Cuándo y cómo será destituido Donald Trump

28/02/2017
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Es notorio que la popularidad del recién electo Presidente de Estados Unidos Donald Trump, está ya en crisis. Más allá de lo que demuestran los resultados de numerosas encuestas (habitualmente objetos de manipulación) es aparente que el Jefe de Estado es paradójicamente rechazado por la mayor parte de la gente que le dio su voto para procurarle la designación en la Casa Blanca.

 

Convencido de que la destitución avanza porque resulta evidente que Trump no está apto para la presidencia, el escritor y periodista Robert Kuttner, cofundador y actual corredactor de la revista “American Perspective”, creada en 1990 como "autoridad de las ideas liberales," según expresa su declaración fundacional, ha publicado en la revista digital Huffington Post un artículo con sus ideas al respecto.

 

Kuttner fue durante 20 años columnista de Business Weekly y aun escribe columnas en The Boston Globe y para el Huffington Post.  Fue también en 1986 uno de los cinco cofundadores del Instituto de Política Económica y actualmente es parte de su Comité Ejecutivo. En 2007, Kuttner se unió al Centro de Investigación y Política de Demos, de orientación liberal, como miembro distinguido.

 

“Donald Trump está tratando de gobernar por impulsos, por caprichos, por satisfacción y beneficio personal, por decretos... como si hubiera sido elegido dictador. Pero resulta que no funciona y que la locomotora ya se está descarrilando”, escribe Kuttner y asegura que el impeachment (o juicio político) está ganando terreno porque es la única forma de destituir a un presidente que parece estar destruyendo pedazo a pedazo a Estados Unidos.

 

Los republicanos abandonan en masa a este presidente de su propia militancia porque el hombre es psiquiátricamente inepto e incapaz de verificar si sus acciones son legales o no, antes de llevarlas a cabo. Las personas que rodean a Trump, hasta los que le sirven con una lealtad que roza la esclavitud, se pasan la mitad de su tiempo tratando inútilmente de frenarlo.

 

La otra mitad del tiempo se la pasan respondiendo a llamadas frenéticas de líderes republicanos, élites empresariales y dirigentes extranjeros preguntando ¿qué nueva barbaridad ha hecho ahora Trump? El recién defenestrado Reince Priebus, quien era su jefe de Despacho, ya había logrado llegar a la cima del poder y no le ha sido nada divertido.

 

Una cosa es vivir una realidad propia en calidad de candidato, engañando a las personas con discursos el tiempo necesario para hacer que voten por uno. Otra es cuando intentas gobernar de esa manera, porque la realidad es la realidad, y te llama al orden.

 

Reiteradamente, Trump ha decretado órdenes impulsivas sin que hayan sido, de una u otra forma, planificadas o meditadas debidamente, o al menos consultadas con juristas o expertos políticos gubernamentales. Como resultado de ello, ha sucedido que de una forma inmediata ha habido que dar marcha atrás como corolario de una combinación de presiones políticas y legales. Así como por efecto de la realidad misma.

 

Kuttner advierte que, a diferencia de las dictaduras que Trump tanto admira, aun funciona (aunque precariamente) en Estados Unidos una compleja red de medidas constitucionales, legales y políticas contra la tiranía. Y mientras más imprudente es su comportamiento, más tienden a manifestarse esas medidas.

 

Con su absurda prohibición de admitir refugiados de un número de países seleccionados por sus vínculos con el terrorismo (sin que se incluyan Arabia Saudita y Egipto, de los que señaladamente irradia el terrorismo pero tiene fuertes intereses comerciales con Trump), el presidente ha descubierto que el sistema estadunidense tiene tribunales capaces de objetar tamaño absurdo.

 

El trumpismo no sabe qué hacer para matar al Obama Care sin matar a los pacientes y liquidar con ello las esperanzas de una reelección. Lo cierto es que resulta complicado… y los matices no son el punto fuerte de Trump.

 

Tampoco lo es la consistencia de sus posiciones. Incluso el personal de Trump tuvo que detenerlo en su absurda cruzada contra México y los mexicanos, en la que un día Trump obligó al presidente mexicano a cancelar una visita oficial y al día siguiente se pasó una hora lamiéndole el oído por teléfono.

 

Trump propuso volver a instaurar la tortura como recurso represivo, pero los principales líderes republicanos rechazaron esa idea. El senador John Thune afirmó que la prohibición de la tortura era una ley establecida y que los republicanos en el Congreso se opondrían a restaurarla. El propio secretario de Defensa de Trump opina lo mismo. Después de proclamar por todo lo alto su nueva política de tortura, Trump cedió dócilmente a que esas medidas pasen antes por sus asesores de defensa, según constata Kuttner.

 

Febrero 27 de 2011.

 

Exclusivo para el diario POR ESTO! de Mérida, México. http://manuelyepe.wordpress.com/

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/183801
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