Caso Venezuela: El enfoque agonal versus el enfoque polimial

09/02/2017
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Queremos a través de este artículo, ubicar en su justo contexto y analizar el caso actual de nuestra Venezuela, visto este desde los enfoques agonal y el enfoque polimial.

 

De lo que se trata es de contrastar las posiciones del Gobierno y de la oposición frente a la Mesa de Diálogo y Paz, de acuerdo a sus perspectivas sobre la naturaleza del proceso de conflicto que inicio en nuestro país, a partir de 1998.

 

Pero, definamos primero que es un enfoque agonal y que es un enfoque polimial.

 

El enfoque agonal, es el que en estos momentos defiende la oposición venezolana, y consiste en la presión de situaciones “límite” de violación de Derechos Humanos, con la finalidad de que se propicie una intervención extranjera en nuestro país.

 

El enfoque polimial, que es el promovido por los factores revolucionarios, primero con Chávez y ahora con Maduro, tiene que ver con el situar el actual conflicto, la lucha de clases, las contradicciones que se desarrollan en nuestro país, en el terreno de la política.

 

Sabio fue el tan maltratado político, Nicolás Maquiavelo, cuando en 1469 escribió lo siguiente: “Si no quieres o no puedes aniquilar a tu enemigo, se le debe dejar una salida” (Resaltado y subrayado del articulista).

 

Dentro del conflicto agonal, del conflicto “sin violencia”, esto puede ser tomado como punto de partida para comprender y evaluar las actuales relaciones Gobierno- Oposición, en el contexto de estos diálogos de paz, en desarrollo.

 

Bajo este marco de referencia queda inserto el contenido del Comunicado leído -06/02/17- por el Jefe de la Comisión del Ejecutivo para el Diálogo, Jorge Rodríguez donde destaca:  

 

“…insistirán (el Gobierno) “tercamente en la paz, en el trabajo de la Mesa de Diálogo y sus comisiones de trabajo, y mantenemos nuestra propuesta de que dirimamos los asuntos que nos competen por la vía del encuentro pacífico y el respeto a la Constitución”. (Resaltado y subrayado del articulista).

 

En efecto, esta posición responde a una clara y definida estrategia del Gobierno Nacional, cuyo propósito apunta a situar el conflicto Gobierno-Oposición bajo el enfoque de una nítida defensa de los principios y valores que sustenta los Derechos Humanos, aún por encima de la propia Oposición, tal como lo señala el texto del referido  comunicado:

 

...  su postura de paz (el Gobierno) se mantendrá “a pesar de que existe un núcleo importante de la dirigencia opositora que persiste en su expediente violento como forma de hacer políticamente.”

 

Este enfoque agonal (conflicto sin violencia) de defensa de los Derechos Humanos viene a representar -a nivel nacional e internacional- las garantías que ofrece el Gobierno sobre su disposición por resolver pacíficamente sus diferencias con los opositores a su gestión, lo cual debilita los argumentos y posturas anti diálogo, así como las posiciones ambivalentes de las corrientes anti gobierno frente a este escenario, pues tiene como efecto recolocar el “conflicto”  en el terreno de la política y desmontar la tesis del aniquilamiento del oponente.

 

Así las maniobras opositoras por crear dicotomías frente a la Mesa de Diálogo, pierden cada vez más sustento y los dejan sin razones válidas para persistir en su actitud de cara al país y principalmente ante sus seguidores; al pretender dejar sin camino al Gobierno más que al uso de su prerrogativa de monopolio de violencia; de allí la validez y legitimidad que este último toma cada vez que insiste en sus llamados al diálogo y la paz, pues su actitud es del reconocimiento de valores mutuos, al situar el conflicto en el terreno de la política, luego intentar comenzar una labor de acotamiento de la enemistad, y de la construcción de una “mejor” oposición. (Resaltado y subrayado del articulista).

 

Esta consonancia interna del Gobierno Nacional se amplifica a nivel internacional, pues cada vez más se tiende a comprender que detrás de esta estrategia priva la intención por asumir los principios del Derecho Internacional Humanitario como la opción más viable para superar los desvalores que han mediado en el conflicto, pues si el Estado los defiende y aplica, a la contraparte no lo que quedaría más que obrar en consecuencia, so pena de criminalizarse de manera nítida mientras los grupos violentos se verían aislados si persisten en su accionar terrorista (guarimbas) en contra de la población civil.

 

Los acuerdos parciales son la posibilidad de construir “mejores enemistades” dicen los teóricos sobre el conflicto y asegurar la llegada de una convivencia duradera. Politizar el conflicto, acotarlo, proteger a los civiles no involucrados, reconocerle valores al enemigo, son acciones que pueden poner en el terreno práctico el viejo consejo de Maquiavelo a los hombres del Estado: “si no quieres o no puedes aniquilar a un enemigo, se le debe dejar una salida.”

 

Cuando un conflicto se polariza, se degrada y se confunde, la comunicación que suponen las acciones durante el seguimiento del mismo, sólo puede tender a ahondar los abismos y a dificultar la relativización de las enemistades.

 

Es, en ese momento, cuando el pensamiento puede jugar un papel decisivo para romper los círculos viciosos, tal como ha sido la tradición del Gobierno Nacional. En primer lugar, porque la acción unilateral de un actor, puede condicionar el actuar de los demás implicados.

 

El acotamiento de la enemistad y la convivencia. ¿Cuál es, pues, el papel del conocimiento y el pensamiento, en el acotamiento de la enemistad y en el desarrollo de los procesos que conduzcan, eventualmente, a un proceso de convivencia? Se ubica este papel, en la capacidad de uno o más actores para investigar, pensar y teorizar el conflicto, Un viejo aforismo, de estirpe kantiana, dice que "no hay nada más práctico que una buena teoría".

 

En el caso de la oposición no ha contado con un pensamiento guía claro y eficaz para la conducción del conflicto, únicamente centrado en una relación suma cero, es decir su permanencia depende del aniquilamiento del Gobierno Nacional, sin posibilidad de diálogo o negociación.

 

Este último, con su posición a favor del diálogo, apunta hacia el “desarme ideológico” para vencer las “acciones directas” con que la oposición siempre amenaza continuar en su agenda oculta y paralela.

 

Igualmente ello va a contrapelo con su papel formal de uso de la fuerza bajo el argumento de defender las razones de Estado, que -a su vez- contrasta con el lenguaje desvalorizador de la oposición al criminalizar al Gobierno Nacional sin argumentos de peso ni lógica.

 

Carl Schmitt en su "Teoría del Partisano" define los elementos de estos dilemas. El irregular (oposición violenta) necesita reconocimiento para no descalificarse, para no caer en lo apolítico que identifica, en este caso, a lo criminal.

 

Para esto no hay más que dos posibilidades: el reconocimiento por una fuerza regular que ya exista o la conquista de una nueva regularidad por la propia fuerza. Es una alternativa dura". También este está en una alternativa dura: entre el abismo de la enemistad absoluta o la posibilidad de avanzar hacia la convivencia por medio de los acotamientos de la enemistad.

 

El Gobierno Nacional muestra estar actuando bajo la última premisa, al poder interpretarse a partir de su discurso y actuación sobre el diálogo que: Si los conflictos son comunicación, los mensajes pueden ser mejorados. Si los enemigos se construyen mutuamente, la enemistad es susceptible de modificaciones: los mensajes mejorados, sometidos a la crítica de la razón, tienen consecuencias dialécticas; de allí su insistencia en el diálogo como mecanismo de comunicación con la oposición.

 

La comunicación que supone todo conflicto se hace oscura y compleja cuando los conflictos no se circunscriben de manera exacta a lo definido en el Derecho Internacional como guerra interestatal adelantada por medios puramente militares, y en la aplicación al caso en estudio estas premisas permite intentar entender el accionar opositor, pues este pretende actuar sin reglas para desquiciar al poder constituido y entre en contradicción con las normas nacionales e internacionales.

 

Es por ello, que en estos momentos, en los análisis que se realicen, es muy importante deconstruir la información, y luego proceder a la recontextualización.

 

Se ha tratado de tildar, que “el empeño terco” del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, es un síntoma de debilidad. De acuerdo a lo planteado en estas líneas, es todo lo contrario. Maduro busca armar toda una línea de defensa del país, porque no olvidemos que desde afuera nos vienen observando con el lente de la visión hegemónica de los Derechos Humanos.

 

Con la orden ejecutiva de Obama (la cual constituye toda una política de Estado de EEUU), que antes de irse, la prorrogo por un año más, donde fuimos declarados como “una amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad nacional de los Estados Unidos”, se buscan armar “dossiers” a Venezuela, que en términos nuestros serían expedientes, para poder justificar la intervención extranjera en nuestro país. Esto no lo podemos perder de vista ni la perspectiva.

 

Y los supuestos y “dossiers” que busca armarnos la derecha internacional, con el apoyo de sus cipayos de acá versan sobre tres temas fundamentales:

 

- Terrorismo.

 

- Derechos Humanos.

 

- Narcotráfico.

 

Por ello, estas últimas movilizaciones y provocaciones del fascismo no podemos verla como “vainas locas” de la derecha o “no tienen fuerza”. Ellos con sus actos lo que buscan es que nos vayan armando el “dossier”, fundamentalmente en el tema de Derechos Humanos. Ojo con esto.

 

Tan es así que “la marcha de las embarazadas” de hace algunos días por la parroquia San Juan, cuando se trató de trancar la Avenida San Martín en Caracas, tiene que ver con este aspecto que señalamos en el párrafo anterior.

 

Además de ello, en estos intentos desesperados del fascismo por “recalentar la calle”, la cual han perdido, por las posibles delaciones que puede estar haciendo Gilber Caro sobre los planes desestabilizadores por parte del fascismo criollo; también buscan medir la capacidad de respuesta de los órganos del Estado, y en especial, de los encargados de la seguridad ciudadana. Atentos con esto.

 

A esto hay que sumar los viajes del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) Luis Almagro a Europa, puesto que señalo que “La Carta Interamericana no se activa por la mediación del Vaticano en el diálogo en Venezuela”. Y Almagro quiere hacer el “lobby” desde ya, para que el Vaticano no siga facilitando este proceso, y así poder actuar.

 

Igualmente, hay que tomar nota de las declaraciones del nuevo Secretario de Estado gringo, Rex Tillerson, cuando ha señalado que: “Está trabajando coordinadamente con los gobiernos de Colombia, Brasil y Guyana, porque Venezuela se enrumba hacia una transición”. ¿A qué se referirá Tillerson al señalar que “Venezuela va a una transición”?

 

Pero, afortunadamente, tenemos una canciller vergataria, Delcy Rodríguez, quien respondió inmediatamente, y prácticamente ante estas declaraciones de tan nefastos personajes, señaló. “Que pasen todo eso por escrito”.

 

Estos son algunos elementos con los que advertimos sobre el actual conflicto venezolano.

 

Juan Martorano

Abogado, activista por los Derechos Humanos, militante revolucionario y de la Red Nacional de Tuiter@s Socialistas

http://juanmartorano.blogspot.com

http://juanmartorano.wordpress.com

jmartoranoster@gmail.com

 @juanmartorano

 

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/183423
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