Lula nació condenado

05/02/2018
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Quien convive cotidianamente con Lula ya no se asusta con la naturalidad con la que él encara las monstruosas y absurdas persecuciones que enfrenta. Es como si él conviviera con la persecución, la injusticia, la lucha cotidiana para superar esos escollos.

 

Cuando menciona sus orígenes, cuando recuerda por lo que tuvo que pasar para sobrevivir, uno se da cuenta de cómo Lula ya nació condenado y como su vida es una lucha permanente en contra de los destinos que siempre intentaron imponerle y a los cuales supo reaccionar y salir adelante.

 

Porque Lula nació condenado a morir cuando chico, destino a que ha estado condenando a millones de niños como él, en las regiones más pobres de Brasil. Destino que 3 de sus 11 hermanos no lograron escapar. Como dice él, quien, viniendo de donde vino, logra llega vivo a los 5 años, ya no tiene miedo a nada.

 

Superado ese primero escollo, viajando de “pau-de-arara” con sus hermanos sobrevivientes y su madre para buscar una vida mejor en Sao Paulo, en viaje de 13 días, ellos estaban condenados a ser, máximo, obreros de la construcción civil, cuando Sao Paulo se jactaba de ser “la ciudad que más crece en el mundo, donde se construían 4 casas por hora”. Quienes las construían eran los nordestinos, discriminados, objeto de burla, que vivían en las obras, hasta que la terminaban, y se cambiaban a la próxima.

 

Lula fue mensajero, lustrabotas y todos los tipos de trabajo de un joven pobre, condenado para siempre a la miseria. Estaba de nuevo condenado, pero fue capaz, nuevamente, de salir del destino que le tenían asignado. Hizo un curso técnico, se volvió tornero mecánico y así dio un salto profesional, a obrero calificado de la industria metalúrgica. No tendría que construir casas en Sao Paulo, sino coches.

 

Condenado a ser obrero, Lula se puso a dirigir a los trabajadores metalúrgicos en la resistencia en contra de la política de congelamiento salarial de la dictadura y de intervención en los sindicatos. De repente Lula dio otro salto, pasó a ser el más grande líder sindical brasileño, rompiendo la política salarial de la dictadura y empezando la crisis del colapso de ese régimen.

 

De líder sindical, Lula se propuso ser líder político, pasar la construcción sindical a la del Partido de los Trabajadores. Tuvo una primera gran derrota electoral, como candidato al gobierno de la provincia de Sao Paulo, llegó en cuarto lugar, cuando tenía expectativa de ganar.

 

Superando límites, Lula fue el primer líder sindical a candidatearse a presidente de Brasil. Fue derrotado tres veces, hasta que venció y se trasformó en el primer líder sindical presidente de Brasil.

 

Cuando los propios economistas de izquierda le decían que Brasil estaba condenado, por la inmensa crisis a la que el gobierno de Cardoso había lanzado al país, Lula se propuso recuperar la economía, con distribución de renta. No solo lo logró, sino que se convirtió en el presidente de Brasil más exitoso y en el líder latino-americano de mayor proyección en el mundo en este siglo.

 

Lula superó también las condenas de que no lograría elegir a su sucesor, menos todavía a una mujer que nunca se había candidateado a nada y eligió a Dilma Roussef, la primera mujer presidente de Brasil.

 

Así que concluyó su segundo mandato, con el 87% de apoyo entre los brasileños, Lula tuvo que enfrentarse a otro desafío, a otra posible condena: un cáncer en la garganta. Lo enfrentó con tenacidad, con sufrimiento, hasta que venció también esa condena.

 

Como si no bastara haber vencido a todos eses desafíos, se enfrenta ahora a un cerco jurídico-político-mediático que habría llevado a la derrota y al desaliento a cualquier otro líder. Todos se sorprenden de la fuerza, la tranquilidad y la confianza con que Lula se enfrenta a ese nuevo desafío. Es porque es alguien que ya nació condenado, tuvo que superar obstáculos gigantescos para llegar hasta aquí, que los grandes obstáculos de hoy no le parecen, para nada, insuperables.

 

Edición: ALAI

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190824?language=es
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