El debate interno de “Podemos”: buen espejo para vernos

12/12/2016
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Al interior del importante proyecto político Podemos (España) está en desarrollo un fuerte debate entre diferentes puntos de vista y tendencias de cara a la convocatoria de su Asamblea o congreso interno. La prensa burguesa intenta aprovechar la crispación que se nota en algunos de sus dirigentes que se expresan a través de elaborados artículos y “tuits”. Quieren meter inquina con la intención de dividir a los integrantes de ese “novel” partido político que ha sido un ejemplo estimulante para la juventud de Europa, América Latina y muchos lugares del mundo.

 

Lo que ocurre en España es de una importancia cardinal. Sirve de referente para la tarea que tenemos entre manos en Colombia. Es bueno recordar que desde la existencia del partido bolchevique ruso (hace más de 100 años) no existía en Europa un partido político que surgiera con tal fuerza como fruto de las combativas luchas sociales (15M) de los trabajadores y clases medias precarizadas, afectadas por la crisis económica y las políticas capitalistas (ajuste neoliberal), y sobre todo, con la cualificada y numerosa participación de jóvenes intelectuales con gran formación teórica y compromiso político, en medio de una coyuntura de gran perturbación política global.

 

Hoy se enfrentan 3 corrientes de pensamiento y acción al interior de Podemos. Una, es la que encabeza Pablo Iglesias; otra, la de Íñigo Errejón; y una tercera, la tendencia “anticapitalista”. La lucha por el “poder” está al rojo vivo con ocasión de la próxima asamblea partidaria denominada “Vistalegre II”. Independiente de los contenidos de las tres posiciones, pareciera que “lo nuevo” vuelve a enredarse con “lo viejo”. Por ello, es necesario analizar esa disputa interna que tiene que ver con uno de los problemas a resolver por todos los demócratas y revolucionarios del mundo entero, si queremos responder a los retos que tenemos enfrente.

 

Un breve resumen de la situación se puede sintetizar así: existe un sector que impulsa la “moderación” del programa de Podemos para “no asustar” a las mayorías de la sociedad que todavía están influidas por el pensamiento de la derecha franquista y neoliberal. Su propuesta tiene por objetivo acceder con prontitud al gobierno central para resolver los problemas urgentes y graves que sufre la población. La dificultad consiste en que, como le ocurrió a Syriza en Grecia y a los gobiernos progresistas de América Latina, podrán acumular una importante fuerza electoral pero –de un modo u otro– tienen que implementar las políticas neoliberales y realizar los ajustes fiscales y económicos que impone el gran capital. O sea, a la larga, quedan colgados de la brocha frente al enorme y aplastante poder capitalista global. Éste siempre logró domesticar la “rebelión populista”.

 

Los otros dos sectores, con ciertos matices y diferencias entre ellos, más o menos plantean que se debe mantener un programa contra-ajustes y anti-neoliberal de profundo contenido estructural. Que paralelamente, se debe desarrollar una estrategia de mediano plazo profundizando las relaciones con las bases y organizaciones sociales para que cuando se llegue a ser gobierno, se tenga el suficiente apoyo organizado (mucho más allá de los votos), para poder transformar la sociedad (sobre todo la economía) tanto “desde arriba” (Estado heredado) como “desde abajo” (nuevas formas de “democracia directa, deliberativa, colaborativa, etc.).

 

Los que aspiran a ser gobierno “rapidito”, quieren que en las elecciones del congreso interno participen ampliamente todos los “simpatizantes” que deseen hacerlo y que no se cierre el censo electoral durante el transcurso del Congreso. Los “otros”, impulsan una participación más cualificada de los militantes activos e inscritos. Desde mi propio punto de vista, estos son aspectos “no antagónicos” de la acción política y, por tanto, con el respeto que se merecen estos jóvenes dirigentes de tan valiosa experiencia, ambos sectores caen en un error de fondo.

 

Para ilustrar ese “error” me apoyo en lo que ocurre en Colombia. Frente a la posibilidad de que en el año 2018 tengamos que escoger entre un candidato “santista” y un “uribista” (ambos neoliberales), o sea, que los demócratas y la izquierda tengan que decidir entre “lo malo” y “lo peor”, algunas personas y sectores políticos estamos impulsando la necesidad de construir un “nuevo movimiento” que se proponga la construcción de una “Tercería Ciudadana y Democrática” (amplia coalición de los demócratas y la izquierda) para poder derrotar la polarización que le conviene al establecimiento oligárquico. Un gran obstáculo para hacerlo sería caer en la trampa “reduccionista” en que está enredado Podemos. En gran medida ha sido nuestra constante.

 

Ese “nuevo movimiento” no puede exigirle a la “tercería” que asuma un programa absolutamente anti-neoliberal. Con sólo que levante un programa “democrático” basado en la lucha contra la corrupción y el cumplimiento de los acuerdos con las FARC, podría ayudarnos a avanzar. La derrota de la “polarización distractora y desgastante”, ya sería un paso muy importante. Ese sería el “gobierno de transición” que piden los ex-comandantes farianos y sería un paso muy importante.

 

Y en esa eventualidad, el “nuevo movimiento” no tendría necesidad de “moderar” su programa. Incluso si ese programa fuera de carácter anticapitalista, no tendría por qué ser escondido o “tapado” o “camuflado”. En nuestro caso colombiano, podemos apoyar una “programa táctico moderado” y, a la vez, hacer conocer e impulsar nuestras propuestas estratégicas haciendo ver que la lucha contra la corrupción y la “paz” requieren –para ser sostenibles y efectivas a largo plazo– de la profundización de la lucha contra las causas estructurales que generan corrupción y violencia. Pero podemos ir paso a paso. (Ej. A la lucha contra la corrupción hay que “ponerle dientes”, construir nuevas formas de veeduría y control social que incidan sobre la ejecución de proyectos).

 

El problema surge –como le ocurrió al Polo Democrático Alternativo– cuando las diferencias de concepción política se quieren resolver con medidas administrativas (sanciones, expulsiones, aplicación de estatutos, normas, etc.) o con “pulsos de poder” mediante la realización de elecciones internas. Estos métodos multiplican las rencillas, agudizan las fricciones, acrecientan los orgullos y las rivalidades, y generan graves divisiones y resquebrajamientos. En realidad, la única solución es ampliar y profundizar el debate, y llegar a acuerdos sanos y transparentes. Siempre, si hay voluntad y madurez, se pueden construir consensos.

 

Desgraciadamente, como lo comprobamos en nuestro país, por el camino que van los amigos de Podemos van a terminar divididos. Mucho más si permiten el “bombo” y la intervención interesada y amañada de los medios de comunicación reaccionarios, que como ocurrió en Colombia con el Polo, lo dividieron y manipularon desde afuera. Hoy vuelve y juega, y en 2017, veremos nuevamente a los “medios” empujando por los “moderados”, “racionales”, “pragmáticos” en contra de los “radicales”, “extremistas” y “ortodoxos”.

 

Lo interesante es que podemos, a la vez, ser una cosa y la otra. “Realistas moderados” frente a las fuerzas que actualmente tenemos y al poder que tienen los grandes capitalistas. Y, “realistas radicales” frente a la urgente necesidad de construir un gran movimiento que aglutine al 99% de la población mundial para enfrentar la realidad de un capitalismo senil y decadente que es el principal peligro que amenaza la sobrevivencia global de la humanidad. Si sabemos hacerlo, no sólo mantendremos la unidad sino que lo haremos sin ocultarnos, sin detenernos ni frenarnos.

 

Popayán, 11 de diciembre de 2016

 

E-mail: ferdorado@gmail.com / Twitter: @ferdorado

 

https://www.alainet.org/es/articulo/182312?language=en
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