El llamado desarrollo es “cosa de indios”… o no es nada
- Análisis
“La hierba que los indios llaman cuca y los españoles coca, que ha sido y es la principal riqueza del Perú, para los que la han manejado en tratos y contratos. Antes será justo se haga larga mención de ella, según lo mucho que los indios la estiman por las muchas y grandes virtudes que de ella conocían antes y muchas que desde entonces acá los españoles han experimentado en cosas medicinales” (Garcilaso de la Vega, 2005, página 525)
En este escrito comienzo con dos digresiones –la hoja de coca y la hecatombe climática-, señalo lo que es la deforestación más intensa de los últimos años en el Perú por la tala ilegal, informo lo que creo que es -o debería ser- la vocación gastronómica de mi país, describo la necesidad de un Eco-Etno-Desarrollo Integral, Sostenible y Sustentable (EEDISS) para nuestra Amazonía y quizá para los países de la Cuenca Andino-Amazónica que busca salvar el planeta y, finalmente, postulo que los indígenas, originarios o no, deben ser los que guíen los cambios de paradigmas en la búsqueda del Buen Vivir y los 5 respetos.
Dos digresiones necesarias
Mi amigo y maestro Baldomero Cáceres Santa María, psicólogo social, erudito en el conocimiento de la hoja de coca y gran defensor de esta planta maestra maravillosa y sus usos por los indígenas y no indígenas andino-amazónicos, le he escuchado decir varias veces que para los occidentales y siquiatras la hoja y su consumo es “cosa de indios” como forma de desprecio hacia esta práctica (Cáceres, 1986). Creo que fue durante los años cuarenta del siglo pasado que incluso en las escuelas de educación primaria y secundaria oficial, además de los cuarteles de las Fuerzas Armadas, se usaba este término para “extirpar la idolatría” de consumir coca.
La coca ha sido motivo de controversias desde que se produjera nuestro encontronazo con el occidente. Cuando en 1499 Américo Vespucio viajó por la costa septentrional de Sud América, describió así a sus habitantes en una carta del 4 de setiembre de 1504: "Eran muy feos de gesto y cara; todos tenían los carrillos llenos por dentro de una yerba verde que rumiaban continuamente como bestias, que apenas podían hablar" (Citado por Henman, 1992, p. 31). Obviamente se trataba de la hoja coca, nada menos que en la provincia de Guajira en Venezuela a 5 mil kilómetros del Cusco.
El obispo Fray Bartolomé de las Casas, gran defensor de los indios, no lo fue tanto de la coca: "Es muy sucia cosa y engendra grande asco verlos", dijo el cura (Citado por Henman, 1992, p. 31, nota 2). En contraposición, el conquistador que asesinó indígenas a su paso, según recoge Louis Lewin de un cronista, usó: "... esa planta maravillosa que en 1533 resultó tan útil como euforizante a Francisco Pizarro cuando, partiendo de la bahía de San Miguel, penetró con sus tropas en el interior del Perú" (Lewin, 1924, p. 290).
He comenzado con la hoja de coca, por lo que ella significa para la identidad de los pueblos indígenas de nuestra Abya Yala y me he prestado el término de “cosa de indios” para ratificar en estas líneas que el llamado “desarrollo” debe ser eso o no habrá nadie que nos salve de la hecatombe climática, -algunos hablan de la Sexta Extinción- en la que nos encontramos.
Sobre esto del cambio climático y sus consecuencias, la bibliografía es amplia, pero el poeta y escritor colombiano William Ospina, lo resume así: “Un planeta que durante milenios ha sido el escenario más propicio para la vida, podrían transfigurarse ante nuestros ojos en una morada inhóspita, de sol calcinante, de aire tóxico, de agua impotable, de pieles irritadas, de complicaciones respiratorias, donde los tejidos enloquezcan, los sentidos se alteren y los gérmenes escapen a todo control” (Ospina, 2016; pág. 12). ¿Para qué decir más?
Cada vez que leo algo más sobre la historia y presente de la Amazonía, me fascino por los inmensos logros que los indios originarios de éstas comarcas, nada menos que más de 8 millones de kilómetros cuadrados[1] y entre 5 y 6.8 millones de pobladores antes de la llegada de Colón[2], lograron en el pasado y me sorprendo de la enorme ignorancia y olvido que tenemos los que no pertenecemos a esas culturas, sino a la “occidental y moderna”.
El capítulo “Amazonía” del libro de Charles C. Mann[3] publicado en español el 2006, desafía y refuta la historia que nos contaron sobre la llamada “selva sin gente”, lapidando a los que creíamos que era selva prístina, con muy pocos indios y sin capacidad para manejar su entorno. Mann nos cuenta en su provocador libro titulado nada menos que “1491: la nueva historia de Las Américas antes de Colón”, que al bajar desde Quito Francisco Orellana, con su escribidor Gaspar de Carbajal, por la cuenca Amazónica, habían millones de indios, que no menos de la cuarta parte de esa cuenca había sido cultivada con árboles y respecto a los indios con su entorno escribe: “hace pensar que durante mucho tiempo unos pobladores inteligentes, que conocían trucos que nosotros aún estamos por aprender, utilizaron grandes parcelas de la Amazonía sin destruirla. Ante un problema ecológico, los indios lo resolvían. En vez de adaptarse a la naturaleza, la creaban. Estaban en pleno proceso de formación de la tierra cuando apareció Colón y lo echó todo a perder.” (Mann, 2006; pág. 410). Límites del territorio, agua y biodiversidad
Pero antes de avanzar más en estos temas, quiero destacar las limitaciones territoriales de nuestro país en relación con sus fuentes de agua, así como la riqueza de su biodiversidad y multiculturalidad, tal como nos enseñó hace 50 años el Tayta José María Arguedas.
Sobre lo primero, basta con robarme una reflexión de mi gran amigo Eduardo Musso Márcovic, fallecido a principios del 2014, quien definía nuestro abigarrado territorio de la siguiente manera: “La costa es un discreto archipiélago de oasis en un mar de arena. La sierra un inmenso archipiélago de grietas en un mar de cerros. La selva un archipiélago de bosques tropicales en un inmenso mar de agua dulce. En este territorio peruano en solo el 4% del total se conjugan las tres variables que otorga la naturaleza -clima, agua y tierra– para su natural viabilidad demográfica y agropecuaria.”[4]
Desde este punto de vista, nuestro país es un complejo de archipiélagos con el agua como eje y por lo tanto no nos queda otro camino a indios y no indios, que aprender de nuestro pasado, leer la naturaleza y adaptarnos a nuestro territorio mirando al futuro. Por lo mencionado, por sus características geográficas, el Perú desde tiempos inmemoriales se ha visto obligado a ordenar su territorio, a hacer lo que ahora llamamos Zonificación Económica-Ecológica.[5]
En lo que se refiere a la biodiversidad y multiculturalidad del Perú, nuestro Tayta José María escribió lo siguiente en 1968: “No, no hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdimbres y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No por gusto, como diría la gente llamada común, se formaron aquí Pachacámac y Pachacútec, Huamán Poma, Cieza y el Inca Garcilaso, Túpac Amaru y Vallejo, Mariátegui y Eguren, la fiesta de Qoyllur Riti y la del Señor de los Milagros; los yungas de la costa y de la sierra; la agricultura a 4.000 metros; patos que hablan en lagos de altura donde todos los insectos de Europa se ahogarían; picaflores que llegan hasta el sol para beberle su fuego y llamear sobre las flores del mundo. Imitar desde aquí a alguien resulta algo escandaloso. En técnica nos superarán y dominarán, no sabemos hasta qué tiempos, pero en arte podemos ya obligarlos a que aprendan de nosotros y lo podemos hacer incluso sin movernos de aquí mismo”[6] No tengo más que decir …
La deforestación y sus causas
Al momento de escribir esta crónica, la periodista Elizabeth Prado escribió en el diario La República de Lima que durante el año 2017 la deforestación en la Amazonía peruana llegó a 143,425 hectáreas, lo que es un espacio comparado a 200 mil campos de fútbol[7]. Esta información fue proporcionada por el Proyecto de Monitoreo de los Andes Amazónicos (MAAP)[8], que pertenece a la ONG conservacionista de los Estados Unidos Amazon Conservation Association ACA que trabaja en Perú y otros países de la Cuenca Amazónica[9].
Las regiones con mayor deforestación, como puede verse en el mapa, son Ucayali debido a la tala ilegal y cultivo de palma aceitera, Madre de Dios por actividades de minería de oro ilegal e informal, San Martín por la enorme extensión de los cultivos de palma aceitera promovida por el sector privado latifundista, principalmente el Grupo Romero y Amazonas por expansión de la frontera agrícola para ganadería.
Por otro lado, respecto a la tala ilegal, durante la semana pasada se emitió un informe de la Agencia de Investigación Ambiental EIA, una ONG de los Estados Unidos, elaborado por Julia Urrunaga y otras dos investigadoras titulado “El momento de la verdad: oportunidad o amenaza para la Amazonía peruana en la lucha contra el comercio de la madera ilegal”[10]. Nada menos ...
Una de las conclusiones del excelente estudio de 84 páginas es que: “La historia de ilegalidad sistemática presentada en este informe –tanto en los embarques del Yacu Kallpa en el 2015 como en la muestra de la data de exportación desde el puerto del Callao para el 2015 y el 2016– no es fácil de escuchar. Pero la realidad es, como lo demuestran todos los análisis confiables de data oficial hechos en los últimos cinco años, que un alto porcentaje de la madera que sale del Perú continúa siendo ilegal. Para los mercados domésticos la situación es, muy probablemente, peor. Mientras tanto, los compradores de los Estados Unidos, de China, de México, de Australia, de la Unión Europea, y de otros principales países consumidores continúan alimentando la corrupción, el daño ambiental, y los abusos a los derechos humanos al demandar madera sin demandar legalidad” (Urrunaga & Otras, 2018; pág. 68).
Otra de las conclusiones más resaltantes del informe es que, China, siendo el mayor socio comercial maderero del Perú, es comprador y consumidor de la mayoría de la madera ilegal peruana. Los Estados Unidos están en tercer lugar de compra de madera ilegal. También se informe que un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) del año 2005 -en el punto más álgido del boom de caoba ilegal- estimó que aproximadamente 33,000 personas trabajaron en condiciones de trabajo forzoso en los campamentos de tala.
Dice también que los sobornos, fraudes y mercados negros, que son parte del comercio de madera en el Perú, “contribuyen a una cultura de corrupción institucionalizada e impunidad que debilitan el estado de derecho y las mismas mafias que controlan los mercados de madera ilegal también trafican con drogas”. Los taladores ilegales tienen conflictos violentos con las comunidades indígenas, que luchan por proteger sus tierras. Es así como en el 2014 taladores ilegales asesinaron al activista ambiental y líder indígena Ashéninka Edwin Chota, junto a otros tres colegas suyos de la comunidad de Saweto, pero a la fecha nadie ha sido enjuiciado por estos crímenes.
La pobreza extrema de las comunidades nativas y colonos, sumada a los megaproyectos carreteros, energéticos y productivos impulsados por los gobiernos y el sector privado, sin los estudios de impacto ambiental absolutamente necesarios, son las dos fuentes principales de presión sobre los recursos del bosque, provocando el círculo vicioso de deforestación-pobreza-sobre explotación de recursos-megaproyectos-trata de personas-más pobreza.
La trata de personas y el desarrollo de actividades con fines ilícitos como el cultivo de la hoja de coca –recurso natural y símbolo de la identidad de los andino/amazónicos- es un fenómeno aún focalizado y pequeño, pero ascendente en diversas regiones. La deforestación es causada principalmente por actividades extractivas, hidrocarburos y monocultivos en la selva húmeda tropical amazónica, minería artesanal de pequeña escala y minería ilegal.
El capitalismo extractivista neoliberal salvaje, la informalidad depredadora de la naturaleza que destruye tejido social solidario escondiendo pobreza y la ilicitud destructora de personas, honras e institucionalidades, son los tres principales azotes contemporáneos contra los derechos de la Madre Tierra (Pachamama) y las fuentes y usos del agua (Yacumama). El agua, bosques, biodiversidad, alimentación, salud, culturas y derechos territoriales son afectados por actividades extractivas lícitas salvajes. Estas actividades se llevan a cabo sin las vallas socio-ambientales y culturales de países desarrollados como EEUU, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Japón y la Unión Europea. Y, la situación tiene mayores impactos en el caso de las actividades informales e ilícitas
Una propuesta desde la gastronomía y los pueblos indígenas
El presidente estadounidense del Perú, Pedro Pablo Kuczynski y sus “técnicos de lujo” que piensan en función de las órdenes del FMI, el Banco Mundial y la Administración de Donald Trump, son incapaces de ocuparse y promover el sector gastronómico, que promueven Gastón Acurio, sus cocineros y los pequeños productores familiares. Este sector es quizá el de mayor perspectiva y sustentabilidad para el Perú en los ámbitos nacional e internacional. Es decir, no se ocupan del sector gastronómico-agro-forestal-pesquero articulado al turismo sostenible y la biodiversidad, al uso racional de los recursos y a la producción familiar campesina. Esta propuesta en curso es lo que buscan expandir Acurio y sus gurúes, apoyados por campesinos, bosquesinos e indígenas.
En tres libros notables, el abogado, historiador e investigador científico peruano Santiago Antúnez de Mayolo (Antúnez, 2011), el neurocirujano, historiador y fundador del Museo de la Nación Fernando Cabieses Molina (Cabieses M, 2004), el arqueólogo e historiador alemán Hans Hork Heimer (Hork, 1958 y 1973) y el también arqueólogo Elmo León Canales (León, 2013), han dado cuenta de los aportes de la agricultura, la pesca, la crianza de animales y la culinaria prehispánica a la alimentación peruana y mundial.
Entre varios otros, estos son los precursores científicos de los actuales cocineros y divulgadores de la gastronomía peruana que han lanzado la propuesta de una Alianza Cocinero-Campesino, que algunos incrédulos consideran que es una utopía y quimera, creo que porque no tienen cabeza para pensar en algo diferente al modelo extractivista exportador salvaje en curso. La base de esta revolución gastronómica es la biodiversidad y multiculturalidad de nuestro abigarrado territorio y sus poblaciones en la costa, la sierra y la selva.
Como sostiene el ex–ministro de agricultura y directivo de la Sociedad Peruana de Gastronomía (APEGA) Luis Ginocchio: “Este universo de peruanos y peruanas está compuesto por millones de hombres y mujeres que utilizan y conservan la biodiversidad nacional al cultivar, criar y pescar los ingredientes que los cocineros -pieza fundamental en la difusión de nuestra cocina- presentan en las mesas de sus restaurantes dentro y fuera del Perú”. Sobre la Alianza Cocinero-Campesino, Ginocchio escribe que esta “resulta en esencia, una inédita conjunción, un encuentro sin precedentes de voluntades para avanzar juntos, compartir retos y logros con industrias relacionadas en la búsqueda del sabor, la identidad y la rentabilidad”. (Ginocchio, 2012: pág. 21).
Gastón Acurio va más allá, al escribir lo siguiente: “Biodiversidad única, llena de miles de nuevos productos, diversidad cultural que le da valor agregado a los mismos, historia milenaria y misticismo que le añade magia y más valor aun a estos, inmensos retos sociales y ambientales detrás de ellos que hoy son para el consumidor un valor añadido a la hora de comprarlos. En fin, todo. Lo tenemos todo para poder conquistar el mundo con un arsenal de productos alimenticios, textiles, de limpieza y de cuidado y bienestar personal que representan a una gran marca ‘Made in Perú’ que llene todas las expectativas del consumidor que ya está aquí y, sobre todo, del que viene; mientras que con ello vamos transformando las vidas de nuestros compatriotas, hoy extremamente pobres, como nuestros hermanos del mundo rural, en vidas de ciudadanos peruanos incluidos en el desarrollo y la prosperidad”.
En un reciente artículo, el cocinero peruano argumenta que: “Millones de compatriotas que hoy sienten temor de ser vulnerados en su oportunidad económica, su cosmovisión ancestral, el medio ambiente que cuidaron por siglos, su derecho a ser felices como ellos entienden la felicidad, frente a aquellos que creen con no pocos argumentos en que es la apuesta por los commodities agrícolas como la soya o el maíz amarillo, la panacea económica para el Perú”[11].
En resumen, la geografía, la ecología, la hidrología, el clima, las culturas y la demografía exigen atender la diversidad y variabilidad propias de nuestro país, apuntando a convertirlo en una potencia gastronómica. Y la base para ello son los indígenas, los bosquesinos, los campesinos y los pescadores artesanales.
Propuesta de EEDISS y el “desarrollo” en cuestión
Considero que una propuesta estratégica debería estar centrada en la necesidad de impulsar programas, no “proyectos”, de Eco-Etno-Desarrollo Integral, Sostenible y Sustentable (EEDISS) impulsados desde las comunidades indígenas originarias de las regiones andino-amazónicas. Se trata de un desarrollo integral, endógeno, sostenible y específico de un determinado pueblo -en nuestro caso varios pueblos de una misma zona-, en armonía con su ecosistema para preservar la vida y la cultura propia, así como la supervivencia de los ecosistemas, dentro de los cambios, continuidades y transformaciones históricas operadas.
El programa debería estar constituido por varios proyectos sociales, institucionales y técnico-productivos, siendo el eje estratégico de la propuesta los programas de conservación y protección de bosques que deben impulsarse desde los gobiernos locales y regionales. Es lugar común entre los que discuten estos temas que el desarrollo basado en una concepción dinámica y abierta de los derechos humanos requiere una revisión a fondo de los múltiples usos que el término ha tenido.
Existen cientos de libros que discuten este tema, siendo uno de ellos el del ecólogo social uruguayo Eduardo Gudynas del Centro Latinoamericano de Ecología Social (CLAES), quien sostiene que: “… el desarrollo sustentable es en realidad un proceso de construcción. No es una postura académica precisa, ni una plataforma política dogmática. Es ante todo un camino abierto, que se recorre desde diferentes preocupaciones y ritmos distintos… De alguna manera la política que siempre ha acompañado a la historia humana, y hoy tan criticada en varios frentes, vuelve al tapete. Pero ya no es la misma: ahora es más compleja, ya que tenemos la responsabilidad de proteger la Naturaleza, nuestra hermana” (Gudynas, 2004; pág. 244).
Según el antropólogo mexicano Rodolfo Stavenhagen: “...para los pueblos indígenas, desarrollo significa sobre todo la satisfacción de las necesidades humanas largamente denegadas y la equidad en la distribución de los recursos y de los beneficios del crecimiento (…) Combatir el racismo estructural resulta por consiguiente una lucha por la sobrevivencia y la equidad en el marco de contextos culturales y sociales específicos propios de los indígenas. Encarar la problemática del desarrollo desde esta perspectiva ha llevado a conceptos tales como autodesarrollo y etnodesarrollo, o desarrollo con identidad, que ahora están siendo promovidos por algunos gobiernos, agencias multilaterales y organizaciones no gubernamentales.”
El economista peruano Jürgen Schuldt nos da ánimos para seguir en esta búsqueda. En uno de sus libros (Schuldt, 2005) nos dice que deberíamos adoptar “cuando menos en términos relativos, una estrategia de acumulación y desarrollo (guiada) por los principios de autodeterminación, autosuficiencia y autocentramiento” al estilo de lo que proponía el economista Senegalés Samir Amir (Amin, 1986) o lo que se conoce como “glocalización”. ¿Qué significa esto? Pues lo siguiente: 1) control local de la fuerza de trabajo, 2) control local de los excedentes, 3) control local del mercado, 4) control local de los recursos naturales, y control local de las tecnologías. Es decir, creo yo, lo que los indios hacen actualmente en sus territorios.
En un libro más reciente, nos propone que “… ni el bienestar del ser humano, ni la sostenibilidad del planeta, pueden conciliarse con el modo de producción capitalista de mercado (por lo que) la única solución a la vista consiste en promover coordinada y concertadamente un Estado Estacionario o un Decrecimiento, ya no sólo del Producto Bruto Interno, sino principalmente del uso desenfrenado de la materia y de la energía, crecientemente escasas a escala global” (Schuldt, 2012; pág. 181).
El profesor Schuldt concluye que debemos rechazar “el materialismo consumista a cambio de una simplicidad y una suficiencia voluntarias” y, citando al chileno Manfred Max-Neef, dice que “… es indispensable –económica, ética y medioambientalmente– transitar, urgente pero razonada y concertadamente, de un mundo antropocéntrico de codicia, competencia y acumulación a un mundo biocéntrico de solidaridad, cooperación y compasión con todas las formas de vida”.
Refutando a De Soto
El concepto de desarrollo sostenible ya se discutía y postulaba su aplicación práctica desde principios de los ochenta (Bonfil Batalla, 1982) y en años recientes ha sido adoptado hasta por el Banco Mundial (Griffiths, 2005) y está siendo aplicado en los países andinos. Asimismo, es la tesis que propugna el economista Hernando De Soto en un estudio publicado luego de la masacre de Bagua del junio del 2009 en el Perú (De Soto, 2010).
Lo que aquí proponemos tiene poco que ver con lo que proponen el Banco Mundial o De Soto. En primer lugar, las comunidades nativas andino-amazónicas, como prioridad, realizan estrategias de manejo de su espacio vital con arreglo a un objetivo de autonomía y seguridad alimentaria para las familias que componen cada comunidad. En cambio, el Banco Mundial tiene como prioridad el ingreso monetario. En segundo lugar, la idea de cultura propia tiene que ver con la noción de autonomía indígena. El Banco busca la plena y total integración en el mercado mundial dominado por las multinacionales financieras e industriales.
En tercer lugar, para De Soto el tema de los pueblos amazónicos -como antes lo fue el de los informales y luego el de los agricultores cocaleros- se reduce a títulos de propiedad de tierras, reducción del Estado y eliminación de relaciones comunitarias. Para los pueblos indígenas, el tema, además de respeto, es territorio en relación armoniosa con la naturaleza, presencia de un Estado plurinacional y respeto a las relaciones comunitarias. En cuarto lugar, los pueblos amazónicos originarios, que tradicionalmente han sido olvidados, han comenzado a dejar ser invisibles y se han movilizado contra las políticas y decretos del gobierno por una sola razón: respeto.
Los cinco respetos
El Banco Mundial y De Soto usan y no respetan a los pueblos indígenas en por lo menos cinco aspectos. Primero, a ser diferentes por la unidad en la diversidad andino-amazónica, multilingüismo, multiculturalidad, multinacionalidad y derecho a las diferencias.
Segundo, el respeto a sus territorios ya que para los indígenas tierra como recurso no es lo mismo que territorio, que para ellos incluye subsuelo, suelo y aire. Los bosques y recursos del subsuelo no son “de todos los peruanos”, como dice la Constitución y los gobiernos, sino de los seres humanos que habitan en y sobre ellos ya que el territorio es parte de ellos mismos, de sus propios cuerpos. Extraer petróleo, cortar árboles y vender carbono no emitido es como cortarles una parte de su alma y cuerpo.
Tercero, respeto a ser consultados de manera voluntaria, previa, informada, vinculante y con derecho a veto, en aplicación de la Constitución y los convenios internacionales, especialmente el 169 de la OIT, lo que no se hace por parte de los gobiernos y el Estado, incluso intentando desconocerlos como pueblos originarios diciendo que como son campesinos o productores agrícolas, ya no son indígenas.
Cuarto, el derecho a no ser insultados señalándolos como “perros del hortelano”, ciudadanos de segunda categoría, anti-patriotas, narco-bloqueadores y terroristas, como han hecho los gobiernos, las petroleras y mineras durante 2008 y 2009, así como hasta ahora con los Gobiernos de Humala y el estadounidense PPK.
Quinto, el derecho a tener un modelo de desarrollo propio, de relaciones comunitarias y reciprocidad, basado en una relación armónica con la Madre Naturaleza, no extractivista y orientado a mercados locales. En suma a tener su propio eco-etno-desarrollo, construido con sus propios tiempos y ritmos, no con los que les quiere imponer el mercado.
¿En qué consiste lo propuesto?
El eco-etno-desarrollo, integral, sostenible y sustentable (EEDISS) privilegia los derechos colectivos, sin dejar a un lado los individuales. La base es el equilibro entre estos dos derechos con el consuetudinario. El EEDISS es dinámico, no estático, tiene sus propios tiempos, de acuerdo a las oportunidades y a las enormes limitaciones y fracasos del “modelo occidental” de “crecimiento para el desarrollo”.
La obvia decadencia del modelo actual, expresado seis crisis – ambiental, alimentaria, económico/financiera, antes mencionadas, logra abrir paso a propuestas de eco-etno-desarrollo y cada vez más va ganando terreno. De estar reducido a trincheras en comunidades con pequeños agricultores, ahora se ve explicitado de manera formal en una declaración de los derechos de los pueblos indígenas en el ámbito de la ONU.
Por otro lado, se ha avanzado en gran manera en el texto de las constituciones de Bolivia y Ecuador, ratificadas en referéndums con amplia mayoría de sus pueblos, el hecho que se reconozca un Estado plurinacional, donde se pueda elegir a los representantes por usos y costumbres, y que se reconozca el pluralismo jurídico son avances muy grandes que hace unos 10 años no se podían imaginar.
La propuesta del Programa que debería impulsarse contempla el requerimiento de fondos de donaciones y subsidios estatales -aunque ello suene mal en un contexto neoliberal- durante los primeros cinco años, hasta que se consolide la institucionalidad necesaria para: realizar negocios social y culturalmente rentables, tanto en los mercados locales y regionales como internacionales, basados en el manejo sostenible de los recursos del bosque, la pequeña agricultura orgánica, la artesanía indígena, el ecoturismo y la minería ecológica, si fuera el caso; y, acogerse al programa de compra/venta de créditos o bonos de carbono en el marcado voluntario y/o regulado.
El Programa debería contemplar proyectos sociales e institucionales y negocios técnico-productivos. Los proyectos sociales contemplan lograr la satisfacción de las necesidades de educación, hábitat, salud/nutrición y sostenibilidad alimentaria de las comunidades indígenas originarias, con la estrecha participación de ellas. Los proyectos institucionales hacen hincapié en el fortalecimiento de las capacidades directas de las comunidades para impulsar el programa en su conjunto, estableciendo relaciones con instituciones y empresas que están fuera de su entorno territorial. Los negocios técnico-productivos se impulsarán hacia la realización de negocios rentables, partiendo de los recursos locales que son limitados, y de las culturas nativas sustentadas en su carácter de recolectores, cazadores y pescadores.
El Programa promovería actividades materiales para el manejo sostenible de bosques, emprendurismo social y ambientalmente responsable, planes de mitigación de daños a consecuencia de inversiones en infraestructura, industrias extractivas y cambio climático, actividades productivas para la soberanía alimentaria y mercados locales (canasta de productos y actividades productivas renovables, incluyendo turismo comunitario y ecológico), inversiones en infraestructura productiva (embarques, veredas, talleres, depósitos, pistas, energía, reservorios de agua para consumo y riego, piscigranjas, equipos de transformación y conservación, etc.) y social (vivienda, salud, centros comunitarios, etc.) que vaya acompañada de manejo y gestión comunitaria sustentable en el tiempo.
Este Programa también buscará generar condiciones inmateriales, tales como fortalecimiento de capacidades, investigación científica aplicada, formulación de Planes de Vida con y para las comunidades, planes de manejo sostenible de bosques, realización de Evaluaciones Ambientales Estratégicas, construcción de escenarios sociales, elaboración de bases de datos sobre los recursos naturales existentes, zonificación económico-ecológica y ordenamiento territorial a nivel micro, entre otras.
Los indios a la cabeza
Creo que estas propuestas deben tener una dirección estratégica y dirigentes apegados al territorio, no las ONGs o instituciones público/privadas promotoras del “desarrollo”, menos aún a los pilotos de bombardero que tienen los gobiernos a quienes no les importa qué pasa abajo y adentro cuando tiran sus bombas y recetas. Los más apegados al territorio son los pueblos indígenas para los que la tierra, los cerros, el agua, los bosques, las plantas y los animales son partes integrantes de ellos mismos.
El Papa Francisco dijo lo siguiente en Puerto Maldonado, Región Madre de Dios al sur de la Amazonía peruana: “Veo que han venido de los diferentes pueblos originarios de la Amazonia: Harakbut, Esse-ejas, Matsiguenkas, Yines, Shipibos, Asháninkas, Yaneshas, Kakintes, Nahuas, Yaminahuas, Juni Kuin, Madijá, Manchineris, Kukamas, Kandozi, Quichuas, Huitotos, Shawis, Achuar, Boras, Awajún, Wampís, entre otros. También veo que nos acompañan pueblos procedentes del Ande que se han venido a la selva y se han hecho amazónicos. Gracias por vuestra presencia y por ayudarme a ver más de cerca, en vuestros rostros, el reflejo de esta tierra. Un rostro plural, de una variedad infinita y de una enorme riqueza biológica, cultural, espiritual. Quienes no habitamos estas tierras necesitamos de vuestra sabiduría y conocimiento para poder adentrarnos, sin destruir, el tesoro que encierra esta región, y se hacen eco las palabras del Señor a Moisés: «Quítate las sandalias, porque el suelo que estás pisando es una tierra santa» (Ex 3,5) (Jorge Bergoglio, Papa Francisco, 19 de enero 2017. He comentado su visita en: https://www.alainet.org/fr/node/190526.
Es decir, los que deben dirigir el verdadero Buen Vivir de la Amazonía luchando por los cinco respetos, son los indios, aquellos que por milenios han vivido en ella, así como también los que desde hace decenios viven en y de los bosques y ríos, llamados bosquesinos, que el “modelo” neoliberal extractivista exportador quiere destruir.
El Buen Vivir significa, para ponerlo en términos quechua –bella lengua que lamentablemente no hablo-, respetar: la Pachamama que es la tierra y el territorio, la Sach' a Mama que son los bosques, la Yacumama que son los ríos y cochas de la selva, la Cochamama que son las lagunas y humedales de los cerros, la Jatun Cochamama que son los mares y también la Korimama que es el oro o sangre del Dios Sol.
Considero, en medio de un gran debate sobre el Buen Vivir como regalo de los pueblos indígenas hacia nosotros los occidentales, que este concepto encierra la sabiduría de las Seis Bondades que esquematizo a continuación:
No estoy de acuerdo con los “programas de desarrollo alternativo” que se quiere imponer en los territorios de alta o baja Amazonía. Pero sí estoy de acuerdo con lo que reflexionaba una amiga dirigente y alcaldesa del Valle del Río Monzón, afluente del Huallaga en el año 2001: “Para nosotros el desarrollo alternativo es que siembran los proyectos en una mesa, los cultivan en una pizarra, los cosechan en computadora y los venden en spots publicitarios de televisión. El desarrollo alternativo es una 4x4 que son 4 consultores que elaboran propuestas entre 4 paredes” (Azucena Veramendi, agricultora cocalera y alcaldesa de Cuyaco en el valle del Monzón). Para los que crean que lo que propongo en estas líneas es la exclusividad de los pueblos indígenas, siendo yo mestizo, termino estas reflexiones compartiendo lo que escribió el poeta y novelista colombiano William Ospina: “Nadie puede hoy postular el retorno masivo de las sociedades hacia una supuesta arcadia primitiva … el mundo no puede avanzar hacia ninguna forma de ´pureza´ cultural o étnica, pero por esa misma razón la sabiduría de todos los pueblos pueden entrar en un diálogo creador y contribuir a rehacer el camino que nos acerque otra vez a la naturaleza y nos permita establecer un nuevo pacto con ella. Nadie como los pueblos indígenas conoció y respetó los secretos de esta tierra; nadie como los Incas supo cultivas los Andes sin destruirlos; nadie como los pueblos amazónicos supo vivir en la selva sin arrasarla; tenemos el deber de escuchar sus sabidurías y de hacer de esos sabios poseedores de intuiciones y visiones milenarias valiosos consejeros del porvenir” (Ospina, 2009; pág. 257)
Lima, 11 de febrero 2018
- Ec. Hugo Cabieses Cubas es economista peruano, ex viceministro de Desarrollo Estratégico de los Recursos Naturales del MINAM agosto-diciembre del 2011, actual consultor sobre temas de coca, políticas de drogas, desarrollo sostenible, manejo de bosques, cambio climático y derechos de los pueblos indígenas andino-amazónicos. Mail: hugocabieses@gmail.com.
Bibliografía utilizada
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Bonfil Batalla, Guillermo. 1982. "El Etnodesarrollo: sus premisas jurídicas, políticas y de organización", en América Latina: Etnodesarrollo, Etnocidio. Costa Rica. Ediciones FLACSO.
Cabieses Molina. Fernando. 2004. Cien siglos de pan: 10 000 años de alimentación en el Perú. Universidad de San Martín de Porres-USMP; Lima.
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Denevan, William. 2003: “The native population of Amazonia in 1492 reconsidered. Revista de Indias, 2003, vol. LXIII, núm. 227. En: file:///C:/Users/User/Downloads/557-1042-1-PB.pdf.
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[1] Ver casi toda la información sobre esta cuenca en: GEO Amazonía: Perspectivas del Medio Ambiente en la Amazonía en: http://sinia.minam.gob.pe/node/9213/backlinks.
[2] Ver: PNUMA-OTCA-UP. 2009; pág. 44. También Denevan, 2003; pág. en: file:///C:/Users/User/Downloads/557-1042-1-PB.pdf.
[3] Es un escritor y periodista estadounidense que se ha especializado en temas históricos y científicos, con artículos en las revistas Science, Atlantic Monthly y el mensuario de la National Geographic Society. En 2005 ganó el premio de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos por el mejor libro del año.
[4] Eduardo Musso, PUCP, 5 de Mayo 2012: http://blog.pucp.edu.pe/item/158462/perspectiva-ambiental-vislumbrando-a....
[5] Sobre este tema he escrito antes. Ver: https://www.alainet.org/es/active/74002.
[6] José María Arguedas en «No soy un Aculturado», Octubre de 1968: https://www.servindi.org/actualidad/3252.
[7] Ver: http://larepublica.pe/politica/1180978-en-el-2017-el-peru-perdio-bosques-del-tamano-de-200-mil-campos-de-futbol.
[8] Ver: http://maaproject.org/es/.
[9] Ver: https://twitter.com/ACA_DC?ref_src=twsrc%5Etfw&ref_url=http%3A%2F%2Fmaaproject.org%2Fes%2F.
[10] Ver: https://eia-global.org/reports/elmomentodelaverdad. Esta institución emitió un informe anterior, en el 2012, sobre un tema similar titulado “La máquina lavadora: cómo el fraude y la corrupción en el sistema de concesiones están destruyendo el futuro de los bosques de Perú”: https://eia-global.org/reports/la-maquina-lavadora.
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