Empresas y bancos hacen sufrir muchísimo a personas mayores

Ignacio Ortiz, 95 años, víctima de Chevrolet, Santander y Mastercard

06/02/2018
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Esta historia la tengo que escribir en primera persona porque tiene de víctima a mi padre, Ignacio Ortiz Hernández, y por eso la firmo como Sergio Ortiz y no con mi seudónimo periodístico de Emilio Marín. Creo que tiene cierto valor periodístico, pero sobre todo humano.

 

Y comienzo con una obviedad. Estos pesares son pequeños en relación a tantísimos que afectan a las personas mayores, como el despojo de 100.000 millones de pesos que el gobierno de Mauricio Macri concretó contra los jubilados. Entre éstos hay o había una mayoría de votantes del PRO-Cambiemos, como es el caso de mi progenitor.

 

Alias Chicho

 

Les presento a la víctima de aquella empresa y bancos: Ignacio Ortiz Hernández, alias Chicho, nacido el 4 de febrero de 1923. El domingo cumplió 95 años y desde hace más de cuatro meses está internado en un geriátrico, o como se dice ahora, residencia para adultos mayores. Desde que ingresó allí, por problemas de salud y de edad, tuve que asumir sus trámites, cobro de jubilaciones, pago de impuestos, etc, para lo cual la escribanía Carranza Yofre me extendió un poder general.

 

Uno de los problemas con que tuve que lidiar fue un Plan Chevrolet que aquél había firmado en 84 cuotas. Lo hizo con la idea de favorecer a una hija, que él creyó seguiría pagando las cuotas desde la número 2 en adelante. Cecilia Ortiz dijo que no le habían consultado y no podía ni quería seguir adelante con ese plan.

 

En consecuencia, por pedido de ambas personas, me puse desde octubre de 2017 a tramitar el “stop-debit”, para sacar ese plan del débito automático de la tarjeta de Chicho de Río Santander-Mastercard.

 

Fui al banco a pagar la cuota 2, el 12 de octubre de 2017 y allí, en la sucursal del Santander Río de Rivadavia y 25 de mayo, en la peatonal cordobesa, me dijeron que no les correspondía a ellos esa desvinculación. Que buscara tramitarlo en Plan Chevrolet o Mastercard.

 

La multinacional

 

Por vía telefónica intenté comunicarse con Plan Chevrolet y Mastercad, por separado, para un asunto supuestamente sencillo: explicación mediante sobre la situación de un anciano geriatrizado, pedir la desvinculación del débito automático. Mi intención era pagar las cuotas adeudadas hasta ese momento de un trámite que se iba haciendo largo. Y que aún persiste.

 

Como mis pedidos, casi súplicas aunque por momentos quejas vehementes no dieron ningún resultado, no me quedó otra opción que ir a buscar a mi padre al geriátrico, ubicado en las afueras de Córdoba, y llevarlo hasta la otra punta de la ciudad, en avenida Colón al 3900, para tramitar la baja en Chevrolet. Él no se acordaba bien del lugar exacto donde había concretado la operación, en Maipú Automotores. Tuve que dejar mi auto y caminar tres cuadras con él del brazo, que iba con mucha dificultad y apoyándose en su bastón, y otras tantas cuadras de regreso. Finalmente después de conversaciones con empleados de Plan Chevrolet, el 5 de diciembre de 2017 me firmaron allí la baja del sistema de pago por débito automático y me dieron copia: número de carpeta 132198 (grupo 4027, orden 138).

 

De todos modos, el empleado me advirtió que la baja podía demorarse. Y que convenía ir al Santander Río para ratificar allí la baja del débito.

 

En línea con eso, aboné en ese banco las cuotas 3 y 4, de noviembre y diciembre de 2017, creyendo ingenuamente que a partir de allí el débito sería dado de baja.

 

La mala fe de la multinacional norteamericana con sede en Detroit seguía muy firme. Porque a pesar de la baja aceptada por Plan Chevrolet el 5 de diciembre de 2017, luego me mandaron las cuotas 5 y 6, de enero y febrero de 2018, por un importe de 3.692 pesos cada una.

 

Mi pregunta es: ¿cómo pudo el jefe de ventas de Maipú Automotores, Maximiliano Carpio, firmar un contrato de venta en 84 cuotas de un Chevrolet Spin, con un anciano de 94 años en ese momento, septiembre de 2017, quien puso su tarjeta de Citi-Santander Río? Según las normas bancarias, no se aceptan planes en cuotas tan largas para los mayores de 70 años. Ese jefe de ventas lo hizo, con la gambeta de que ponía la tarjeta el anciano y figuraba como beneficiaria una mujer más joven. Delicias de la vida comercial argentina, made in Detroit.

 

Vendiendo sus autos, pero también con manganetas, la multinacional engorda sus ganancias. Hace un tiempo invirtió 350 millones de dólares en su planta de Alvear, cerca de Rosario, y ahora su CEO para el Mercosur, Carlos Zarlenga, anunció otra de 300 millones para fabricar otro modelo en 2019. Su Chevrolet Onix, fabricado en Brasil, y el Prisma, baten récords de venta en el país.

 

General Motors es la mayor empresa automotriz del mundo y líder en ventas durante 77 años. Fundada en 1908, emplea 215.000 personas en todo el mundo y fabrica vehículos y camiones en 30 países. En 2015, fueron vendidos mundialmente 9,8 millones de vehículos y camiones de su marca. ¿Tenía necesidad de joder a un viejo jubilado agrimensor?

 

Santander Río

 

Con los papeles de Plan Chevrolet del 5 de diciembre de 2017 aceptando la baja del débito, una semana más tarde tuve que ir a buscar a mi padre para completar el trámite, o por lo menos eso yo creía, al Santander Río. Otra vez la penuria, de buscarlo en el lejano geriátrico, dejar el auto en una playa del centro cordobés y caminar penosamente cuatro cuadras con el hombre del bastón, que me agarraba fuerte, como cometiendo un claro penal. Ese 12 de diciembre, aboné las cuotas 3 y 4 del plan de ahorro en la sucursal donde lo único bueno era el aire acondicionado. Luego fui a los boxes para volver a tramitar la baja del débito automático. Las simpáticas empleadas me escucharon y me dijeron que era sencillo: debía usar los teléfonos allí disponibles para llamar a Santander Río y me solucionarían el problema. Error. Por el fono me dijeron que el banco no era quien debía dar la baja sino Mastercard, para lo cual me proveyeron un teléfono de Buenos Aires donde comunicarme: 011.43797763. Llamé esa misma tarde. En cuatro oportunidades me atendieron, expliqué la situación y me derivaron a otros interlocutores. Ninguno me dijo nada concreto, hasta que la cuarta llamada paga de larga distancia al menos tuvo lo bueno de la franqueza: la empleada me dijo que Mastercard no iba a dar ese “stop-debit” y tenía que hacerlo el Santander Río.

 

Un notable pase de manos, el famoso “Juego del Gran Bonete”, infantil, pero cuando estaba en juego la tranquilidad o no de una persona grande, enferma y geriatrizada, poco menos que indefensa. Un juego siniestro del capitalismo, de la misma Mastercard que se ufana de la velocidad de pago de sus tarjetas de “pago sin contacto”. “Los consumidores realizan sus compras de una manera más fácil, rápida y segura a través de “un toque”, ya que únicamente es necesario acercar la tarjeta al lector para realizar el pago en unos pocos segundos, acortando así los tiempos de espera y pago”, dice su propaganda.

 

Para eso, velocidad electrónica; para lo otro, lentitud paquidérmica o peor, marcha del cangrejo.

 

A la Defensoría del Público

 

Frente al fracaso de mis gestiones de buena fe, que acompañé con el pago en fecha de las cuotas 2,3 y 4 del susodicho plan Chevrolet, tras chocar contra el paredón de esa terminal automotriz y la dupla bancaria-tarjeta internacional, no me quedó más remedio que denunciar el caso ante la Dirección de Defensa del Consumidor, del gobierno de Córdoba.

 

Llevé todos los papeles y presenté la nota de reclamo allí el 21 de diciembre pasado. Inmediatamente llevé copia de la denuncia otra vez (una más y van…) al Santander Río, donde tras una larga espero me atendió Andrés Aguero, a cargo de no sé qué cuentas. Como me exigió que presentara el poder general de mi padre, tuve que volver al día siguiente, 22, para que me sellara la hoja que yo traía de Defensa del Consumidor. Prudente al extremo, fue y volvió de Legales con mi poder general y sólo selló esa nota. Ni un gancho puso. Sólo el sellito de recibido. Allí pretendió hacer un descargo verbal diciendo que cuando Santander Río adquirió el negocio minorista del Citibank advirtió que no quería operar con Mastercard. Una verdad de Perogrullo: cuando hay fusiones y compras de bancos, sale perdiendo la gente de a pié. ¿Qué culpa tiene un jubilado, cliente, de que las fusiones del capital financiero internacional tengan sus bemoles? Deberían arreglarla entre ellos, sin joder al público.

 

Además, Santander se vanagloriaba de sus buenos resultados fruto de esa adquisición. “Respecto a los depósitos en moneda extranjera, aumentaron un 151,6% comparado con el mismo trimestre de 2016, principalmente por los fondos provenientes del Sinceramiento Fiscal y la incorporación de la cartera minorista de Citibank Argentina”, informaba el 10 de noviembre de 2017.

 

Agüero me dijo que en diez días me estarían respondiendo. Como pasaron 40 sin novedad, el 31 de enero volví a Defensa del Consumidor y fijaron una audiencia por “cobro indebido” para el 1 de marzo. Por entonces ya me había llegado la factura con la cuota 5. Y ayer lunes 5 de febrero, también la cuota 6, lo que indica que siguen burlándose de un geriatrizado de 95 años. Y después hablan de respeto por los derechos de las personas mayores, de la ley, del resguardo patrimonial y no sé cuántas mentiras más. Lo único que les importa es ganar plata a cómo de lugar. El 1 de marzo les veré las caras y les cuento. Qué jodido es llegar a viejo, sobre todo en un país capitalista...

 

http://www.laarena.com.ar/opinion-ignacio-ortiz-95-anos-victima-de-chevrolet-santander-y-mastercard-1194297-111.html

 

https://www.alainet.org/es/articulo/190861
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