El poder de la ideología patriarcal

15/02/2018
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A partir del surgimiento de las sociedades divididas en clases sociales, las desigualdades e inequidades favorecieron las ideas de una ideología patriarcal sustentada en el menosprecio y desvalorización de las mujeres desde su nacimiento. Fueron dilapidadas por turbamultas (Hipatia de Alejandría en el siglo V); cantidad de cabezas rodaron en patíbulos (imperios monárquicos); cuerpos femeninos carbonizados en hogueras (la Santa Inquisición las consideraba herejes); muertas por exceso de trabajo (Mary Anne Walkley, costurera inglesa en 1853), entre otros ejemplos de injusticias, solo por tener conocimiento, realizar actividades “inapropiadas”, sin menoscabo de tener la razón o exigir derechos, eran causas suficientes para someterlas.

 

En los estados más modernos del sistema capitalista, todavía son practicados los patrones socioculturales patriarcales, aunque con tamices moderados, debido a la sabia defensa de las conquistas alcanzadas. La igualdad de condiciones ha sido una reivindicación histórica, en las luchas por distintos derechos sociales, económicos, laborales o políticos.

Las amenazas constantes desde el poder de la ideología patriarcal, continúan trabajando a través de mecanismos impensables. Hay instituciones que inciden en las formas de pensamiento que fomentan comportamientos sexistas, prejuicios y estereotipos, especialmente cuando se trata del control de los cuerpos, educación y toma de decisiones en cualquier ámbito.

El patriarcado es un sistema ideológico basado en una supremacía que fomenta la discriminación por razones de sexo, para el sometimiento de las personas. Genera prejuicios, estereotipos, actitudes y malas prácticas sexistas en la vida cotidiana, donde se repite este círculo vicioso a través de una crianza dividida en colores: rosados y celestes. Ese dominio patriarcal ha propagado distintas formas de violencia, su máxima expresión es la misoginia (odio a las mujeres), su peor resultado es el asesinato de mujeres y niñas, mejor conocido como femicidio, término utilizado por Diana Russel en 1976, ante el Primer Tribunal Internacional de Crímenes contra Mujeres, en Bruselas, para denunciar esta forma de violencia extrema.

 

Las mujeres, adolescentes y niñas, víctimas de la violencia patriarcal, tienen rostros, nombres y dolientes. La única forma de reparación es que se logre justicia real y expedita, a través de juicios y fallos que condenen a los criminales y abusadores con la máxima pena, sin negociación alguna. Se exija la eficiencia y eficacia de quienes tienen la obligación de prevenir la violencia, el femicidio y aplicar la ley en su justa dimensión.

 

En Panamá, las cifras del Ministerio Público del 1 de enero al 31 de diciembre de 2017, indican que hubo 18 femicidios, 13 tentativas de femicidios y 8 muertes violentas. ¡Es alarmante!, sigue imperando el crimen de odio hacia las mujeres. Enero de 2018 inició con un femicidio donde la víctima llevaba consigo una boleta de protección que no le salvó la vida, tal cual ha ocurrido en muchos otros casos, lo cual refleja un sistema que funciona bajo los prejuicios patriarcales.

 

La Ley 82 de 24 de octubre de 2013 “Que adopta medidas de prevención contra la violencia en las mujeres y reforma el Código Penal para tipificar el femicidio y sancionar los hechos de violencia contra la mujer”, define este delito así: “Femicidio. Causar la muerte a una mujer basada en la pertenencia al sexo femenino, por causa de la discriminación o cualquier otra forma de violencia.”. Sin embargo, la realidad demuestra que vivimos en un estado fallido de justicia verdadera para las víctimas de femicidio y violencia sexista.

 

El poder de la ideología patriarcal, su sistema ideológico misógino y violento, hacen daño a la sociedad en su conjunto, por ende hay que erradicar de raíz sus costumbres, construyendo nuevas formas de convivencia respetuosas entre iguales. Urge educar a las nuevas generaciones en igualdad de condiciones, con equidad, justicia social y sin ningún tipo de discriminación.

 

Briseida Barrantes Serrano

Socióloga

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191036
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