Uribistas piden públicamente matar al Presidente Nicolás Maduro
- Opinión
Es gente acostumbrada a matar, o, mejor dicho, mandar a matar. Siempre consiguen matones entre sus peones.
Tienen un perfil común: sus antepasados fueron esclavistas, hicieron fortunas delinquiendo, y siguieron delinquiendo para conservar sus privilegios. La derecha más derechista de la derecha.
Son los beneficiarios de la narcoeconomía transnacional con sede en ese lugar de donde es un cura próximo a beatificar que -según me dice doña Gloria- fue uno de los que mandaron a matar a Gaitán.
Abelardo de la Espriella se llama el elegante sicario comunicacional que el domingo 9 de julio publicó en El Heraldo de Colombia su metralla encorbatada:
"Los venezolanos de bien y la comunidad internacional en pleno deben entender que la muerte de Nicolás Maduro se hace necesaria para garantizar la supervivencia de la República. No se trataría de un asesinato común, sino de un acto patriótico que está amparado por la constitución venezolana y que resulta, por demás, moralmente irreprochable".
¡Miren que legalista este jurista santanderista!
Cómo interpreta nuestra Constitución el profesor de derecho penal de la misma universidad que acogió de catedrático a Pedro Carmona Estanga y es asidua patrocinante de CNN.
Si de este tenor son los asesores legales externos de la MUD, se entiende entonces las alocadas "salidas", "elecciones generales anticipadas" y "plebiscitos" que han sacado del sombrero de copa de la Sergio Arboleda.
Ahora resulta que el magnicidio es un "derecho constitucional", extraño por demás, que puede ser invocado por un extranjero.
¡Saque su nariz del pote de cocaína, señor abogado, que le estallaron sus circuitos nerviosos los excesos sabatinos!
Ya sus tutelados opositores venezolanos comenzaron la matazón: cien muertos en cien días de perturbadas protestas sin propuestas. Todos por la insensible e irresponsable ambición del pitiyanquismo.
Antes, Pat Robertson y otros fanáticos sionistas, así como Uribe y Pacho Santos, hicieron llamados similares contra el Presidente Chávez, y lo lograron, cuando de aquél indeseable encuentro en Santa Marta, el Comandante salió envenenado por nanoarmas letales.
Nada peor que los descuidos y perdones cuando se tiene por enemigos a tipos de semejante calaña.
Yldefonso Finol
Constituyente de 1999
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