El “Día de la Antártida Argentina” y una historia de 505 años

01/03/2018
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El 22 de febrero de 1904, 114 años atrás, se izó por primera vez la bandera nacional en el territorio antártico y el 26 de noviembre de 1974 quedó establecido por ley ese mismo 22 de febrero como “Día de la Antártida Argentina”, por la fracción reclamada de dicho continente oficialmente descubierto en 1818, hace 200 años, pero que ya apareciera en un mapa en 1513, desde cuando han transcurrido 505 años y que fuera elaborado por el almirante y cartógrafo otomano Piri Reis.

 

Dicho mapa cuenta con una inscripción del propio Piri Reis que señala que fue concluido en el mes de Muharrem del calendario musulmán, o sea entre el 9 de marzo y el 7 de abril; obra que resultara hallada en 1929 en el Palacio Topkapi de Estambul, que fuera la residencia del emperador Suleyman I “El Magnífico”, hoy Museo Topkapi Sarayi, donde se conserva como verdadera reliquia al punto de que su imagen aparece en los viejos billetes de diez millones de liras turcas y en los actuales de diez nuevas liras turcas.

 

Piri Reis, el nombre con el que se hizo famoso, y actualmente aparece con alguna frecuencia en la serie televisiva turca “El Sultán”, se llamaba Haggi Ahmed Muhiddin Prir, nombre este último que se transformó en Piri en tanto que Reis devino del corsario turco Kemal Reis, de quién era sobrino y con el que comenzó a navegar a partir de los doce años durante el reinado de Selim I Yavuz, padre de Suleyman,; fue un hombre muy culto quién además de turco hablaba árabe, castellano, griego, latín y portugués.

 

Autor del “Libro de las Materias Marinas” había nacido en Galípoli en 1465 y murió decapitado en Egipto en 1554, en el marco de los combates contra el Imperio Persa, acusado de haber recibido un soborno de los sitiados en Ormuz, a los 89 años, durante los cuales fue clave en las guerras que el Imperio Otomano llevó contra la Serenísima República de Venecia, contra los Caballeros de Rodas y contra los Mamelucos egipcios a lo largo de un cuarto de siglo.

 

El mapa, hallado el 9 de octubre de 1929, más allá de sus imprecisiones, muestra las costas atlánticas de África, América y Europa e incluye accidentes geográficos desconocidos en 1513, como es el caso de la Cordillera de los Andes, y aunque algunos discrepan acerca de que la parte final sea la Antártida, muestra también territorios que recién fueron “descubiertos” años más tarde en el Caribe y que abren sospechas sobre quienes pueden haber sido sus informantes, entre ellos marinos portugueses y chinos.

 

Es importante recordar que en 1421 el Imperio Chino organizó una vuelta al mundo liderada por el almirante Huang Hu, similar a la del portugués Hernando de Magallanes a partir de 1519, seis años después del mapa de Piri Reis, y durante la cual los navegantes asiáticos tras atravesar el Océano Índico hicieron una escala en Cabo Verde, para luego cruzar el Atlántico, recorrer la costa brasilera, hacer escala en la actual provincia argentina de Río Negro y probablemente en las Malvinas, seguir al sur y volver por el Pacífico.

 

Luego del hallazgo en 1929 numerosos cartógrafos se dedicaron a estudiar el mapa y así en 1931 el alemán Paul Kahle lo presentó en el XVIII Congreso de Orientalistas con un éxito notable; en 1932 se editaron fotografías en el “Illustrated Londos News”; en 1954 la académica Ayse Afet Ínan presentó una monografía en Ankara titulada “El mapa más antiguo de América dibujado por Piri Reis” mientras Halil Edhem recordaba al marino llamado “el inflexible”.

 

El mapa, entregado al sultán Selim, como Piri Reis lo indicó, es la compilación de unos veinte planisferios, algunos de la época de Alejandro Argeida, el “Magno”, varios de navegantes portugueses y hasta uno de Cristóbal Colón y “Por todo ello, este mapa es correcto y de total confianza para los Siete Mares del mismo modo que los mapas de nuestro propio país se consideran correctos y merecedores de toda nuestra confianza por los marinos”, escribió.

 

Además, respecto del mapa de Colón, según se cuenta, tuvo contacto con Rodrigo, el marinero que gritara “Tierra” cuando aquél llegó a América, a quién hiciese prisionero en una de sus confrontaciones navales, quién le facilitó ese documento que obraba en su poder, en tanto que también se señala que llegó a tener en su poder mapas de la desaparecida Biblioteca de Alejandría, Egipto, de la primera etapa de la XXXI Dinastía inaugurada por Ptolomeo I, el cuñado de Alejandro “Magno”.

 

Luego de 27 años de su aparición, en 1956, el mapa volvió a cobrar importancia cuando la marina turca facilitó una copia a la Oficina Hidrográfica de la Armada de los Estados Unidos de América donde fue estudiado inicialmente por M. I. Walters y luego por el capitán Arlington Mallery, un arqueólogo estudioso de mapas de la antigüedad autor del libro “Lost America, The Story of de Pre Columbian Iron Age in America” ("América perdida, la historia de la edad de hierro precolombina en América") de 1951.

 

Mallery concluyó que el mapa de Piri Reis muestra la costa de la Tierra de la Reina Maud en el oriente antártico, cuyo nombre homenajea la memoria de la esposa del monarca noruego Haakon VII; una zona que esa nación escandinava reclama para sí desde 1939 así como otros países, uno de ellos la Argentina consideran que se les debe reconocer la soberanía sobre otras regiones, un tema que en algunos años más deberá resolver la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

 

Las conclusiones de Mallery fueron avaladas por Daniel Linehan, del Observatorio de Weston, de Manchester, New Hampshire, EUA; en quienes se basó Charles Hapgood, especialista en las eras glaciares, quién en 1958 publicó el libro “Earth´s Shifting Crust” (La corteza movediza de la tierra), en el que trató el tema donde utilizó el mapa de Piri Reis incluidos otros antiguos como el del francés Oroce Finé en su obra “La esfera del mundo” y el del también francés Philippe Buache.

 

En 1966 Hapgood publicó su obra “Maps of the ancient sea kings” (Mapas de los antiguos reyes del mar) tras lo cual en 1969 el suizo Erich von Daniken editó “Chariots of the goods” (Los carros de los bienes”) donde señaló que “los mapas son absolutamente precisos, las costas de América del Norte y del Sur e incluso los contornos de la Atlántida (por la actual Antártida) se observan con precisión en los mapas de Piri Reis” ya que “no solo reproduce los contornos del continente”.

 

La conexión entre la perdida Atlántida y la actual Antártida fue desarrollada por el escritor estadounidense Charles Frambach Berlitz en “El Triángulo de las Bermudas” en 1974 donde señala que Piri Reis se basó en un antiguo mapa de la Biblioteca de Alejandría sin el hielo que la cubre por lo que en 1995 el escocés Graham Hancock en “Magicians of the Gods” (Las magias de los dioses) que el cartógrafo turco se basó en trabajos prehistóricos lo que explica la presencia del continente austral tres siglos antes de hallarlo.

 

Como contrapartida no han faltado los que rechazan la presencia de la Antártida en el mapa arguyendo, por ejemplo, problemas de dibujo porque el material sobre el que se dibujó todo resultó insuficiente y eso provocó una deformación de América del Sur por lo que lo que da a confusiones es el extremo austral argentino pero ese mapa también incluye otras tierras entonces desconocidas como la isla de Marajo, en la desembocadura del Amazonas recién hallada en 1543.

 

La presencia argentina data de 1904 cuando se izó la bandera en las Islas Orcadas del Sur tras lograr que la Sociedad de Geografía de Escocia que había llegado al lugar el 22 de febrero de 1902 pero sobre el que cedió sus derechos en noviembre de 1903 a los argentinos cuando, ante la necesidad de ayuda para reparar la nave “Scotia” y obtener aprovisionamiento la expedición encabezada por William Speirs Bruce recaló en busca de ayuda en el puerto de la hoy Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

 

Desde entonces la Argentina mantiene la base en la isla Laurie, cedida por los escoceses, a las que sumó otras permanente y transitorias y en 1942 delimitó su Sector Antártico y a partir de 1957 se comenzaron a tejer los acuerdos internacionales con doce signatarios que luego se fueron ampliando con la creación del Sistema del Tratado Antártico cuya Secretaría Ejecutiva, según se acordó en 2001, tiene asiento en la CABA, lo que se concretó a partir de 2004.

 

- Fernando Del Corro es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

 

https://www.alainet.org/es/articulo/191340?language=en
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