¿Sobrevivirán los derechos humanos en la era de Rex Tillerson?

26/02/2018
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América Latina enfrenta hoy más que nunca una ofensiva de la élite de poder ultraconservadora, la cual viene arrasando en el continente, imponiendo regímenes sujetos a su agenda económica, con el beneplácito de los Estados Unidos.

 

El primero de febrero, Rex Tillerson -zar de la política exterior estadounidense- desde la Universidad de Texas, relanzó la Doctrina Monroe, en un discurso efectuada un año después de haber asumido el cargo de Secretario de Estado, tras haber ocupado durante una década el cargo de presidente de la compañía petrolera EXXON.

 

El discurso simplemente ratificó lo que ya todos conocíamos. La administración de Donald Trump se quitó la careta en referencia a su visión colonialista de América Latina, a diferencia de las pasadas administraciones gubernamentales, que mantenían las apariencias en cuanto a los derechos humanos y su implementación.

 

Desde el arribo de Trump al poder, las relaciones de los Estados Unidos con América Latina han sido turbulentas. Marcadas por un tono tiránico y las referencias racistas proferidas por el empresario Estadounidense, el que utilizó como promesa de campaña electoral, la construcción de una muralla a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México, además de rescindir del tratado de libre comercio con ese país.

 

“América para los americanos” sintetiza la esencia de la Doctrina Monroe, la cual fue elaborada en 1823 por John Quincy Adams, durante la administración de James Monroe. Para1880 los Estados Unidos emitió el Corolario Rutherford Hayes en el cual indicó que «Para evitar la injerencia de imperialismos extra continentales en América, los Estados Unidos debían ejercer el control exclusivo sobre cualquier canal interoceánico que se construyese’».

 

En 1904, el entonces presidente estadounidense Theodore Roosevelt emitió el "Corolario de 1904", conocido como Corolario Roosevelt, el que establecía “si un país europeo amenazaba o ponía en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas estadounidenses, el gobierno estadounidense estaba obligado a intervenir en los asuntos de ese país para reordenarlo”. Esa determinación fue tomada ante el bombardeo de Maracaibo, puerto que fue asediado por la flota alemana como medida de presión para lograr el pago de la deuda que Venezuela había contraído con ese país europeo. Ese corolario fue conocido también como la política del Garrote (Big Stick), afirmando además que Estado Unidos estaba en la obligación de intervenir en países “desquiciados” para restablecer el estado de derecho. Para 1928, Estados Unidos emitió el Memorándum Clark, escrito por Calvin Coolilidge, en el cual se incluía el uso de la fuerza militar para intervenir en las naciones latinoamericanas.

 

En el discurso de Rex Tellirson, fue notoria la evocación de la Doctrina Monroe como uno de los ejes de la política exterior estadounidense en América Latina en el siglo XXI. Más allá del tono neocolonial, quedó clara la diferencia entre la “democracia” de las naciones afines al mandato de Trump y los supuestos opositores. Tillerson al ser increpado al final de su discurso por uno de los asistentes sobre el caso de Honduras respondió “No puede haber comparación entre el proceso electoral que se realizó en Honduras y el proceso electoral que se desarrolla en Venezuela. No están cerca uno del otro”.

 

Es interesante que para Tillerson Honduras sea un paradigma de democracia, mientras el país ha sido señalado en un estudio efectuado por el Carnegie Endowmwnt for Internacional Peace como un lupanar, y varios miembros de la élite política y sus familiares desfilan por las cortes de los Estados Unidos acusados de estar involucrados en el narcotráfico, además que  los miembros de la policía nacional han acusados de sicariato y tráfico de drogas; mientras en el país en los últimos ocho años ha tenido más de 400 masacres y supera los 50 mil muertos.

 

La percepción existente entre buena parte del pueblo hondureño es que vivimos en un estado más putrefacto que fallido, donde la necropolítica se ha institucionalizado, siendo el terror y la ausencia de un estado de ley, los ingredientes de la pesadilla en que vivimos.

 

A escasos días de cumplirse los dos años del asesinato de nuestra hermana Berta Cáceres, episodio en el cual participaron como hechores materiales desde un instructor de la Policía Militar hasta ejecutivos de la empresa de energía DESA; la aplicación de justicia se percibe como lejana. El Estado rehúye inculpar a los autores materiales del crimen entre los cuales aparentemente figuran desde banqueros hasta funcionarios estatales.

 

Los más de 120 defensores del medio ambiente que han sido asesinados en el país desde el 2010, es un indicador de la guerra no tan silente que se viene librando en contra del pueblo Hondureño, por parte del actual partido en el poder, el que ha saqueado el país, además de haber asaltado la institucionalidad, para así lograr evadir cualquier posible aplicación de justicia.

 

Con el discurso pronunciando por Tillerson en su Alma Mater previo a su primera gira por Latinoamérica, quedó claro que en la era de Trump-Tillerson, la política de derechos humanos iniciada por el ex presidente Carter, ha quedado soterrada dando la prioridad a los intereses económicos del imperio. Los humanos de derecha tienen la última palabra sobre los derechos humanos.

 

Ceiba, febrero 26 de 2018

 

Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH


 

https://www.alainet.org/es/articulo/191264?language=es
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