Europa prepara el embargo contra Venezuela
- Análisis
Los países de la Unión Europea (UE) se están poniendo de acuerdo con Trump. El 8 de noviembre, han decidido sancionar a Venezuela por la “represión” e imponer un embargo sobre las armas y medidas restrictivas ad personam contra “los responsables”. Una decisión unánime obtenida por los embajadores de los 28, que debería ser ratificada por el Consejo en breve.
El embargo se refiere a las armas pero también a la exportación de material potencialmente utilizable “para la represión interna” o para “la vigilancia” de los aparatos electrónicos. Además, “si la situación lo requiere”, la UE puede elaborar una lista de personas consideradas responsables de la “represión” a la que podrá prohibir de viajar en la Comunidad Europea y podrá congelar eventuales bienes poseídos en Europa. Las sanciones deberían tener un carácter “gradual, selectivo, flexible y reversible”. Todo, naturalmente, en nombre “del diálogo y de la democracia”...
Ya en octubre, los países de la Unión Europea habían conseguido preparar “sanciones selectivas” contra algunas personalidades del gobierno venezolano, siguiendo el rastro de cuanto ya ha sido aplicado por los Estados Unidos, Canadá y también algunos países neoliberales de América Latina, como Colombia. El presidente colombiano Manuel Santos también ha bloqueado un cargamento de medicinas ya adquiridas, dirigidas a Venezuela.
En su país continúa la matanza de líderes sociales y exguerrilleros FARC y los indígenas que protestan son reprimidos sin vacilaciones. Pero el Secretario General de la OEA, Luis Almagro no ve y no escucha. Su única obsesión es Venezuela. Ahora se está moviendo para acusar a Maduro de crímenes contra la humanidad ante la Corte Penal Internacional. El hecho de que la extrema derecha venezolana, durante 4 meses de violencias, haya cometido delitos atroces como el de quemar vivos a chavistas y afrovenezolanos, no le importa a Almagro.
Pero, en Venezuela, desde hoy partidos y organizaciones políticas que promuevan el odio y el fascismo, serán inhabilitados. Y, en las redes sociales o en la web, quien difunda mensajes similares o no los retire dentro de seis horas desde la publicación, será bloqueado o deberá pagar una fuerte multa. Son estas las disposiciones aprobadas por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) con la “Ley contra el odio, por la Convivencia Pacífica y la Tolerancia”, votada por unanimidad. Quien instigue el odio racial, étnico, de género, religioso, político, social, ideológico o hacia una determinada orientación sexual arriesga hasta unos veinte años de cárcel.
Almagro, en cambio, ha decidido tutelar a quien ha promovido odio y fascismo en Venezuela, hasta consentir que ellos conformen un “gobierno paralelo” en el exterior, bendecido por Trump y por Europa. Al centro, la figura de la ex Fiscal General Luisa Ortega, fugada de Venezuela y refugiada en Colombia.
Ortega ha sido incluida en un evento que reunirá a 70 personas provenientes de todo el mundo: magistradas, abogadas y personalidades empeñadas que lleva como lema “contra el tráfico de seres humanos y el crimen organizado”. La cumbre se desarrollará el 9 y el 10 de noviembre en la Casina Pio IV, en el Vaticano y contará con la presencia de la Procuradora argentina que ha renunciado al cargo por desacuerdos con Macri, Alejandra Gils Carbó. La Procuradora recibió el apoyo incluso de las Abuelas de la Plaza de Mayo.
Dos figuras diversas, Carbó y Ortega. La primera se ha ocupado de crímenes contra la humanidad y ha instruido los procesos contra los represores de la última dictadura cívico-militar argentina. Luisa Ortega, al contrario, no ha considerado procesar a quienes han quemado vivas a la personas y devastado el país por cuatro meses, no ha perseguido a quienes han utilizado a muchachitos en las violencias callejeras.
Está empeñada en una batalla procesal contra Maduro: con la mirada dirigida hacia el exterior. En un eventual “gobierno de transición” deseado desde los Estados Unidos y Europa, Ortega pretende desempeñar el mismo rol que tuvo contra los sandinistas Violeta Chamorro, presentándose como una figura confiable. Peleando el puesto en el circo virtual promovido por Almagro, también está la extremista atlántica María Corina Machado, que ya ha comenzado a agitarse y a hacerse notar.
Al contrario, Venezuela, ha obtenido otra significativa victoria en los organismos internacionales. Ha sido electa en el Consejo directivo de la UNESCO. El voto necesario para incluir los 2 miembros para América Latina ha favorecido ampliamente a Cuba y Venezuela contra Argentina, Colombia, Costa Rica y Perú.
Mientras tanto, Maduro está empeñado en un complicado proceso de reestructuración de la deuda con Rusia y China, intentando desactivar las consecuencias de las sanciones. Sanciones que su homólogo argentino Macri quisiera que fueran recrudecidas. En una entrevista con el l Financial Time, de hecho, ha pedido a los Estados Unidos un embargo petrolero total a las exportaciones de Venezuela.
Este jueves, el gobierno estadounidense sancionó a otros diez funcionarios venezolanos. Entre ellos, el embajador bolivariano en Italia Isaías Rodríguez, constituyente de la ANC. ¿Europa hará lo mismo?
Pero, mientras tanto, el precio del barril de petróleo, ha comenzado a subir y llegan los primeros respiros de alivio para la economía. Venezuela ha sido hostigada por la guerra económica y por el aumento estratosférico de los precios decidido por los comerciantes que evaden todos los controles. El Banco Nacional ha emitido un nuevo billete de 20.000 bolívares, que enseguida ha tomado el vuelo hacia el mercado negro en la frontera con Colombia.
Más del 30 por ciento de los bolívares se va por esa vía. Se paga hasta a 90.000 bolívares por un billete de 20.000, que luego es cambiado en pesos y en dólares. En internet el billete vale 36,99 dólares. Es vendido a organizaciones criminales que luego lo llevan a Colombia y hacen negocios, sabiendo que en Venezuela, para controlar este tráfico, el gobierno ha limitado el efectivo que es posible retirar en los bancos. En el mercado negro, la gasolina, que en Venezuela cuesta poquísimo (menos que una botella de agua para llenar el tanque de un auto), mientras en la frontera colombiana su precio sube notablemente.
08-11-2017
Traducción Gabriela Pereira
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