En las tres últimas décadas, Venezuela ha sido el epicentro de trascendentales acontecimientos políticos, con hondas repercusiones en el ámbito regional e internacional.

El “Caracazao” con sus más de 3000 muertos como consecuencia de la violenta represión del régimen socialdemócrata de Carlos Andrés Pérez, marcó la pauta de los alzamientos populares contra el modelo neoliberal y las políticas pro mercado de los sistemas políticos oligárquicos latinoamericanos.

El levantamiento militar encabezado por Hugo Chávez en 1992 estimuló el surgimiento de poderosas subjetividades revolucionarias en varios países de América Latina canalizadas hacia grandes batallas contra los viejos y podridos Estados de las elites feudales y financieras.

El triunfo presidencial de Hugo Chávez en 1999 y la aprobación de una nueva Constitución provoco amplios desarrollos de los movimientos sociales y populares con plataformas de cambio y reformas avanzadas frente a la hegemonía del sistema neoliberal depredador.

El rechazo al golpe de Estado del 2002, encabezado por la vieja ultraderecha venezolana, implico el despliegue de la potencia popular que permitió el regreso de Chávez al Palacio de Miraflores.

Toda la revolución bolivariana con sus especificidades ha sido un referente permanente de la agitación y los procesos políticos latinoamericanos.

Ocurre hoy, de igual manera, con la convocatoria y elección de la Constituyente comunal bolivariana.

Con su idea el Presidente Maduro ha retornado a los tiempos heroicos y épicos del chavismo radical.

La descomunal ofensiva imperial y de los gobiernos ultraderechistas de América Latina, comenzando por los regímenes cipayos de Colombia y México, son el termómetro que nos indica el calibre del proyecto constituyente y sus objetivos revolucionarios.

La rabia de las elites gringas y de sus gobiernos vasallos es el síntoma incontrovertible de la calidad política de este acontecimiento político histórico que está marcando una nueva etapa en la historia de la civilización bolivariana.

Es lo que no logran entender ciertos grupos pequeñoburgueses de una fementida intelectualidad que se proclama de izquierda.