#PuertoRicoSeLevanta contra el colonialismo del desastre disfrazado de crisis humanitaria
- Opinión
Mientras La Prensa Oculte, Hablarán Las Calles
El 17 de septiembre el gobernador de Puerto Rico Ricardo Rosselló declaró el estado de emergencia ante el inminente paso del huracán María. El 20 una tormenta sin precedentes azotó la isla, dejando un saldo desastroso: colapso de la infraestructura eléctrica, agua potable y comunicaciones, casas destruidas, inundaciones, deslizamientos de terrenos, ruptura de puentes, destrucción de árboles y cosecha, pérdida de animales, y un alto número de muertes.
El momento posterior a la tormenta fue peculiar: el tiempo parecía suspendido en una calma profunda tras horas interminables de ráfagas huracanadas golpeando puertas y ventanas. El impulso inicial fue buscar al otro. Reafirmar la vida en el otro. “¡Estamos vivos!” gritaban los vecinos saludándose desde balcones y techos.
Inmediatamente las comunidades se organizaron para limpiar los caminos. Por las medidas de austeridad, los municipios y la Autoridad de Energía Eléctrica han perdido personal técnico especializado en emergencias, empleados, y maquinarias. La mayoría jamás vio las brigadas de apertura de caminos de las que tanto se jactó el gobierno.
Tener un cuadro completo de situación era imposible. El único contacto con el exterior más allá de la propia vecindad, era una radio que logró mantenerse en pie y repetía incansablemente que la magnitud del desastre era indecible, pedía en tono paternalista no salir de las casas, alertaba a la ciudadanía que “esto va a tomar mucho tiempo,” y trasmitía al aire a personas reportándose a salvo a sus seres queridos.
Algunos testimonios son desgarradores. La familia de una trabajadora de la Cooperativa San Rafael —incluyendo adultos mayores y niños, nadó hasta un monte donde sobrevivió 5 días porque su casa se inundó y nadie los rescató. Personas convivieron con el cadaver en descomposición de un familiar muerto en la sala buscando un fiscal que certificara la defunción. Cientos de cadáveres quedaron a la vista tras inundarse un cementerio en Lares, poniendo en riesgo de contaminación aguas que proveen a San Juan. Julie, lidereza comunitaria de la Barriada Bajadero no pudo visitar el cuerpo de su padre en el último aniversario de su muerte porque la inundación se lo llevó. Veterinarios de Quebradillas no pudieron entrar en comunidades de Guajataca por el olor de animales muertos que no fueron debidamente enterrados.
Conocí algunas de estas historias en la travesía de conseguir gas tras el paso de María. Las filas se volvieron eternas (en la gasolinera, el banco, el supermercado, la panadería) y fueron la coyuntura perfecta para profundizar relaciones comunitarias e intercambiar experiencias y teorías. A menos de una semana, comenzaba a configurarse un claro contraste entre la versión oficial de la historia en la radio y la versión popular de la historia en las calles: ¿Por qué hay miles de toneladas de comida varadas en el puerto de San Juan y desabastecimiento en los pueblos? ¿Cómo es posible que en un territorio pequeño haya faltante de gasolina? “Y nosotros que nos creíamos tan diferentes a Cuba y Venezuela,” repetían los internacionalistas.
Las filas también ofrecieron el espectáculo de la corrupción a los ojos de tanto sufrimiento humano. Al cuarto día de buscar gas el tanque de nuestro carro se vació. Nos arrimamos a la fila de una gasolinera donde estacionamos a las 7.30 am. Avanzábamos con relativa normalidad arrastrando el carro a pie hasta que abrieron dos filas adicionales: los “servidores públicos” —profesionales de la salud, maestros , prensa y policías, donde no se veía un solo carro oficial y salvo excepciones todos eran amigos de amigos y familiares de “servidores,” y los “políticos,” algo extraño considerando que el municipio prácticamente no estaba en funciones. Detrás nuestro en la fila del pueblo, una señora buscaba gas para su hermano electro-dependiente. No llegó a comprar el suministro para encender la planta eléctrica.
A las 9pm la dueña de la estación pide a gritos que nos vayamos: “el gas no llega hasta el viernes.” Nuestro carro estaba sin gas por lo que nuestra única opción era esperar. Rompemos noche junto a otros vecinos en similar situación. A las 2am, me tocan la ventana. “Ven María, para que documentes.”
Documento vecinos reclamando a un policía que la gasolinera entregue el gas que tiene confiscado —evidentemente no creyeron en la versión de la dueña. Documento al oficial alterado amenazando: “Ahora mismo me los puedo llevar a todos arrestados. Deja que venga La Guardia Nacional. Esos no preguntan. Directamente, disparan. Acá va a haber muertos.” Documento un carro policial estacionando, oficiales sacando pailas del baúl, y cargando lo que según los vecinos, documento, es gasolina para ser entregada a domicilio a los ricos para que duerman con aire acondicionado.
A la mañana siguiente (jueves), los dueños anuncian que, efectivamente, había gasolina: aparentemente, los vecinos tenían razón.
Tal es el valor de la vida en la Puerto Rico post-María: gas para que los ricos duerman con aire acondicionado, falta del suministro para un electro-dependiente en la fila del pueblo.
Con el correr de los días las historias que involucran a la policía desviando suministros y plantas eléctricas se multiplican. Hoy son un secreto a voces.
El incidente en la gasolinera sucedió durante un toque de queda indefinido sancionado el 20 de septiembre: “existen grandes riesgos a la seguridad de nuestros ciudadanos, especialmente en horas de la noche,” establece la orden ejecutiva.
Muchos favorecieron la medida. En la fantasía racista y anti-pobre de algunos, los jóvenes del caserío iban a aprovechar la oscuridad para bajar en masa a robar casas —eso explica que muchos caseríos tengan luz; no fue una decisión inspirada en la justicia social, la dignidad o la compasión. El 31 de octubre el gobernador twitteó: “Policía intervendrá con personas merodeando en comunidades, urbanizaciones, y centros comerciales luego que cierren operaciones.”
Jamás atestigüé “inseguridad” en las calles oscuras. Lo que si atestigüé es la movida sospechosa en la gasolinera. Sea o no el propósito, el toque de queda creó condiciones favorables para el tráfico de suministros vitales.
God Bless Your Heart
Viajo a Nueva York. Esperando el metro veo un video de Puerto Rico. Me sorprendo al constatar el alto grado de atención internacional sobre la isla. Más me sorprendo con la narrativa. Toma 1: Mujer en pijamas con cara de desesperanza y rodeada de escombros en una cocina despedazada. Toma 2: personas juntando agua de un río. Toma 3: foto aérea “S.O.S - Necesitamos Agua/Comida. Toma 4: “HELP Puerto Rico with Hurricane Maria RELIEF EFFORTS.” Así nació mi sospecha de algo poco esperanzador.
Cuando días después ví la promoción de un fundraiser para “ayudar a los refugiados puertorriqueños,” mi sospecha aumentó. Según Naciones Unidas, un “refugiado” es alguien forzado a cruzar una frontera internacional por razón de persecución, guerra, o violencia. Nada de esto aplica a Puerto Rico.
Cuando, pasados dos meses, el gobierno y la prensa hegemónica siguen utilizando el discurso de la “crisis humanitaria,” enmascarando así la fenomenal negligencia y responsabilidad penal gubernamental por las miles de muertes que la administración Roselló niega cínicamente, confirmo que es importante interrumpir el discurso humanitario, cuya manipulación y explotación de tanto sufrimiento humano esconde la verdadera “crisis” frente a la opinión pública y siembra pánico en la población local y la diáspora, estimulando la emigración masiva de puertorriqueños y puertorriqueñas, y con ello, el vaciamiento de municipios rurales ricos en tierra fértil, agua, y minerales.
Al despedirme en Nueva York, una mujer dulce, de evidente compasión, preguntó: “Are you going back to Puerto Rico?” “Si,” contesté con la alegría de regresar a la paz de atardeceres frente al mar. Proyectando en mí la emoción de quien está frente a un ser sagrado o angelical, respondió entre lágrimas: “God bless your heart.”
En ese instante de shock nació esta nota.
Como Los Reyes Magos
A días del huracán un rumor comenzó a extenderse desde la montaña: Utuado, municipio rural en el centro montañoso de la isla, está destruida y militarizada. Imágenes y videos del municipio declarado zona de desastre mayor se expandieron con rapidez en canales de televisión mainstream y redes sociales.
Devastación, desastre, destrucción, puentes colapsados, barrios incomunicados, vías intransitables, comunidades aisladas, hambre, falta de servicios de salud, escasez de agua, problemas de distribución, trágica muerte de tres hermanas en derrumbe, carreteras saturadas por escombros, e inundaciones, son parte de una lista de palabras publicadas a diario. “Utuado parece olvidada en el tiempo,” declara Univisión y acompaña con la foto de una joven bañándose con agua de manantial al lado de la carretera. El mensaje podría reducirse a: Apocalipsis, Utuado está acabada. FIN.
Junto a la lista corría en paralelo una visual, que fue incluso tapa del diario más concentrado del país: la foto de un camión o helicóptero militar entregando suministros a residentes locales que miran agradecidos y sonrientes a un oficial. El mensaje podría reducirse a: el gran ejército estadounidense ha venido a salvarnos de la debacle terminal.
Según una reconocida militante social: “A un mes de María ya estaban a full. Te los encontrabas en todos lados: los negocios, la alcaldía, avenidas principales. Incluso bajaron helicópteros sobre la carretera 10, interrumpiendo el tránsito, para dar cajas de comida. Se supone que están trabajando en la apertura de caminos. Lo extraño es que trabajan sin equipo: circulan pero no llevan ni suministros, ni herramientas, ni maquinaria. ¿Brigada para abrir caminos sin equipo? Esto más bien parece una demostración de fuerza.”
Según datos de FEMA (Federal Emergency Management Agency) hay en la isla un total de 15,761 empleados del gobierno federal estadounidense. Más del 80% (13,042) trabajan para el Departamento de Defensa, de los cuales 4,000 son personal militar. Se suma la Guardia Nacional puertorriqueña, que responde al gobernador. Entre ambas fuerzas, probablemente haya más soldados per capita que en Afganistán tras la invasión estadounidense.
Gran parte del personal militar se estacionó en Utuado, donde algunos sospechan que al Alcalde “PPD en un pueblo PNP, lo quieren hacer quedar mal. La Alcaldía está controlada por militares. Se lo sacaron de encima. El pueblo apoya la llegada militar. Aquí viven muchos veteranos.” Irizarry Salvá es el primer alcalde PPD en 20 años. Días antes del huracán, anunció que habían hackeado su cuenta Facebook: “Cualquier información, posteos o invitaciones NO son autorizadas.”
En Puerto Rico es recurrente escuchar que los Alcaldes distribuyen para su gente, factor central para entender la lógica territorial de la “crisis humanitaria,” es decir, por qué a ciertos municipios, comunidades y casas llegan o no suministros. A partir del discurso del desastre comenzó a llegar a Utuado una cantidad sustancial de recursos que, tras el mini golpe, dejaron de ser administrados por el Alcalde, pasando a manos militares.
Además de preguntarse por qué Utuado está tan militarizada, comunidades señalan jamás haber recibido ayuda militar. José Felipe Gonzalez, reconocido estudioso de las aves antillanas junto a su compañera Felisa Collazo, coordina la llegada de suministros al barrio Arenas, donde residen. Debido al desborde del río el puente que comunica a la carretera principal cedió y la comunidad quedó aislada durante 10 días. Sobrevivieron sin ayudas externas, gracias a la autogestión con que incluso reconstruyeron el puente más de 5 veces. José sonríe al decir: “Los militares son como los Reyes Magos; llegan de noche y no los vez. La diferencia es que no dejan regalos.”
¿Hospital Militar En La Universidad Pública?
“Van abrir un hospital militar en la universidad, en el Bohío,” me dice un estudiante. Hace unos días alguien vio tres personas con vestimenta médica (que identifica como “enfermeras o médicas”) y oficiales de La Guardia Nacional en el Bohío y se acercó a preguntar qué estaba pasando. Una de las “enfermeras” dijo que no con la cabeza, lo que interpretó como negativa a informar. La “enfermera” lo reportó a las autoridades universitarias y horas después andaban buscando identificar al dueño del carro de quien se acercó a preguntar.
Entrevisto a Reniel Rodriguez, Profesor y Senador académico. Efectivamente, en reunión del Senado el Rector anunció la instalación de un hospital en el recinto. “Pero no dijo que sería militar,” aunque así constaba explícitamente en su informe circulado antes de la reunión. “Le pedí que aclare y juró que no es militar.” Aún así, Rodriguez concluye, acertadamente, que debería “clarificar por qué el rumor era que iba a ser militar.”
La presencia militar en el recinto sería una amenaza al movimiento estudiantil de Utuado, la gran sorpresa nacional de la última huelga. El movimiento se consolidó tanto que tres líderes fueron judicializados y se intentó vincular al movimiento con la quema misteriosa de unos documentos, lo que podría haber justificado la entrada del FBI en el contexto de un claro esquema de persecución mediático-judicial. La presencia militar haría muy difícil la rearticulación del movimiento estudiantil dentro del recinto.
Además, es de público conocimiento que el US Army está involucrado en incidentes de violencia sexual en prácticamente todos los países en que ha intervenido. Recientes reportes de incidentes de acoso sexual que involucran a militares en Puerto Rico confirman que la presencia de militares hombres en la universidad pondría en riesgo la integridad física de las estudiantes mujeres. La militarización también estimula la trata de mujeres, lo cual es preocupante dada la alta tasa de desempleo en mujeres jóvenes.
Según el Rector, el hospital va a estar manejado por una asociación estadounidense de doctores voluntarios, ofrecerá servicios durante 6 meses a personas de bajos recursos, y daría visibilidad a la universidad, argumentos convincentes y difíciles de oponer.
Aún así, considerando que la isla ha sido escenario de todo tipo de experimentaciones inhumanas y recordando la esterilización masiva de mujeres campesinas en los 50s, sería importante saber, uno, si el hospital ofrecería tratamientos aprobados o en período de prueba y, dos, si ofrecería clínicas de salud reproductiva.
También sería honesto explicar si la asociación médica tiene vínculos con el ejército. Por ejemplo, Team Rubicon ha visitado comunidades en Utuado y está compuesta “70% por veteranos.” En diálogo con voluntarios incluyendo un médico evadieron responder si están diagnosticando u ofreciendo servicios y no pudieron decirme el nombre de la comunidad que acababan de visitar. Todos eran hombres blancos de habla inglesa sin dominio alguno del español.
¿Crisis Humanitaria O Más Colonialismo Del Desastre?
Norteamericanos sagaces ven claro que el huracán que arruinó a todo el país acelera la penetración económica de Estados Unidos.
Pedro Albizu Campos, febrero de 1930
El plan es vaciar el país de gente de clase trabajadora (pobre) pa llenarlo de turistas/inversionistas, tener el paso libre pa la minería en las montañas, seguir llenando las costas de hoteles y restaurantes que ningún local normal va a poder pagar.
Shaisa Soto Ruiz, joven madre y campesina, residente de Utuado, noviembre de 2017
Lavando el piso con agua de lluvia, anuncia la radio: “Hillary Clinton urge a Trump que envíe el Ejército a Puerto Rico.” “Nos jodimos,” pensé. Cuando el Partido Demócrata -en particular la Sra. Clinton- militariza América Latina es para saquear bienes comunes con la excusa de cambiar la matriz energética de petróleo a energía renovable. Casi el 100% de la energía en Puerto Rico proviene del petróleo.
La orden de enviar al US Army recae en Trump. Pero no cabe duda que el Partido Demócrata empujó la militarización del país. El 24 de Septiembre Hillary Clinton twitteó: “Pres Trump, Sec Mattis, and DOD deberían enviar a la Marina, incluyendo el USNS Comfort a Puerto Rico ahora,” haciendo eco literal de una petición de Change.org iniciada por Rick Trilsch, simpatizante de Clinton y Vice Presidente de Finanzas y Administración de Western Resource Advocates. La sección Clean Energy en la web empresarial se subtitula: Advocating for the West's transition to clean energy, y es un calco de la política energética que el Partido Demócrata empuja desde hace años en America Latina.
El 27 de Septiembre los congresistas demócratas Gutierrez y Crowley enviaron una carta al Secretario de Defensa solicitando un encuentro “as soon as possible to discuss the military´s role” en Puerto Rico. En su carta mencionan “the heroic support” del ejército en Haití y New Orleans. Tristemente, activistas haitianos acusan a los Clinton de haberse enriquecido con los fondos de la reconstrucción. La mayoría de los $9.04 billones en financiamiento internacional se destinó a Naciones Unidas y contratistas privados; solo el 0.6% fue a organizaciones locales. Tras Katrina, comunidades negras de bajos ingresos fueron desplazadas y gentrificadas. Brad Pitt ha hecho grandes negocios construyendo casas eco-friendly en el Lower Ninth Ward, que los dueños originales no pueden pagar y además borran la fachada típica de New Orleans, un precioso patrimonio cultural de la humanidad.
Honduras permite ejemplificar lo que podría estar configurándose para Puerto Rico. Tras el golpe de estado a Zelaya orquestado por el Departamento de Estado a cargo de Hillary Clinton, se militarizaron los bienes comunes y se otorgó una cantidad impresionante de licencias para proyectos hidroeléctricos. El agua es una de las mayores riquezas de Utuado.
Las licencias se otorgaron en tiempo record, sin evaluaciones de impacto ambiental y sin respetar el derecho a la consulta comunitaria previa, libre e informada. Una orden administrativa reciente en Puerto Rico exime de la evaluación de impacto ambiental a proyectos de “ampliación, reconstrucción, y rehabilitación” de áreas costeras en riesgo de inundación. Según Humfredo Marcano, biólogo del Servicio Forestal de Estados Unidos, “la idea de “desastre” crea la coyuntura perfecta para relajar la permisología y acelerar la construcción.”
Esta idea de “ampliación” constituye una zona gris que preocupa al movimiento ambientalista, continúa Marcano: “¿Qué significa “ampliación”? ¿Quién controla si una construcción es o no una “ampliación”? Una cadena hotelera podría expandirse alegando “ampliación,” sin dar tiempo al movimiento ambiental o las comunidades a reaccionar.”
Estadísticas oficiales recientes sugieren una merma poblacional preocupante. El “éxodo” comenzó a partir de las imágenes catastróficas que reiteró la prensa en Estados Unidos: miles mandaron buscar familiares mayores y con condiciones de salud. Esto generó los primeros titulares en la prensa hegemónica local estimulando la emigración. Miles salieron en vuelos “gratuitos” (que seguramente alguien pagó). Según testimonios de personas en refugios, FEMA quiere desplazarlos a Estados Unidos alegando que se agotaron los espacios de alojamiento temporero en hoteles. Se suman el cierre de escuelas, y las pérdidas materiales y de empleo —prácticamente todo el país está sin luz ni acceso a Internet, lo que paraliza la pequeña y mediana economía local (las grandes corporaciones tienen suficientes contactos y recursos para no verse afectadas).
El caso de las escuelas revela algunas aristas ocultas de la “crisis humanitaria.” Antes de María, Julia Keleher, Secretaria de Educación, anunció su voluntad de complacer a la Junta de Control Fiscal cerrando cientos de escuelas y privatizando otras tantas. El plan chocó contra la oposición ciudadana. El huracán creó la excusa para cumplir con la Junta. Muchas escuelas permanecen cerradas alegando que su infraestructura está dañada. Otras todavía funcionan como refugio. Algunas familias se organizaron, ocuparon escuelas y exigen su reapertura. Otras migraron buscando que los hijos no pierdan el año escolar. Según Juan Jimenez, maestro de Utuado, “se nota la caída en la matrícula.” Desde María, han migrado 6000 niños.
María no creó las condiciones últimas de esta migración masiva, en todo caso, la aceleró. Hace décadas la isla está despoblándose. La raíz del “éxodo” es anterior al huracán y se vincula a las consecuencias nefastas de años de saqueo colonial y corrupción local. María tampoco creó pobreza masiva. La hizo visible a los ojos de tantos que se creían protegidos por una ciudadanía estadounidense hoy absolutamente devaluada. Lo que es preocupante es que a la par que desvía la atención hacia la “crisis humanitaria,” el gobierno procure aprovechar la coyuntura creada por el huracán para avanzar la agenda de la Junta, lo cual estaba resultando imposible gracias a la resistencia popular.
Sin duda, el “éxodo” augura buenos negocios para la industria hotelera y las empresas extractivas que podrían beneficiarse del vaciamiento territorial capturando tierras para proyectos de “ampliación” y extractivos a precios irrisorios. Además de agua, Utuado, municipio clave en la lucha contra la minería a cielo abierto en los 80, es rica en minerales.
Hace pocos días tuvo lugar el encuentro empresarial Rebuild Puerto Rico en el lujoso Vandervilt de Condado. Participaron alrededor de 200 personas, entre empresarios, el Director regional de FEMA y el propio gobernador cuyo discurso fue por demás interesante: “Sabemos que tienen sus conexiones en Washington. Ayúdennos a obtener los recursos apropiados.” El tiempo dirá si esos recursos son re-canalizados en contratos a empresas vinculadas al Partido Demócrata.
Volviendo a Honduras, en 2013 cientos de mujeres y niños Garífuna migraron hacia Estados Unidos. Al igual que los puertorriqueños en la promoción del fundraiser, en la prensa fueron catalogadas como “refugiadas.” Para el 2014 la llegada de miles de mujeres y niños centroamericanos a la frontera sur de Estados Unidos tomó estado público. La prensa rotuló la ola migratoria como una “crisis humanitaria.” Desde que el “éxodo” Garífuna empezó, OFRANEH denuncia un plan de vaciamiento territorial que beneficia a empresarios canadienses que han usurpado ilegalmente gran parte de su territorio ancestral para convertirlo en jugosos proyectos turísticos que, como anticipan las sabias palabras de Shaisa, excluyen a los locales.
A punto de enviar esta nota a impresión, suena mi celular. Mensaje de texto: “La Fundación Clinton viene para Puerto Rico.”
La Granja Vive, La Lucha Sigue
El barrio La Granja de Utuado debe su nombre a una granja que perteneció a la Universidad de Puerto Rico. El terreno fue cedido al gobierno y así nació la comunidad. Hoy viven 270 personas o 40 familias. Según Yajaira Pagán, nieta de Juan Cruz Rivera, el primer zapatero de Utuado, “antes las familias eran grandes. Vivían padres, hijos, abuelos, tíos. Esto cambia para el 95, con una epidemia de personas que migraron por falta de trabajo.”
En los tiempos de antes, la principal fuente de trabajo era el empleo rural. Trabajadores agrícolas cosechaban café, china, toronja, limón, plátano, y guineo en fincas locales, además de sembrar lo propio. “Y vivíamos todos tranquilos,” comenta Yajaira. “La agricultura de Utuado estaba levantada por la gente de La Granja,” comenta orgulloso Juan, nuestro guía en el recorrido por la comunidad.
Otros trabajos de importancia eran la construcción y el empleo doméstico. Hoy escasea el trabajo y muchos jóvenes migran. La población es mayormente adulta. Muchas personas se sostienen con programas de subsidio a la pobreza. “¿Cambiamos agricultura por cupones y salimos perdiendo?” pregunto a Yajaira. “Eso mismo sí.”
De pequeña Yajaira se escapaba a jugar en una quebrada convertida en carretera de cemento hace 25 años. Esa imagen que tanto horrorizó a la prensa, de utuadeños bañándose y fregando en el río, son parte de la memoria feliz de La Granja. El agua es una marca de identidad. “No nos falta,” comenta Juan. El recurso es comunitario “porque viene de la naturaleza” y los vecinos no estarían de acuerdo en que se privatice. Además de agua, el monte es rico en cobre, piedra caliza y roca cálcica.
María golpeó fuerte. El testimonio de Nilda Torres Rivera es espeluznante. La quebrada entró por la parte trasera de su casa y salió por la puerta delantera. La casa, infectada de hongos, fue declarada inhabitable pero Nilda y su esposo, que duerme en un colchón sostenido en sillas, no tienen donde ir. En su sector no hay agua ni luz. Tuvo que enviar a su nieto a Estados Unidos. “Mi nieto, mi vida, me lo arrancaron, ¡esto no es vivir!” grita desesperada. Nilda y su esposo toman sedantes para dormir. “Por si el cerro nos sepulta, para morir sin darnos cuenta.”
Nilda aplicó a FEMA. Su caso fue denegado porque tiene seguro. Pero la gente del seguro no aparece. Hace muchos años varias residencias de La Granja fueron declaradas en “zona roja,” es decir, en riesgo de derrumbe. El municipio las compró y movió a sus residentes al pueblito Quitín. Nilda quizo vender su casa por la razón que María confirmó, pero el municipio se rehusó alegando que era muy cara.
Llegué a La Granja a través del Centro de Apoyo Mutuo de Utuado, parte de una red de iniciativas comunitarias y auto-gestionadas, no partidarias y de base que realizan una labor impresionante de contención social y reconstrucción en varios municipios del país —incluyendo comedores sociales, brigadas solidarias en fincas, clínicas de salud comunitaria, cine para niños, y entrega de suministros, lámparas solares, mosquiteros, y toldos.
Jurissan Albarrán Rodríguez, joven entusiasta y solidaria, residente de La Granja y trabajadora de la UPR, facilitó el nexo entre el centro comunitario del barrio y el CAM-U, quienes co-organizaron dos talleres en el centro: se entregaron filtros y 3000 tabletas purificadoras de agua y se ofreció asesoría gratuita a cargo del Director de la Clínica de Asistencia Legal de la Universidad Interamericana. Frente al riesgo de desplazamientos no del todo voluntarios, resulta vital asesorar a la comunidad sobre sus derechos. Durante el taller salieron a la luz algunos costados oscuros del trabajo de FEMA, incluyendo arbitrariedades en la asignación de recursos y vínculos con bancos privados.
Mayra, Directora del centro está llena de sueños. El centro es uno de los cientos de espacios colectivos que María fortaleció. “Cuando bajo los brazos, encuentro ángeles,” me dice pensando en el trabajo dedicado del CAM-U. “El huracán pasó para que la gente crezca espiritualmente. Mientras lo tenemos todo, somos mal agradecidos. Nos enseñó a compartir y trajo unidad, que es lo más importante,” dice sonriente Vivian, a pesar de haberlo perdido todo cuando María se llevó el techo de su casa. Su esposo, William, es agricultor y artesano: “su vida es la agricultura. El sueña con el machete.”
Aquí estamos y no nos vamos.
Como colaborar:
1.-Evite usar el lenguaje de la crisis humanitaria y los refugiados. Hable de un posible plan de desplazamiento planificado.
2.-No centre su visión en la ciudad: la montaña está amenazada por el capitalismo verde.
3.-Difunda las labores de reconstrucción gestionadas por grupos de base sin conexiones con redes políticas, fundaciones, u ONGs.
4.-Contribuya enviando filtros de agua, luces solares, mosquiteros, toldos, semillas orgánicas, y herramientas de trabajo rural. Para colaborar, puede enviar un email a popolvuhitinerante@gmail.com
5.-Ayúdenos a evitar que la Fundación Clinton desembarque en Puerto Rico. Sus oficinas centrales están en Harlem.
6.-Organice un grupo de investigación y levante encuestas entre puertorriqueños llegando a Estados Unidos. Determine de qué pueblo migraron y si su salida fue realmente voluntaria o de alguna manera estimulada por actores con intereses económicos en la isla. Recolecte información sobre las entidades que están recibiendo a los puertorriqueños en aeropuertos en Estados Unidos y documente sus condiciones de llegada y actual situación socio-laboral. Contáctenos con los resultados para nutrir de información clave a activistas locales: 1 testimonio puede hacer la diferencia.
7.-Exija la des-militarización urgente de la montaña organizando una protesta o contactando a su representante local.
8.-Denuncie el racismo de Trump. Pero no le quite el ojo al Partido Demócrata. No crea en su discurso de energías renovables para América Latina. Es una máscara para saquear nuestros bienes comunes.
- Maria Heyaca, Profesora de Lehman College — CUNY, PhD Candidate en el Departamento de Sociología del Graduate Center — CUNY, co-Chair de la Asociación de Estudiantes Latinos y Latinoamericanos del Graduate Center, y co-fundadora del colectivo Popol Wuj Itinerante. Vive en Puerto Rico.
Este artículo está basado en la sabiduría popular, las ideas aquí compartidas son de autoría colectiva. mheyaca@gradcenter.cuny.edu
Del mismo autor
Clasificado en
Clasificado en:
Crisis Ambiental
- Paula Bianchi 07/04/2022
- Leonardo Boff 05/04/2022
- Gabriela Ramírez, OBELA 04/04/2022
- Gabriela Ramírez, OBELA 04/04/2022
- Aviva Chomsky 28/03/2022