Al menos nueve desde el silencio

30/10/2017
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Una persona, profundamente impresionada por el feminicidio de Sheila Silva, preguntó en un grupo si este sería el único caso que había ocurrido de tan terrible naturaleza. Algunos rápidamente contestaron afirmativamente.

 

El asesinato de Sheila Silva ha devuelto el interés político a la forma más extrema de violencia de género que es aquella que ocurre cuando el piropo, la restricción de libertades, el insulto o la golpiza llega a una fase final que consiste en la muerte de la mujer. Develando también que hace bastante tiempo que no prestamos mucha atención a la materia, por su cotidianidad o su incorrecta visualización.

 

Zaimar, Sinar, Johana, Eglis, los hijos de Juliana, un cadáver en los Palos Grandes, Delia, Jean, Erislaida, Lisbeth. Son los nombres que arrojan una búsqueda rápida por las palabras “mujer”, “esposa” y “pareja” en la página roja del portal de Últimas Noticias. Casos que ocurrieron antes en un esquema en el cual la muerte la produce un agresor sentimentalmente conocido por la víctima y que se explican como el final de una acalorada discusión, producto de que la mujer rechazó una propuesta romántica del agresor o porque la víctima andaba sola.

 

Así fueron:

 

Semidesnuda, amarrada, golpeada y en una maleta apareció Zaimar en Quinta Crespo.

 

Quemada por drogadicta Sinar Bolívar en Coche.

 

Apuñalada en el cuello al salir de una fiesta, Eglis.

 

Johana, ultimada en Ciudad Belén.

 

Jorcely, asfixiada por su pareja.

 

Juliana sobrevive al incendio que provoca el vecino que la pretende pero sus dos niños mueren quemados.

 

Entre Santa Eduvigis y los Palos Grandes consiguen un juego de piernas sin cuerpo.

 

Delia, fue degollada por su esposo.

 

Alejandro golpeó en la cabeza y apuñaló a su esposa que no mereció ni ser identificada en la nota.

 

Jean tenía 23 años cuando su novio la asesinó con un disparo.

 

A Erislaida la apuñalaron.

 

A Lisbeth Lissette también le dispararon en la cabeza.

 

Mujeres casi todas asesinadas en los entornos suburbanos donde vivieron. Historias que no marcan la pauta informativa porque son en su mayoría envueltas bajo la afirmación que el barrio es violento, las fiestas nocturnas son peligrosas o la drogadicción es una bomba de tiempo.

 

Los feminicidios, como actos particularmente reprochables no tienen tan sólo que ser condenados sino que deben ser principalmente prevenidos. Tienen que tratarse como la consecuencia de una concepción en el que la mujer es para ser esposa ¿para qué más? En el que la vida en pareja es el único esquema de vida, por lo que vale la pena aguantarlo todo para no romper el hogar.

 

Nos falta sembrar el respeto hacia la vida propia y la libertad del otro, fomentar la salud de las relaciones humanas y promover la no violencia. Esos cambios son los que rompen esos ciclos.

 

https://anicrisbracho.wordpress.com/2017/10/30/al-menos-nueve-desde-el-silencio/

https://www.alainet.org/es/articulo/188944
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