Comienza la era Trump

21/01/2017
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Se posesionó el presidente Donald Trump como nuevo mandatario de los Estados Unidos y en su discurso de posesión colocó el énfasis en tres dimensiones, a tono con su estilo de campaña y sus convicciones: nacionalismo-proteccionismo, populismo y una posición de anti político. Sin embargo, anuncios, que algunos esperaban, de tipo catastrofistas, no los hubo.

 

Como prometió en su campaña planteó la idea de proteger la producción y el empleo norteamericano, por encima de todo, que se resume en frases de su discurso como “seguiremos dos simples reglas: comprar productos de Estados Unidos y contratar estadounidenses” y la que enfatiza que todas las medidas deben estar orientadas por los intereses nacionales, “toda decisión sobre comercio, impuestos, inmigración y asuntos exteriores se tomará para beneficiar a los trabajadores y las familias de Estados Unidos”. No hay duda que es un golpe a la globalización que hemos conocido, pero no está claro que efectos prácticos tendrá, aunque en principio podría implicar un cierto retorno de industrias norteamericanas que hoy están produciendo en el exterior.

 

Por supuesto frases de contenido populista no estuvieron ausentes: “los hombres y mujeres olvidados de este país no serán olvidados nunca más”, donde se convoca al pueblo –especialmente el más afectado por pérdida de puestos de trabajo- y se envía mensajes a los más desposeídos, pero mensajes ausentes de contenidos, de medidas de política concretas y dentro de una perspectiva fuertemente populista, se destaca el rol protagónico del líder como el salvador, cuando dice “pelearé por vosotros con todo mi aliento y nunca jamás os decepcionaré”. Es altamente probable que este estilo de discurso sea una constante a lo largo de su gobierno, porque ha mostrado su impacto positivo para mantener una expectativa favorable al caudillo.

 

El discurso del presidente Trump se situó en la tendencia, muy a la moda, de hacer política criticando los políticos, lo que algunos han denominado la ’anti-política’ –en nuestro país lo hemos visto en políticos de derecha y de centro-izquierda-; dijo Trump, “no estamos meramente transfiriendo el poder de una a otra administración o de un partido a otro, sino que los transferiremos desde Washington DC y se lo devolvemos al pueblo” y en otro aparte de su alocución señaló algo que normalmente tiene buena acogida en la opinión pública, “los políticos han prosperado, pero los trabajos se han ido y las fábricas han cerrado. El ‘establishment’ se ha protegido a sí mismo, pero no a los ciudadanos del país”. Esto, aparentemente rentable políticamente, puede tender a minimizarse en la medida en que el partido republicano aspiraría a ser el beneficiario político.

 

Más allá de lo anterior, se esperaría en política exterior y de seguridad y defensa, una relación inédita con Rusia y una política de confrontación con China, que no necesariamente se expresaría en una especie de ‘nueva guerra fría’, pero sí en confrontacionismo con sus políticas económicas y de contención en ciertas áreas de influencia, especialmente en el Asia-Pacífico. Seguramente habrá una posición crítica frente a Naciones Unidas y una prioridad en la lucha contra el terrorismo islámico, aunque no es claro cómo se va a lograr y si se mantendrán los actuales mecanismos de lucha o habrá nuevas decisiones en ese campo de la política de defensa y seguridad.

 

Esperemos las primeras medidas concretas.

 

Alejo Vargas Velásquez

Profesor titular Universidad Nacional

Director Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/183021
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