Formalizado el registro como precandidato a la Presidencia por Encuentro Social, después de que lo realizó por el Partido del Trabajo, Andrés Manuel López Obrador y Hugo Éric Flores tienen un gran tarea de convencimiento de su militancia y electorado, de los posibles nuevos votantes de la enorme franja juvenil, para persuadirlos de que la alianza que construyen no es conservadora y menos aún el PES es de ultraderecha.

Flores Cervantes, presidente del PES, llamó a las morenas y morenos que cuestionan la alianza, como la escritora Elena Poniatowska y la actriz Jesusa Rodríguez, a construir con tolerancia un Estado que respete a todos, con o sin religión, pero aseguró que “no negaremos nuestros principios”, que su partido es “100 por ciento juarista” y tiene el propósito de “lograr la transformación del país” y en los momentos difíciles hay que tomar decisiones: “Nosotros decidimos ser valientes y apoyar a López Obrador”. Valentía, que no es nueva, pues “en 2006 respaldamos la candidatura” del tabasqueño de Macuspana, por lo que no acepta el calificativo de “advenedizos”.

El precandidato presidencial de Juntos Haremos Historia (Morena, PT y PS), una de las tres coaliciones electorales integradas por tres partidos cada una –Meade Ciudadano por México (PRI, PVEM y Panal) y Por México al Frente (PAN, PRD y MC)–, fue más preciso y muy claridoso, como es costumbre: “La ultraderecha es la que ha ocasionado el saqueo y el aumento de la violencia, no el PES”.

Lo dijo justo cuando analistas del duopolio de la televisión y el oligopolio de la radio presentan a AMLO como un “conservador” y por tanto un político coherente que se alía con partidos conservadores, pues según sus interesadas y supongo que bien pagadas lecturas, Morena y Obrador se oponen al respeto a la diversidad sexual, el derecho al aborto hasta las 12 semanas de embarazo, como es reconocido legalmente en la Ciudad de México (interrupción legal del embarazo), Coahuila y Colima, así como a la despenalización de la mariguana.

Morena cuenta, al decir de Temístocles Villanueva Ramos, con 26 secretarías estatales de la diversidad sexual, cuya agenda se centra en la promoción, protección y defensa de los derechos humanos dirigidos a la población LGBTTTI.

López Obrador rechazó que se trate de una alianza con la ultraderecha e insistió en que se profundice en el análisis “si en realidad quienes han entregado los bienes de la nación a la iniciativa privada nacional y del extranjero son de la ultraderecha. ¿Qué son ellos, liberales, moderados? Quienes han llevado al saqueo y al pillaje que han empobrecido a la gente y que han ocasionado el aumento de la violencia e inseguridad por su enfermiza ambición, ellos son la ultraderecha, no Encuentro Social”.

La respuesta del precandidato incomodará hasta la irritación a no pocas de las figuras estelares del oligopolio mediático, acostumbradas como están al permanente lisonjeo de la autodenominada clase política –desde el presidente de la república hasta el diputado local de Tlaxcala–, y a las pautas publicitarias para el medio en que laboran y/o actúan como bróker (intermediario).

Por supuesto que lo anterior no quita validez y pertinencia a las críticas a las coaliciones electorales, sobre todo por militantes y dirigentes partidarios, pero llama la atención que la coalición Meade Ciudadano por México no sea criticada y las que encabezan Ricardo Anaya y López Obrador estén en centro no de la crítica periodística, sino de la impugnación interesada.

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