virtuales que provocaron un extenso periodo de agitación, de violencia y de conflictos en la zona como consecuencia de los conflictos étnicos derivadas de unas fronteras artificiales amén del choque de intereses económicos de las principales potencias europeas en la zona.

 

Así, el ex-presidente de Egipto, Hosni Mubarak, (derrocado por su negativa a la instalación de bases norteamericanas en suelo egipcio), reveló en una entrevista al diario egipcio El-Fagr la existencia del presunto plan para dividir a toda la región de Medio Oriente, consistente en la instauración del citado “caos constructivo” mediante la sucesiva destrucción de los regímenes autocráticos de Irak, Libia, Sudán, Siria e Irán y reservando para Jordania el rol de “nueva patria del pueblo palestino”, para lo cual ,EEUU se serviría de los grupos takfiríes.

 

Takfir wal-Hijra, (Anatema y Exilio), es un movimiento sectario ultrarradical islamista de orientación sunní, surgido en Egipto en 1969 e inspirado por Sukri Mustafa. La doctrina takfir (luchador de la yihad), promulga la reducción de un musulmán por otro musulmán a la categoría de infiel, o peor aún, de apóstata, de traidor a su religión y por lo tanto resignado al castigo capital. EEUU e Israel se habrían servido de dichos grupúsculos salafíes takfiríes (especie de hidra cuya cabeza primigenia sería Al Qaeda), para mediante sus acciones terroristas destruir la imagen pacífica del Islam e impedir el enaltecimiento político del mundo musulmán, por lo que el presidente de la Asamblea Consultiva Islámica de Irán, Ali Lariyani ha acusado a los grupos terroristas y al wahabismo de crear una “catástrofe” para el mundo musulmán” y ha asegurado que los wahabíes saudíes incitan a los takfiríes (que considera infieles a quienes no siguen sus enseñanzas) a enfrentarse contra los chiíes y otras sectas musulmanas.

 

Dicha proceso de balcanización de la zona tendría su plasmación en países como Irak , devenido en Estado fallido y desangrado por la reavivación de la guerra civil chií-suní y la aparición del EI, en la endémica división palestina entre las facciones de Hamás y la OLP; en la anarquía reinante en Libia con el wahhabísmo salafista instaurado en Trípoli mientras grupos takfiríes (satélites de Al-Qaeda) dominan tribalmente el interior de Libia y en la aplicación de la yihad suní contra el régimen laico de Al Assad y sus aliados chiíes, Irán y Hezbolá que por efecto mimético habría convertido ya al Líbano en un país dividido y presto para ser fagocitado por Israel, quedando el régimen teocrático chíita del Líder Supremo Ayatolah Jamenei como única zona todavía impermeable a la estrategia balcanizadora de Brzezinski.

 

Al Assad y el tablero sirio

 

Tras el encuentro bilateral dentro del la Cumbre del G-8 que se desarrolló en Lough Erne (Irlanda del Norte), Putin y Obama escenificaron ante las cámaras la ceremonia del desencuentro debido al conflicto sirio, pues Putin bloqueó hasta el final de la Cumbre el acuerdo del G- 8 sobre una salida negociada al avispero sirio y anunció la continuación de la ayuda militar, logística y de asesoramiento al régimen de Bachir el Asad, “ el único representante legítimo de Siria”, según sus palabras. Por su parte, EUU estableció como condición que “Asad no puede jugar ningún papel en el futuro de su país y tiene que abandonar la presidencia”, algo a lo que se opuso frontalmente Rusia, consciente de que jugaba con ventaja en este pulso diplomático con Obama ante la incapacidad de EE UU y sus aliados europeos de marcar la iniciativa en un nuevo conflicto en Oriente Próximo, por lo que aprovechó la gran oportunidad que se le presentaba. 

 

Así, la jugada maestra de Putin convenciendo a Assad para que entregara todo su arsenal de armas químicas, el escaso apoyo internacional recibido por Obama para iniciar su operación militar contra Siria y el decidido apoyo militar ruso a all-Asad, forzará a las partes implicadas a una nueva Conferencia de Viena que levantará acta de la división “de facto” de Siria en dos partes ( rememorando la Guerra de Laos y los Acuerdos de Ginebra de 1.954 con Jruschov), con lo que la crisis siria se limitaría de momento a una puesta en escena en la que los actores participantes usarán el escenario sirio como banco de pruebas para un posterior conflicto a gran escala que englobará a Israel y Egipto y que podría reeditar la Guerra de los Seis Días en el horizonte del próximo quinquenio.

 

Así, según la agencia Itar Tass, Rusia reforzará su base naval en el puerto sirio de Tartus con el objetivo de resucitar la extinta Flota del Mediterráneo, (disuelta en 1992 tras la extinción de la URSS) y cuya columna vertebral estará formada por la Flota del Mar Negro , la del Norte y la del Báltico y se verá complementada según el diario Al-Quds Al-Arabi con la futura base militar de Jableh en el noroeste de Siria, mucho más sofisticada que la anterior.

 

Así, el Director de la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA) de EEUU, Teniente General, Michael Flynn, en un informe al Comité de Servicios Armados del Senado estadounidense y publicado por la agencia Bloomberg, avisaba de que “el arsenal sirio de misiles convencionales es móvil y puede alcanzar gran parte de Israel y grandes proporciones de Iraq, Jordania y Turquía desde lugares bien visibles dentro del país”, añadiendo que “Rusia ha vendido a Siria un misil de crucero supersónico llamado Yajont, un arma con un alcance de 300 km que supone una gran amenaza para los buques que se hallan en el este del Mediterráneo”, lo que hacía inviable una zona de exclusión marítima como Libia al tiempo que mantenía operativa la base aérea de Jemeim para asegurar una zona de exclusión aérea sobre Damasco.

 

Por su parte, según aurora-israel.co.il, el viceministro israelí de Exteriores Zeev Elkin, advirtió a Rusia de que los misiles antiaéreos rusos S-300 destinados a Siria amenazan la seguridad nacional del país, pues señaló que "los S-400 son un arma de alcance estratégico, apenas son relevantes para el conflicto interno sirio, pero son capaces de derribar objetivos en el espacio aéreo y marítimo israelí", por lo que Netanyahu visitó a Putin para explicarle que “Israel se reserva el derecho a la intervención armada en el escenario sirio si ve amenazado su espacio vital”. Además, según el diario Kommersant, Rusia habría empezado ya la entrega a Siria de los primeros cazas MiG-29M/M2, de un total de doce contratados en 2007, de lo que se deduce que la capacidad militar del Ejército oficial sirio dejaría pocos resquicios a las fuerzas opositoras al régimen de Al-Assad.

 

La deriva autocrática de Erdogan

 

En la orilla turca, Erdogan se negó a participar en las sanciones occidentales contra Moscú y compró a China misiles de defensa antiaérea HQ-9 y manifestó su deseo de integrarse en la Nueva Ruta de la Seda permitiendo inversiones del Banco Industrial y Comercial de China (ICBC) por lo que Erdogan sería un obstáculo para el diseño de la nueva doctrina de EEUU. En efecto, la nueva doctrina geopolítica de Erdogan pretende dejar de gravitar en la órbita occidental y convertirse en potencia regional, lo que implica que la lealtad a los intereses anglo-judíos en Oriente Próximo estaría en entredicho debido al previsible apoyo de Erdogan a la facción palestina Hamas y a los Hermanos musulmanes y al consiguiente enfrentamiento con Israel y Egipto.

 

Asimismo, la guerra sin cuartel declarada contra el PPK kurdo y su aliado sirio el PYD chocará con la nueva estrategia geopolítica de EEUU para la zona, pues la obsesión de Erdogan sería impedir el surgimiento de una autonomía kurda en Siria que sirva de plataforma al PKK por lo que el Congreso turco habría aprobado una ley que permite al Ejército turco (TSK) entrar en Siria e Irak para combatir a “grupos terroristas”, eufemismo bajo el que se englobarían no tanto el ISIS como el PKK y el PYD kurdo-sirio, aliado y hermano del PKK.

 

La frontera turco-siria sería el paso natural de los grupos yihadistas para abastecerse de armamento y sufragar el mantenimiento de sus operaciones militares mediante la venta de petróleo a precios irrisorios, términos reconocidos por el general Wesley Clark quien según la televisión libanesa de Hezbolá (Almanar) reconoció que “Turquía apoya al autodenominado Estado Islámico (EI) aunque nunca lo reconocerá” pero los bombarderos rusos sobre los tanques petrolíferos del ISIS supondrían un misil en la línea de flotación de los pingües beneficios obtenidos por Turquía mediante la reventa del crudo exportado por los yihadistas por lo que la miopía política de Erdogan le habría llevado a planificar el derribo del caza ruso SU-24 en la creencia de que contaría con el respaldo inequívoco de la OTAN y de EEUU así como a chantajear a la UE con el tema de los refugiados, logrando con su suicidas maniobras convertirse en un paria internacional, un aliado inseguro para EEUU y la bestia negra para un Putin que esperará pacientemente el momento de tomarse su venganza.

 

De todo lo anterior se deduce que Al Assad y Erdogan serían obstáculos insalvables para el diseño de la nueva cartografía del Oriente Próximo, por lo que no es descartable que Trump y Putin lleguen a un acuerdo que implique sacrificarlos en aras de lograr la pacificación de los avisperos sirios e iraquíes, (previo desalojo de las tropas del ISIS que extenderán sus tentáculos hacia Libia). Dicha tarea será completada con la intervención de fuerzas especiales de la OTAN en Libia previa formación de un Gobierno de Unidad consensuado entre el Parlamento de Trípoli (Bando del Oeste) y el de Tobrouk (Bando del Este), para limpiar el territorio de los yihadistas del ISIS desplazados desde Siria e Irak y así conformar un anillo de seguridad que evite las oleadas de refugiados hacia Italia y la posibilidad de acciones terroristas del ISIS en suelo europeo.

 

Sin embargo, Siria, Libia e Irak serían tan sólo el cebo para atraer tanto a Rusia como a China y provocar un gran conflicto regional que marcará el devenir de la zona en los próximos años y que sería un nuevo episodio local que se enmarcaría en el retorno al endemismo recurrente de la Guerra Fría EEUU-Rusia. Dicha Guerra involucrará a ambas superpotencias (EEUU y Rusia) contando como colabores necesarios a las potencias regionales (Israel, Siria, Egipto, Arabia Saudí e Irán), abarcando el espacio geográfico que se extiende desde el arco mediterráneo (Libia , Siria y Líbano) hasta Yemen y Somalia y teniendo a Irak como epicentro ( rememorando la Guerra de Vietnam con Lindon B. Johnson (1963-1.969).

 

Germán Gorraiz López

Analista internacional

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/181827
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