La [geopolítica] del liberalismo y la barbarie

08/02/2017
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Distintos autores e intelectuales han venido diagnosticando  el debilitamiento de la hegemonía estadounidense en el mundo. Aquel escenario mundial, presenciado en los 90 con un único protagonista, está lejos mantenerse en la década que transcurre. El primer foro de Oslo dejó constancia de que dicha situación es reconocida hasta por los intelectuales más reaccionarios y chovinistas de ese país. En ese foro, Henry Kissinger y Zbigniew Brzezinski debatieron con cuál de las potencias, Rusia o China, Estados Unidos debería compartir el rol de súper potencia.

 

Pero primero que nada, la pregunta es ¿por qué los EUA tienen la necesidad de aliarse si ya había consolidado su unilateralismo con la Doctrina Bush? En este año agitado, nos encontramos con diversos síntomas que sugieren un posible quiebre de los paradigmas establecidos desde la caída del muro de Berlín y la desaparición del bloque soviético.

 

Uno de esos síntomas es el fortalecimiento de las corrientes euroescépticas, comenzando por victoria del BREXIT en junio 2016, promovido por el ultraderechista Partido de la Independencia (UKIP). En Austria y Holanda el balance de la ultraderecha para el 2016 también fue positivo1.

 

Queda ver que pasará el 7 de mayo en las elecciones presidenciales en Francia, donde a pesar de que François Fillon, líder de los conservadores liberales se posiciona como el favorito, Marie Le Pen la líder del Frente Nacional (FN) puede generar sorpresas y poner en un riesgo real el sostenimiento de la UE.

 

La máxima expresión de efervescencia del conservadurismo, es la victoria de Donald Trump, quien representa la vuelta de medidas proteccionistas en desmedro de los Macro-Tratados de Libre Comercio (TTIP-TPP-TISA). A su vez, una posible alianza con Rusia intenta desarticular el eje Beijing-Moscú-Teherán, que ha logrado bloquear la “primavera árabe”, representando un polo de poder bastante significativo, con una fuerza de atracción que llega hasta América Latina.

 

El recién electo presidente de los Estados Unidos, parece suscribir la idea de aliarse a una segunda potencia en detrimento de una tercera. Desde su campaña dejó clara la intención de acercarse al gigante euroasiático, para lograr la construcción de una alianza entre ambos países y en detrimento del soporte a la OTAN, todo esto con la intención de tensar aún más las contradicciones con China.

 

La explosión del conservadurismo más extremo puso en crisis el discurso de la globalización y con ello a las opciones moderadas.

 

Las economías occidentales han entrado en una espiral decreciente. El fortalecimiento de economías capitalistas en oriente (Rusia, China, India Pakistán, etc.) les ha negado el acceso a mercados y a fuentes de materias prima en la periferia. Dos datos evidencian esta decadencia: uno es el desplazamiento en el consumo de hidrocarburos, donde el llamado primer mundo desde 2005 dejó de ser el principal consumidor de petróleo, reemplazado por las economías emergente de Asia; el segundo, que evidencia la declinación económica de occidente, es la caída de la tasa de ganancia (consecuencia de la crisis económica mundial de 2007).

 

 

El proyecto neoliberal se queda huérfano en Latinoamérica, pues el desmantelamiento del MERCOSUR, con el boicot a Venezuela en el seno de este organismo, tenía como fin priorizar el TTP; un Alca 2.0 que incluyen países asiáticos y a integración estilo Alianza del Pacífico. Sin embargo, el espacio ganado por Trump amenaza la continuación del proyecto de integración neoliberal y augura el fortalecimiento de las corrientes proteccionistas.

 

Así queda este complejo panorama geopolítico, con una socialdemocracia desgastada que coquetea con el neoliberalismo, con cada vez menos legitimidad. Mientras, corrientes de extrema derecha toman más espacios de poder y la izquierda, aún en reflujo, sigue manteniéndose como opción política

 

A pesar de todo esto, el avance de posturas conservadoras no parece ser el fin de la globalización y el liberalismo. Los acuerdos de libre comercio siguen siendo una vital necesidad para el funcionamiento del capital.  Ejemplo de esto son las negociaciones entre Canadá y la UE para concretar un tratado de libre comercio, además de una China que se posiciona como el principal promotor de estos tratados2. Por lo tanto, es poco probable que las grandes corporaciones, que requieren de los TLC,  secunden la estrategia proteccionista de Trump, pues la fuerzas y los intereses que motorizan al capital son más grandes que éste. Próximamente, veremos quién se logra imponer en esta pugna intestina de la derecha occidental.

 

Notas

 

1. En Austria, el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) casi se impone en las Elecciones Generales, celebradas entre el 24 de abril y 22 de mayo,  donde el candidato NorbertHofer quedó en segundo lugar  con el 41.7% en el balotaje. En Holanda se asomó el NEXIT, pues también se celebró una consulta no vinculante sobre el Acuerdo de Adhesión de Ucrania con la UE, donde  ganó el NO, opción promovida por el reaccionario Partido de la Libertad (PVV).

 

2. Revisar el discurso del Presidente Chino, Xi Jinping del 17 de enero de 2017 en la Cumbre de Davos.

 

 

Félix Caballero Escalante y Ángel Alvarez

Frente Cultural de Izquierda

 

Fuente http://tatuytv.org/index.php/analisis-y-opinion/geopolitica/3525-la-geopolitica-del-liberalismo-y-la-barbarie , originalmente publicado en la Edición N°20 del mensuario Politi-K

 

 

 

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/183382
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