10 tips sobre la libertad de expresión para la Constituyente
- Opinión
En una mesa, de muy alto nivel, un puñado de importantísimos periodistas nacionales se encontró. Era cuestión de pensar cuál es la responsabilidad de los periodistas en este complejo momento nacional, debiendo considerar, entre otras cosas, que con sus posturas se avivan los conflictos, se exacerba el miedo, o, la gente se reencuentra en los valores de lo nuestro. El debate, como todos los que se dan en este país empezó con una formalidad sacrosanta, cada quien sentando en el puesto que sus canas y sus horas de transmisión le han comprado y terminó en una fraterna conversación anecdótica.
Ese grupo de periodistas tenía como característica común haber vivido antes de la Revolución Bolivariana, haber reportado o narrado, allanamientos a las Universidades y conocer el más brutal caso de represión a un periodista en Venezuela, el asesinato de Fabricio Ojeda. Por ello, sabían que algo había de exageración de plantear el presente como el más terrible de los tiempos pero también admitían que con el internet se han borrado las fronteras del oficio.
Por ello, con alguna nostalgia veían como su trabajo, antes protegido de algún extranjero aventurero o de algún talentoso locutor sin formación, ahora era una zona donde ellos habían pasado a un segundo plano. La noticia, por no decir la realidad, ahora se hace desde miles de fuentes o desde ninguna.
En aquel encuentro varios dejaron ver que llevan atragantada la pena de estar en un oficio que decae pero al que siguen apostando sus esperanzas. Pensaran políticamente lo que pensaran, terminaron por reconocer que las cosas cambian.
Con estas ideas sobre la mesa vamos al encuentro de ideas, ordenadas en una lista de diez, con las que intentaremos pensar la comunicación como derecho, como fue y sobretodo todas las cosas que una Constituyente puede suponer para garantizar que sea una herramienta para la cultura y la paz.
Como una de las modalidades de la libertad, hablar de la libertad de expresión es ubicarnos en el tiempo de la Ilustración. Por ello, vamos a ver que su génesis jurídica está en la Independencia de Estados Unidos y en la Revolución Francesa. Documentos desde los cuales pasó directo hasta la Declaración Universal de Derechos Humanos donde ocupa el artículo 19.
Cuando decimos esto por un lado queremos llevar la memoria nacional hasta el recuerdo de un Francisco de Miranda trayendo la primera imprenta a Venezuela, para recordarnos que la Patria se hizo con hombres armados y con intelectuales. Ambos, indispensables e inseparables. Algunos fueron prodigios en los dos campos como Bolívar o el mismo Miranda.
La libertad de expresión en este momento es sobre todo la protección del derecho de opinar y que esto se publique que tiene cada quien. Es la ebullición de las ideas que augura la superación de la oscuridad del absolutismo pero, por romántico que suene tenemos que recordar que el individuo en el Liberalismo no es una noción que los arrope a todos sino a los que, económica y culturalmente, tienen la capacidad de tener una opinión y la posibilidad de que la misma se publique. Por eso, que en realidad la libertad de expresión protege principalmente un ejercicio económico, el de la prensa y a un sector, que puede opinar y fundamentalmente estar en desacuerdo con quien gobierna, naciendo así toda la imagen de los perros de guardia o del cuarto poder. Dibujado de este modo, alguien podría pensar que la libertad de expresión es ilimitada pero no lo es puesto que desde el siglo XIX se conoce, por lo menos uno de sus límites, que John Stuart Mill consagró como el principio del daño: la limitante de la libre expresión es el producir daños a otros.
El siglo XX va a ser un tiempo donde a la libertad de expresión se le van a plantear múltiples desafíos principalmente porque la tecnología pasó de la masificación de la radio hasta el invento del internet, con el deber de recordar todo lo que permite la televisión. Por ello, este derecho se va a ver desafiado. Hay más formas de comunicar, mas sujetos que quieren hacerlo y el poder monopólico comienza a ser un arma tan o más importante que el armamento de guerra. En la última década esta simple afirmación adquiere una mayor relevancia, los organismos onusinos reconocen que si no fuera por el rol de la radio el genocidio de Ruanda muy probablemente no hubiese ocurrido. La responsabilidad de los medios es entonces un asunto mayor.
¿Orden público, salubridad, intimidad, reputación? Varias son las fronteras de la libertad de expresión a las cuales se les suman aquellas que protegen los temas fundamentales de la convivencia nacional que son las prohibiciones absolutas de la instigación a delinquir, la apología del odio y de la guerra, así como los mensajes que atenten contra la soberanía nacional.
Para el debate de 1999, la libertad de expresión fue un tema fundamental. Es falso que todos estuvieran de acuerdo con la bonita redacción vigente del artículo. En su momento tuvo sus frontales detractores que no lograron contener, como si lo hicieron en la Constitución de 1961 gracias al apoyo de la SIP, que la gente tuviera derecho a la información veraz, aunque para intentarlo llegaran directamente del CNP y de la UCAB según lo que cuenta Earle Herrera. Fuera como fuera el forcejeo, la Constitución reconociendo la libertad de expresarse también les impone un deber de contribuir a la educación, de proteger a los niños y niñas así como establece como principio fundamental que cada quien, cuando comunica, es responsable por lo que dice.
El tiempo ha pasado y no hemos superado todos los males. Hay severas dudas sobre el carácter universal de un derecho y el campo profesional de un gremio. Hay exigencias de la nueva democracia, de un gobierno electrónico pleno y responsable. Para ello, para que el gobierno sea democrático y electrónico, la idea de la disminución progresiva de la brecha tecnológica ha de plantearse. Se necesita más y mejor acceso al internet y a los sistemas que vengan luego, teniendo en cuenta que el acceso no es tan solo la posibilidad teórica de enchufarnos sino la posibilidad real de pagar un sistema que se adapte y cubra la necesidad. Por ende, la libertad de expresión debe superar su dimensión de derecho civil y alcanzar su noción de derecho sociocultural, motor del desarrollo y fundamento de la democracia participativa.
La responsabilidad es un asunto complicado pues no nos agotamos en el presente a mirar si en la televisión un presentador o su invitado hicieron uso de medios prohibidos, o, si incitaron a actos indebidos. Debemos preguntarnos cuál es la responsabilidad del Estado de proteger nuestras fronteras digitales de la promoción de la violencia y no quiero referirme a la política sino fundamentalmente a la violencia como modo de vida de las generaciones más jóvenes. ¿Cuál respuesta dar contra la inducción al suicidio, a la pornografía o al bulling infantil y juvenil?
Hay un derecho nuevo en esta área que cada día gana más espacio en la jurisprudencia y en el derecho extranjero y es el derecho al olvido. No hemos sabido dar pasos firmes para la protección de datos e imágenes que comprometen la reputación de una persona, o, de su utilización con fines discriminatorios. ¿Si, por ejemplo, en el marco de un conflicto de pareja se publican videos íntimos quien protege? El quién protege es un aspecto mayor, Venezuela tiene normas dispersas, por la prensa escrita pareciera que tan solo existiera el derecho individual de réplica y el sistema ordinario penal mientras que para la radio y la televisión existiera una autoridad especializada. ¿Cómo se borran las fronteras para procurar una protección completa?
Los dos puntos anteriores que pudieron haber sido objeto de una ley especial requieren en todo caso que se consideren en los nuevos desafíos jurídicos que plantea un espacio felizmente más democrático pero donde esa diversidad de sujetos quiere ser usada como una anomia donde quienes se exceden no serían responsables ni por lo dicho ni por lo causado. Aspectos estos que merecen, chille quien chille, ser profundamente discutidos.
Este apretado recuento pretende irnos animando al debate constituyente y no tiene ninguna finalidad limitativa. Puesto que por ejemplo, una nueva exigencia que tienen los medios de comunicación es la erradicación de los estereotipos donde fijan perfiles de gente que no existe como ideales físicos a alcanzar o ridiculizan a quienes forman parte de nuestra diversidad sexual.
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