La gira de Pence: contra Venezuela y por la salud de los mercados

17/08/2017
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El viernes 11 de agosto el presidente Trump amenazó con una probable intervención armada a Venezuela, sintetizando con claridad las intenciones y acciones injerencistas en Venezuela. Claro que esto provocó numerosas controversias, sobre todo en EEUU, porque “esa no es la forma de hacer las cosas”, no por tratarse de una declaración de guerra porque el gobierno venezolano no se pliega a los lineamientos políticos y económicos de Estados Unidos, o porque implica un acto de poder unilateral que no considera el daño al pueblo venezolano (que es quien eligió a sus actuales gobernantes), sino porque este tipo de declaraciones proporcionan “argumentos a Maduro” para hablar del intervencionismo estadounidense1. Lo cierto es que la declaración fue una clara demostración de poder impune, además de medir el escenario de legitimidad de una decisión tan contundente (que, por otra parte, no es nueva, se barajaba al menos desde que se filtró el Operativo Freedom II del Comando Sur)2.

 

En este caldeado escenario, el vicepresidente Michael Pence (el lado “serio” de Trump) salió de gira por América Latina, incluyendo visitas a Colombia, Argentina, Chile y Panamá. Según comunicado oficial de la Casa Blanca, el motivo del viaje es profundizar los lazos comerciales y la cooperación en seguridad e infraestructura3. Además de esto, la razón principal es qué harán y cómo harán para “resolver” el asunto de Venezuela (lograr el ansiado cambio de régimen).

 

En efecto, durante su breve paso por Colombia, Pence brindó una conferencia conjunta con el presidente Juan Manuel Santos, destacando los siguientes puntos: descartó de modo contundente una posible intervención armada a Venezuela; al contrario, remarcó repetidas veces la necesidad de “restaurar la democracia” (léase cambio de régimen) por “medios pacíficos”. Para lograr este objetivo, habría que implementar “una amplia gama de sanciones económicas” y presiones por la vía diplomática para “aislar a Venezuela”4, vías que requieren reforzar la alianza con los países de la región (en contra de Venezuela), en la que tanto Colombia como Argentina (junto con México) vienen jugando un rol protagónico.

 

En Argentina, el discurso fue similar, remarcando la “preocupación por cómo están sufriendo los venezolanos” a la vez que volvió a recordar lo mismo que dijo en Colombia: que EEUU quiere trabajar con sus aliados de la región para una solución pacífica a la crisis que enfrenta, reforzando la urgencia: “Tenemos que extremar la posición política y económica para que lo antes posible se vuelva a restaurar la democracia en Venezuela"5. Considerando estas declaraciones, vale la pena recordar que la presión diplomática y política y especialmente las sanciones económicas, están orientadas a lograr por medios pacíficos lo que otrora se buscaría por medios “violentos”. Sin embargo, se trata de estrategias que pueden perjudicar gravemente a la población (tal como lo afirman los expertos en política exterior estadounidense)6, generando un escenario que no dista tanto de la “guerra real”.

 

Celebrando el “cambio” (¿hacia dónde?)

 

En otro orden de cosas, llegado a Argentina, Pence felicitó al presidente Macri por los cambios en la economía, por “llevar a Argentina de vuelta al mundo”. El presidente argentino subrayó la predisposición para recibir inversiones y la llegada de empresas estadounidenses, como un modo “de generar empleo, que es la única manera de acabar con la pobreza”7. Prometen que el sector empresarial de Argentina y de EEUU trabajarán juntos para procurar la esperada “lluvia de dólares” auguradas por las reformas (el ajuste) implementado por el gobierno de Macri. Para ello, Pence viajó acompañado de ejecutivos de Lockheed Martin, Clorox, Boeing, HSBC, Monsanto, DHL, Meflife, CH2M, Nike, AES Energy, Citi y Exxon Mobile8. Se trata de buena parte de las transnacionales más importantes de los EEUU.

 

Desde un análisis serio sobre el “efecto positivo” de las inversiones extranjeras en cuanto a creación de fuentes laborales o incluso un impacto en el “desarrollo” (entendido en su versión amplia, no solo como crecimiento económico) el historial de estas empresas en países periféricos da cuenta de que, en general, tienden a contribuir a con una mayor precarización/explotación laboral que se suma a una extracción de excedentes y desinversión en un mediano plazo, además de que no contribuyen al desarrollo de know-how tecnológico a nivel local9. Precisamente, representantes de la Cámara de Comercio de EEUU advierten que las inversiones no llegarán de inmediato porque antes es necesario profundizar el proceso de cambio en Argentina, avanzando en reforma laboral, tributaria y aduanera, aclarando que, por ejemplo “el costo laboral es muy alto en Argentina”10. Agrega además que los tres sectores “clave” en el vínculo comercial entre Argentina y EEUU son: los limones, la carne y el biodiesel.

 

Por un lado, llama la atención la advertencia sobre la necesidad de una reforma laboral, en vista de lo que ha sucedido en Brasil en torno a una reforma laboral sumamente regresiva11. Por otro lado, considerando los sectores “clave”, parece que se busca reforzar relaciones totalmente asimétricas, en las que Argentina se compromete a profundizar su rol de primario exportador, apuntalado por la presencia de multinacionales estadounidense que competirán duramente con las iniciativas de industria nacional o local. Este panorama, además, nos brinda un indicio sobre el rumbo real de los lineamientos de la gestión Trump (más allá de las declaraciones trasnochadas) que parecen encaminadas a seguir con una larga tradición en la política estadounidense: promover proteccionismo y una amplia selectividad respecto de sus importaciones, a la vez que el gobierno presiona para expandir capital y mercados estadounidenses hacia el exterior.

 

El escenario se presenta complejo: Estados Unidos se arroga sin eufemismos el rol de “policía hemisférica” (rol que también asumió con Obama, pero desde un discurso menos injerencista) junto con una política de expansión comercial y de inversiones. Se propone salvar a la región de los Estados fallidos y las dictaduras “porque eso es lo correcto” (tal como sentenció Pence en Colombia). Para ello, procurará reforzar las democracias neoliberales y los Estados criminales (como México o Colombia) que sí se presentan como una garantía para la “estabilidad regional” y la seguridad de EEUU, condición fundamental para la salud de los negocios y de una política solo capaz de operar por y para los mercados.

 

- Silvina Romano / Investigadora CELAG

@silvinamceleste

http://www.celag.org/la-gira-pence-venezuela-la-salud-los-mercados/

 

 

https://www.alainet.org/es/articulo/187475?language=en
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