Gran industrialista y propulsor de las empresas del Estado

Hace 75 años falleció el presidente Marcelo de Alvear

23/03/2017
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Entre 1922 y 1928 la Argentina se convirtió de un país basado, con algunas pocas excepciones, en la producción primaria en otro que, sin abandonar ese recurso, creció fuertemente en su desarrollo industrial y tecnológico lo que lo llevó a convertirse en la sexta potencia mundial en función de su Producto Interno Bruto (PIB) Per Cápita al tiempo que el salario real creció de manera significativa en su poder de compra y se aplicaron importantes normas sociales en favor de los sectores más postergados.

 

Quién fuera presidente de la Nación durante ese período, Máximo Marcelo Torcuato de Alvear, falleció el 23 de marzo de 1942, 75 años atrás, en su casa de la localidad de Don Torcuato, en el Gran Buenos Aires, víctima de una enfermedad que él ya había previsto como terminal, en circunstancias en que buena parte de la población esperaba un nuevo mandato suyo que enfrentara al régimen conservador encabezado por Ramón Antonio Castillo a quién tres meses más tarde derrocase un movimiento cívico-militar que pronto devino en la llegada al gobierno de Juan Domingo Perón.

 

No fue casual que al ofrecer su primera exposición ante el Congreso de la Nación, al inaugurar las sesiones de ese año, Alvear expusiese con precisión que si bien era su intención seguir prestando atención al negocio agrícola-ganadero como una cuestión tradicional, esencial para la economía nacional, en la nueva etapa recién comenzada el Poder Ejecutivo iba a poner especial atención en impulsar el crecimiento de la actividad industrial; cosa que cumplió.

 

Durante ese período, además de la aparición de muchas pequeñas y medianas empresas y la continuidad del avance de algún gran conglomerado local como el Grupo Tornquist, se radicaron en la Argentina 58 consorcios extranjeros, en un alto porcentaje con casas matrices en los Estados Unidos de América, de los cuales el primero en llegar fue el de la automotriz Ford Motor Company y el último, antes de la finalización del mandato en 1928 el de la industria química Stanford Rousselot.

 

Entre otras empresas se pueden citar la también automotriz General Motors, la aseguradora Boston, las envasadoras de gaseosas Crush y Coca-Cola, la petrolera Standard Oil, la alimentaria Royal, el laboratorio Parke Davis, la farmacéutica Scholl y la también farmacéutica y química Colgate-Palmolive.

 

El caso de la Ford es particularmente interesante ya que con una inversión de 240.000 dólares estadounidenses (unos diez millones actuales tomando parámetro la evolución del precio del petróleo), a los nueve meses de comenzar su actividad como armaduría ya había producido 6.633 vehículos en tanto que ya en 1925 circulaban por el territorio argentino 100.000 de sus famosos y legendarios Ford T.

 

Ello fue particularmente impulsado por la decisión del ministro de Hacienda, Rafael Miguel Herrera Vegas, un venezolano que había llegado a la Argentina de niño cuando el gobierno, ante la epidemia de la fiebre amarilla contratara a su padre, médico, para ponerse al frente de la lucha contra la misma.

 

Herrera Vegas, con ideas sociales avanzadas, como el propio Alvear, aplicó un arancel del 25 por ciento a todos los bienes importados, lo que promovió la producción de los mismos en el país generando, al mismo tiempo, trabajo para la mano de obra local, que en ese sexenio se incrementó con 600.000 nuevos inmigrantes, con salarios más elevados y una legislación protectora para mujeres y menores

 

Durante ese período también se estableció el Impuesto a la Herencia cuya recaudación, en buena medida, sirvió para mejorar la educación popular y se pretendió sancionar el Impuesto a las Rentas (Ganancias) pero ello fue rechazado por el Congreso lo que dio lugar a la renuncia del ministro quién, para investigar a fondo la cuestión, había enviado a Australia, dónde regía desde 1849, al destacado economista Raúl Federico Prebisch.

 

En 1923 también se sancionó el gran antecedente del actual sistema, jubilatorio, el que rigió hasta 1926 cuando el propio Alvear debió dar marcha atrás y anularlo ante la presión que ejercieron, en conjunto, la Unión Industrial Argentina (UIA) y la Confederación General del Trabajo (CGT) ya que ambos se opusieron a que realizasen los correspondientes aportes, para el fondo respectivo tanto los empleadores, en el primer caso, como los empleados, en el segundo.

 

A instancias de Herrera Vegas en 1923 se creó el Frigorífico Nacional, luego denominado “Lisandro De la Torre”, para competir con las empresas británicas y estadounidenses que manejaban ese negocio; y ese mismo año, a través del ministro de Agricultura, a quién ya había hecho convocar, aún antes de asumir la Presidencia, al general de aviación e ingeniero Enrique Carlos Alberto Mosconi para llevar adelante el proyecto de creación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF) que ya en 1925 tuvo, en La Plata, una de las diez destilerías más importantes del mundo.

 

Otro latinoamericano, el paraguayo Manuel Tomás Domecq García, ministro de Marina de Alvear, y almirante, fue el impulsor de la creación de la marina mercante y del astillero que ahora lleva su nombre y cuya idea central era destinarlo para la fabricación de submarinos y en 1927 se creó la Fábrica Militar de Aviones (FMA) de Córdoba que ya en 1928 entregó sus primeras aeronaves.

 

Siendo diputado nacional desde 1912, Alvear fue uno de los impulsores del proyecto de Juan Félix Cafferata para la construcción de barrios de viviendas populares de los cuales dos de ellos hoy llevan los respectivos nombres de sus impulsores y, también tuvo que ver con la sanción de la Ley N° 9688 de Accidentes de Trabajo.

 

No puede omitirse la participación en todo lo social, de su esposa, la soprano lírica portuguesa Regina Pacini, con la que se casó en 1907, fundadora de la “Casa del Teatro” como asilo para aquellos artistas que quedaran desamparados en su vejez y de un hospital de guerra en París, durante el primer gran conflicto mundial, en el que ella atendía heridos mientras Alvear se desempeñaba como embajador argentino, por lo que fue distinguida con la Legión de Honor.

 

Fernando Del Corro

Docente universitario, historiador y periodista.

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/184314
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